viernes, 9 de abril de 2010

Naturaleza Humana

Naturaleza humana


Al adentrarse un poco más, el humo ya se había disipado, pudo apreciar su entorno: destrucción total, edificios incendiándose, la mayoría ya en el suelo, distinguió una trinchera y se parapetó allí, lo saludaron un par de conocidos con los que convivía en la realidad, ahora disparando y atacando por la pura maldita necesidad humana de ejercer violencia. Lanzó una granada y poco después todo el grupo se adentró en el humo.
Ya cansado, se dirigió a la cabina telefónica, extrañamente ubicada en un rincón de un edificio no muy lejano. Entró. Exclamó la contraseña e instantáneamente estaba devuelta en su mundo. Contrastaba con el pesado aire y los temblores y sonidos de explosiones cada cinco minutos. La cabina estaba en una habitación, un poco más grande que un closet juntó al baño de su dormitorio, bien ordenado y costoso. Bajó para tomar algo. La escalera era en espiral. En una pared había una biblioteca y una chimenea en la pared opuesta, junto con un sofá adecuado para aquel ambiente, en la siguiente habitación, una sala de estar de una elegancia bien moderna que contrarrestaba con el estudio. Ya en la cocina, mientras se servía el vaso de jugo, contempló a su amante, quien se ejercitaba en un mini gimnasio al que comunicaba la cocina, al hacer pilates sus amplios senos se contraían y abrían de un modo imposible de ignorar.
Con una mujer de rasgos nórdicos y semejantes medidas no podía decir que le faltaba compañía, aún a sí no podía evitar violar a alguna joven, aunque no estuviera ni cerca de ser tan atractiva como Jeanie, por el inexplicable placer de mezclar lujuria con violencia cada vez que ingresaba al mundo bélico, o sin city, como lo apodaban algunos, como tantas veces hacían y defendían sus colegas si existía era precisamente para aquellos que tenían mucho que liberar, pero no se atrevían (ni en sueños) a hacerlo en la realidad, en la cual su destino sería irremediablemente la cárcel.
Matar, descuartizar, robar, violar y drogarse fueron el fruto prohibido de la humanidad desde siempre, mientras más lo ejercían más se desintegraba la sociedad, por más que se resistieran todos, en el fondo, siempre quisieron probar alguno de esos placeres prohibidos, por suerte en aquel paradisíaco mundo futurista la ciencia ya les había brindado una escapatoria de la realidad, donde podían liberarse, ser quienes quisieran, hacer lo que quisieran y sin dañar a nadie. Buena parte de los usuarios tenían incontrolables sentimientos de asesinar y pelear, por alguna razón la empresa les seleccionaba el frente al cual ir a pelear, los cuales casi siempre estaban lejos de la parte de la ciudad virtual en la cual podían destrozar vidrios y propiedad ajena, robar, incendiar, violar y reunirse en bandas con vestimenta demasiado vulgar para ser tolerada en la realidad, así los padres encontraron la opción más aceptable para que los hijos fueran quienes querían.
Salió para tomar un poco de aire, le encantaba el vecindario donde vivía, tan limpio y tranquilo, frente a el pasaron un grupo de hombres trotando, lo saludaron, aquel grupo tenía su propio club, eran unos cincuentones que usaban sin city como una herramienta, a ellos les gustaba “probar su honor” y veían la guerra como una ocasión para obtener más, inculcaban a sus hijos y nietos el hábito de conectarse al programa, no a perder el tiempo como decían, sino a ganarse respeto que según decían “venía acompañado de la gallardía y el coraje manifestados en el campo de batalla” el prefería vagar un poco, pero estaba en la cultura de la gente guerrear, una disciplina similar a la de salir a trotar un par de veces por semana, también se ejercitaban. Entró cuando terminó su jugo para ver la televisión.
La vida era tan perfecta, quizás por eso buscaban una dosis de imperfección.



-Jaguar, cuanto tiempo sin verte, sígueme.
Habían penetrado en la retaguardia enemiga, se encontraban acorralando el cuartel y tomando prisioneros, como siempre el enemigo resultaron ser aquellos pequeños hombres de rasgos toscos que hablaban en un idioma ilegible, incluso derribados en el suelo y con la boca del arma contra su frente no paraban de parlotear en su incomprensible jerigonza, por más entonación que usaran para indicar que estaban suplicando Jaguar disparó, harto de tener que soportar algo que no entendía.
Cuando la situación empezó a calmarse un poco, un gran cristal, que por milagro no sucumbió ante las balas, voló en mil pedazos dando paso a una furiosa motocicleta con un fornido adolescente cuya indumentaria incluían unos ajustados pantalones que tenían dos aberturas para exponer cada nalga, una chaqueta de cuero y un extraño peinado con una cabellera azul y amarilla, usaba unos lentes de sol y portaba una ametralladora que siguió disparando hasta que se dio cuenta que allí dentro estaban más de los suyos que del enemigo.
-¡Neurocero, que demonios haces aquí!- atacó con todo el disgusto que pudo reunir.
-Pasaba por aquí cerca, maldito. Pensé que podría ayudar un poco.
-¡Ándate de aquí estúpido, nadie te necesita!
-¡¿Quién te crees para ordenarme algo?!
-¡El jefe de este pelotón, imbécil!- se dispararon a matar el uno al otro.
Por un instante todos sintieron que cien agujas se les incrustaban en el cráneo seguido por un ensordecedor aullido sónico que los hizo tirar sus armas y quedarse en posición fetal en el suelo. Habían roto el reglamento.

Los doce ahora estaban en una fila cabizbajos con un hombre con traje de oficina caminando seriamente ante ellos, examinándolos, juzgándolos.
El señor Ewan era la cara visible de la empresa, se sabía que ostentaba bastante poder dentro de ella, de lentes y un rostro que se adecuaba tanto al semblante serio como alegre siempre terminaban ante él cuando rompían las reglas en aquel limbo virtual, ese gran salón aparentemente sin techo a la vista, con paredes de un celeste oscuro y completamente vacías, lo único que interrumpía aquella vacía atmósfera era un escritorio, al parecer del señor Ewan, y la titánicas sombras de las almas dentro de aquel lugar proyectadas por la luz que se filtraba por la única puerta del lugar (aunque ninguno recordaba haberla atravesado, todos concordaban en que eran teletransportados a aquel lugar).
-Les damos lo que quieren, les damos la posibilidad de hacer lo que quieran, sin limites, y todo lo que tienen que hacer es seguir unas pocas reglas y una de ellas es no hacerse daño, no matarse entre ustedes… -hizo una pausa, observando la reacción de su sermón- ¡acaso es tan difícil de cumplir!
-Lo sentimos mucho –dijo con un hilo de voz el coronel del pelotón- me dejé llevar.
-Más vale que no vuelva a pasar, este mundo esta para liberar sus pasiones, pero la idea es precisamente que al hacerlo no perjudiquen a personas reales, a la próxima los mandaré a misiones, no cuando quieran, sino como obligación… pueden irse.
Rompieron la fila y se asomaron lentamente a la puerta.
-Eh… señor Ewan ¿qué pasó con neurocero?
-El ya había acumulado demasiadas infracciones, lo mandamos a una larga misión, no lo verán en un buen tiempo.

Parecía un día como cualquier otro, humo, escombros, tierra, sangre, se habían tomado un pueblo del enemigo, lo que significaba nuevos terrenos para destrozar. Jaguar estaba violando a una joven cuando un compañero gritó que algo se acercaba por el horizonte. Al quitarse de encima de la joven esta salió corriendo llorando y gritando en su extraño idioma, automáticamente jaguar le disparó, le hubiera gustado golpearla el mismo por su osadía, pero ahora tenía que acudir a lo que estaba ocurriendo. Otros soldados que estaban destrozando con bates unos vehículos y tiendas también dejaron lo que estaban haciendo por acercarse a los forasteros.
Un grupo de camionetas blindadas y helicópteros, todos color blanco surgieron del desierto y se instalaron muy cerca del poblado recién tomado.
-¿La empresa habrá insertado nuevos enemigos en sin city?
-Ya era hora, ya estaba cansado de los mismos morenos de siempre.
-Bien, que estamos esperando- prepararon todo el arsenal para disparar.
Sólo a jaguar se le ocurrió que podrían ser aliados que los ayudaran en la guerra, pensamiento que prefirió no decir en voz alta y atacar como sus compañeros.
No se parecían en nada a ellos, estaban bien limpios y arreglados, como si estuvieran en la realidad, cuando en aquel juego lo que menos importaba era la apariencia personal.
Bajaron con bandera blanca, con movimientos tan pausados que indicaban que no buscaban pelear. Finalmente, resguardado con un contingente que lo protegía desde varios ángulos, bajó un hombre de mediana edad, canoso y una camisa debajo de una indumentaria que parecía de obrero de construcción.
-No disparen, venimos en son de paz.
El primer impulso de un soldado ante estas palabras era disparar, pero por alguna razón se contuvieron.
-Soy Alberto Hadar, no buscamos problemas, no sabíamos que hubiera alguien aquí… nos gustaría hablar con su líder.
Al coronel todavía no podían ubicarlo, una vez que se tomaban definitivamente una localidad nueva cada uno tomaba su propio camino, así que enviaron a Jaguar antes de que se impacientaran, pues hasta ellos sabían que de hacerlo ya no habría más diálogo.
Fueron hasta una casona bien antigua que habían convertido en cuartel general, allí entraron a una habitación el señor Hadar, tres de sus guardias y Jaguar con cuatro compañeros centinelas más, jamás pensó que llegaría a ser delegado en aquel juego. No sabía qué decir, así que dejó al forastero hablar.
-Veníamos a construir un complejo de investigación astronómica aquí, un observatorio, según nuestros satélites este pueblo estaba abandonado y esperábamos que la guerra ya hubiera acabado.
-… ¿A ustedes los programó la empresa para que aparecieran aquí, verdad?
-¿Empresa? No sabemos de qué esta hablando, nosotros venimos de Asgard, la capital de la nueva civilización.
-Yo… tampoco sé de lo que está hablando, creo que mejor nos desconectamos, chicos.
-¿Qué van a hacer? Les importa si los veo hacerlo.
Los soldados se miraron el uno al otro por un instante.
-Usted no puede salirse con nosotros, ustedes son parte de este juego.
-… Creo que mejor me muestran donde se “salen” de este juego, sólo quiero verlo, por favor.
La empresa había instalado una docena de cabinas bajo un puente derrumbado detrás de una trinchera natural formada por un río seco actualmente, desde allí iniciaron la invasión a aquel pueblo.
-¿Qué opina jefe?- le preguntó en voz baja un soldado.
-Creo que son solo fallas en el juego, bueno- dijo, ahora dirigiéndose a todos- ya llegamos, ya los vieron, fue un placer conocerlos.
Los dejó con cara de desconcertados, al salir del juego volvió a su vida normal.

-Bueno, me ganaste, te debo los veinte billetes.
-¿Cómo te quedó el ojo?... oye, vamos al juego.
-Bueno.
Salieron de la piscina, se secaron un rato y entraron a la casa, aun después de una competencia amistosa inexplicablemente seguían teniendo “pasiones que descargar”.
-oye, ¿habrán solucionado esa falla en el programa?
-Bueno, yo no informe a la empresa, se supone que lo haría el Brian.
-El tampoco les dijo.
-…Ups, bueno, les decimos luego, total es sólo un juego ¿qué es lo peor que nos puede hacer una falla en el?
Hasta donde sabían, habían filtros para las sensaciones físicas que impedían que algunas como el dolor o el frío o calor extremo fueran inducidos en los cuerpos de los usuarios e modo que verdaderamente podían hacer lo que se les antojase sin consecuencia alguna. Pero estaban equivocados.
Llegaron en cabinas distintas, Jaguar en cuanto salió se encaminó a edificio donde debía estar su compañero, al salir de dónde estaba, pasó por una habitación dónde se le abalanzaron una docena de soldados, antes de poder reaccionar le inyectaron un poderoso anestésico.
Despertó en el mismo edificio en ruinas donde lo habían emboscado, estaba atado en un rincón con varios guardias en torno a el, se le acercó un hombre que ya había visto antes.
-¿Hadar, verdad?
-Correcto, mire… no se por dónde empezar… mientras usted estaba en su “mundo real” nosotros estábamos aquí averiguando ciertas cosas que debería saber.
-¿Qué me puede decir un virus informático?
No respondió, dio una orden y un guardia se dirigió a la cabina de donde provino Jaguar, este portaba una ametralladora, disparó la mitad de las balas que tenía contra la cabina.
Por un instante Jaguar se preocupó, pero luego recordó que había avisado a la empresa poco antes de conectarse y al fin y al cabo esto era un juego solamente, no era real.
-¿No está preocupado? Al menos préstenos atención, porque nos llevó tiempo bajar este equipo del cargamento.
Acercaron un gran aparato un poco más pequeño que un auto que trasladaron sobre una plataforma que asombrosamente estaba suspendida a unos centímetros del suelo, más tarde le informaron a Jaguar que era un súper magneto. Lo activaron. Los restos de la cabina fueron succionados por este dejando sólo la pared de ladrillo sobre la que estaba, pero también jaló lo que parecía un grueso tubo de plástico que surgía de un hoyo que anteriormente cubría la cabina y terminaba precisamente en la base de esta.
-Envíen al robot, ahora quiero que vea lo que hay allí abajo.
Una maquina con aspecto de simio y una cabeza que constaba de sólo unos lentes parecidos a binoculares gateó por el interior del tubo, mientras a Jaguar le ponían un aparato bien ajustado en la cabeza con unos visores que le mostraron el campo visual de la máquina, por unos minutos el fue el robot.
Bajó con agilidad unos momentos hasta finalmente llegar a una gran habitación celeste con las paredes abarrotadas de soldados que parecían petrificados, pero a la vez aletargados, en coma, todos en una camilla de pie que los tenía sujetados de pies y manos y con un grueso casco que les cubría toda la cabeza desde la nariz a cada uno. Había docenas de tubos a poca distancia del suelo de dónde salían expulsados más soldados, estos al llegar parecían sonámbulos, una mano mecánica bajaba y lo reconocía de pies a cabeza con un rayo láser, luego una pinza más grande lo agarraba de la cintura y lo ubicaba en alguna parte de la pared y estos, impávidos, no presentaban ni la más mínima resistencia.
Le levantaron el visor, pero no le sacaron el aparato de la cabeza.
-Lamento informarle que esta ES la realidad y lo que usted conoce como el mundo real es la simulación.
-No diga tonterías ¿Qué pruebas tiene de eso?
-Usted mismo lo vio, en esas cabinas los sedan sin que se den cuenta y actúan como ascensores que los transportan al búnker donde están todos los soldados en este mundo virtual mientras los alimentan y mantienen artificialmente.
-Es una locura ¿para que alguien haría todo esto?
-Señor, una guerra estalló hace años y destruyó a todo el mundo - interrumpió un muchacho con lentes que usaba un computador instalado cerca de el- luego de tanto tiempo peleando, a ningún soldado le queda ni el más mínimo interés en continuar, creemos que crearon este mundo precisamente para que no colapsaran ni desertaran, para que tuvieran algo de esperanza y no pararan de luchar.
-… ¿Y ustedes quiénes serían?
-Venimos de la gran ciudad de Asgard, en otro continente, allí los efectos de la guerra ya están mitigados y la humanidad restante logró renacer construyendo una nueva civilización basadas en nuevos principios, valores e idiosincrasia, más eficiente, justa, estable, estamos cerca de concretar una utopía, creíamos que ya nadie seguía peleando, no le encontrábamos sentido a por qué seguir, por lo que veo alguna… obstinada y oscura empresa, como la llaman, no ha desistido y piensa seguir hasta el final, engañándolos a este extremo para lograrlo.
-¡Es imposible, esto no puede ser la realidad! ¡mire a su alrededor, todo es desastre y destrucción! ¡Este no puede ser el mundo real! ¡aquí venimos a destrozarlo, a “descargarnos”! ¡por como lo tenemos es imposible vivir aquí!
-Mire, creemos que la tecnología mental que usan se aprovecha de las bases más primitivas del cerebro humano.
-El sistema límbico- aclaro el joven de la computadora.
-Sí, gracias Rodney, en sus orígenes más primitivos el hombre es un animal, impulsivo, destructivo, una maquina de ataque imparable, luego de tantos años de desolación era la respuesta perfecta para renovar el ejercito, los tenían felices “viviendo” en una realidad falsa mientras peleaban como cavernícolas contra su enemigo, no lo ve, todo encaja, es triste ¡pero es la realidad!
-Esto es ridículo… ¿qué pruebas tienen de todo lo que me han dicho?
-Señor, logré anular los bloqueadores neurológicos del lóbulo temporal.
-Justo a tiempo, Rodney.- se acercó y dio con todas sus fuerzas puñetazo en la mandíbula de Jaguar.
-… Duele- dijo con un hilo de voz.
-Exacto ¿qué virus informático podría hacer eso?

Luego de un par de horas Jaguar seguía sentado en un rincón, examinando sus manos y su entorno, su vista estaba perdida y no le dirigía la palabra a nadie. Luego de conversar largo rato con sus colegas, Hadar se le acercó con la intención de ayudarlo.
-Entonces puedo morir aquí… por eso no he vuelto a ver a ciertos compañeros.
-Que peleen sin miedo a morir es muy efectivo, apuesto que si seguimos podremos encontrar otras fallas en el programa ¿qué tan seguido crees que peleas?
-Dos, tres veces a la semana.
-Te hemos observado toda la semana, sales tres veces al día.
-¿En verdad?
-Escucha, se que te sientes mal- dijo Hadar- Nosotros sólo vinimos a construir un observatorio, no esperábamos tener que ser los libertadores de este ejercito.
-¿A qué se refiere?
-No podemos permitir que siga esta ridícula guerra, no sería ético dejarla y tampoco nos beneficia a nosotros, necesitamos tu ayuda.
-¿Qué quieren que haga?
-Ideamos un plan para acabar con todo esto- sacó un pequeño aparato de su bolsillo y proyectó un holograma- según nuestros instrumentos, existe una compleja red de búnkers que se comunican a partir de las viejas líneas del metro, creemos que aquí- señaló un punto en la proyección- es donde dirigen a todas las tropas, donde están las personas reales que los controlan, queremos poner un transmisor en tu cerebro que anule ciertas órdenes que te envían al implante que ya tienes y nos permita comunicarnos contigo.
-No quiero que me metan cosas en la cabeza ¿No pueden sólo ponerme algo en la oreja?
-Lo detectarían, escucha, una vez adentro podremos guiarte, te diremos a dónde ir y qué hacer.
-¿Cómo se supone que llegue hasta…? quizás… cuando rompemos las reglas….
-Sí, nosotros también creemos que es el mismo lugar ¿qué dices?
-… Todos serían liberados.
-Y esta guerra acabaría.
-Toda mi vida me he portado como un animal… aquí, le he hecho daño a tanta gente, les hice cosas que ninguno se merecían… y yo me consideraba el más tranquilo del pelotón.
-Así es la guerra, estúpida ¿verdad?- intervino Rodney.
-Creí que ninguno de ellos existía en serio, creo que yo…. Soy el que en realidad no existe.
-No digas eso, tienes la oportunidad de acabar con todo este sufrimiento ¿nos ayudaras o no?
Jaguar no dijo nada por varios minutos.

Había vuelto al barrio de los soldados, caminando en medio de todo el salvajismo que ejercían con tanta naturalidad se sintió ausente, como si fuera un espíritu, observaba entre los que se divertían torturando a unos jóvenes morenos para ver cual sería el más indicado.
-¡Jaguar! ¡¿Dónde habías estado?! Te he buscado desde hace dos horas… oye ¿te sientes bien?
-Sí- reunió toda su fuerza de voluntad para decir esto.
-Oye, un par de muchachas se encerraron en esa casa, traje un par de hachas para abrir ¿me ayudas, podríamos divertirnos un rato?
-Claro.
Agarró el hacha y comenzaron a destrozar la puerta, por un segundo Jaguar se olvidó de lo que tenía que hacer por dedicarse a eso, quería hacerlo así, olvidar que tenía una misión, una responsabilidad de la que no se sentía capaz de hacerse cargo por volver a su vida normal, olvidar todo lo que le habían dicho en el último par de horas. Pero el remordimiento lo invadió repentinamente. Comenzó a cortar con cada vez menor frecuencia y dirigió su atención a un grupo de jóvenes quienes vestían como Neurocero, estaban golpeando a unos jóvenes indefensos, como de quince años, uno de ellos logró levantarse y salir corriendo, uno de sus atacantes sacó una pistola remolcadora y le lanzó una red que lo envolvió por completo y lo arrastró los seis metros que se había alejado hasta ellos, allí lo patearon sin piedad, cuando se apartaron escupía sangre y parecía semi inconsciente. Jaguar dejó de cortar. Ahora uno de los hombres de la banda había traído un balde lleno de agua, sacaron al joven de la red, era un despojo humano el pobre, dos de ellos le agarraron el pelo de la nuca y sumergieron su cabeza en la cubeta. Jaguar era malo para aguantar la respiración y todos los minutos que pasó el desgraciado en la cubeta le parecieron eternos, sintió empatía por primera vez en su vida. Seguían ahogándolo, Jaguar no comprendía que alguien resistiera tanto.
-Terminamos, mira, te apuesto esos veinte billetes a que se escondieron en ese closet… ¿Jaguar?
No lo escuchó, era la ocasión perfecta, esta vez no titubeó y se dirigió a la banda, golpeó a los que sujetaban al moreno, primero uno, luego el otro, sacó al desgraciado, pero ya no respiraba, le golpeó el pecho como vio en las películas, luego uno de los que golpeó se lanzó contra él, rodaron un rato por el suelo y terminaron contra una pared con un bote de basura derribado, Jaguar distinguió una botella, en un solo movimiento la agarró y se la rompió en la cabeza a su atacante, luego vinieron el resto de la banda, esta vez no se creyó capaz de poder con todos, sacó su arma y disparó a quemarropa.

-¿Por qué lo hiciste?
-Porque ese hombre sufría.
-El nos es real, idiota, nosotros si.
Este diálogo fue casi en susurros, la gran habitación a dónde los llevaban cada vez que rompían el reglamento estaba a oscuras y sus habitantes en un estado similar al de los sonámbulos, menos Jaguar. Estuvo consciente todo el tiempo, al parecer ahora tenían que despertar cuando llegara el señor Ewan, esa era la oportunidad para salir. Se asomó a la puerta, nunca antes le pareció tan brillante, procuró no abrirla mucho. Finalmente la atravesó. Había un corto pasillo con una puerta al final, de seguro allí lo recibiría una pinza mecánica para ubicarlo en su puesto en la pared, a cada lado había una puerta más, tomó la de la derecha y entró en un pasillo más largo. Varias puertas estaban entreabiertas y pudo apreciar su interior, las primeras dos eran oficinas, la siguiente era un cuarto de guerra, oscuro y con un gran mapa virtual en la pared, un general lo contemplaba, al darse vuelta se dio cuenta de que era sumamente viejo, tenía un aspecto que contrastaba con su imponente silueta y uniforme, fue a una mesa donde habían otros generales octogenarios.
-Las fuerzas enemigas ya están reducidas en los alrededores, las restantes se están acumulando en este punto, una vez controlado el enemigo estará oficialmente vencido.
-Nos superan bastante en número, todo indica que atacaran en cualquier momento.
-Enviaremos nuestros mejores pelotones, será una misión suicida, pero no podemos desperdiciar esta oportunidad, el curso de la guerra aquí es decisivo, es ahora o nunca.
-¿Nos encontramos en condiciones de sacrificar tantos individuos?
-Caballeros, llevamos décadas aquí abajo, allá arriba son pocos los que quedan, una vez exterminados finalmente podremos surgir y repoblar con nuestros paisanos, con nuestra sangre y raza. Haremos que todo este genocidio haya valido la pena, aniquilar a la raza humana no fue el fin, es el comienzo, es nuestro turno…
Para decir que sí se extendió en un discurso que no quiso oír, siguió avanzando y sintió de nuevo esas agujas en el cráneo, pero esta vez se fueron mitigando, se convirtieron en un escalofrío que recorrió su cabeza, dentro de ella le fue difícil pensar, como si le impusieran los pensamientos, lo cual lo hizo desesperarse por un momento, esto fue disminuyendo al mismo tiempo que apareció un eco en sus pensamientos, se fue aclarando, era la voz de Hadar.
-Jaguar ¿me escuchas? Jaguar…
Cuando le dijeron que le instalarían otro implante no imaginó que lo harían de esa manera, una gruesa jeringa fue insertada en su cuello, contenía un líquido gris y metálico, le dijeron que eran millones de nanobots que construirían el aparato junto al implante original y lo intervendrían para que la empresa no pudiera controlarlo. Evidentemente el cambio de mando en su cerebro era difuso, pues percibía las órdenes como lejanas, como si fuera un sueño.
-Tienes que tomar la puerta siguiente. Esa no, la de la izquierda.
Eran unas escaleras, bajó un par de pisos hasta donde le dijeron, luego avanzó hasta una habitación protegida por una gruesa compuerta.
-Parece ser el centro de todo, estamos probando con un programa de los nanobots para ver si podemos piratear la contraseña, nos llevará un buen rato si…
La compuerta lentamente se levantó y dejó salir a dos hombres conversando.
-“El hombre es malo por naturaleza, y es la sociedad lo que lo civiliza” por lo tanto si lo sacamos de esta vemos el animal que lleva dentro, eso es lo que hacemos, los entrenamos para que no conciban las ruinas como la realidad ¿verdad? Bueno este es mi plan, para reforzar la necesidad de “descargar las pasiones” pensaba cambiar el formato del programa, para que en vez de recrearse reúnan frustraciones y rabia que puedan canalizar…
Cuando estos se alejaron empezó a cerrarse, Jaguar sigilosamente se dirigió hacia ella y se tiró al piso para entrar antes de que se cerrara por completo.
-Eso también funciona.
Por un segundo creyó que todo era una sola y gigantesca pantalla, frente a ella habían muchos ordenadores, máquinas imprimiendo datos y tecleados además de un par de sillas giratorias similares a las de una película de ciencia ficción, tenían unos botones y una pequeña pantalla donde depositar la mano, una de ellas giró y un hombre muy despeinado, viejo, con bata de laboratorio y lentes le lanzó una expresión de sorpresa a la que Jaguar inmediatamente respondió disparándole. Casi olvidaba que aun tenía sus armas.
Resultó que habían docenas de pantallas, algunas holográficas y tridimensionales, cada una mostraba desde la perspectiva de un soldado lo que él estaba haciendo, todos estaban combatiendo.
-Higgins, redirija todas las tropas al campamento enemigo-se escuchó decir a una bocina, Jaguar la reconoció como la del general que escuchó un par de pisos arriba- ¿me escucha, Higgins?
Apretó un botón en la bocina para apagarlo.
-… ya estoy aquí, ahora ¿qué hago?
Esperó unos minutos, no hubo respuesta. Aprovechó de explorar los controles, luego de probar cada programa descubrió cómo despertar a todas las “unidades” simultáneamente, abrió los mecanismos y procesó la orden, ahora era sólo cuestión de ejecutarla.
“alo, alo, ¿puedes escucharme?” escuchó a una pantalla con estática. Luego de unos instantes, se aclaró y distinguió al edifico donde se habían instalado los forasteros, ahora estos estaban esposados y con soldados apuntándoles, entre ellos había un general y el señor Ewan, era la primera vez que lo veía vestido como militar.
-Sé que puedes oírnos, escucha, hemos capturado a los forasteros, la sala de control esta rodeada, tienes que rendirte.
-No… no puedo dejar que esto siga así, -presionó el botón de un micrófono para comunicarse- tengo que despertar a mis compañeros, tenemos que vivir en el mundo real.
-Jaguar, mira a tu alrededor ¿por qué crees que inventamos el programa sin city? La realidad ya no tiene solución, más real es irónicamente ese programa de computadora, los soldados preferían vivir ahí pensando que era el mundo real en lugar de pensar que tenían que volver a un mundo sin esperanza, por que eso es, sin ese programa todos hubieran colapsado, empezaron a suicidarse en grupos con tal de dejar este infierno ¡eso es lo que va a pasar si se los quitas!
-¡No le hagas caso!- gritó Hadar, quien estaba de rodillas y con la nariz rota- ¡te están usando!
El soldado junto a él lo golpeó y le sacó sangre de la boca.
-Yo… descubrí como despertarlos, dijo Jaguar- sólo necesito presionar un botón señor Hadar, voy a cumplir mi misión.
Ewan y el general se miraron desconcertados, este últimos tomó la palabra.
-Ya casi exterminamos a nuestro primer enemigo, ahora nos lanzaremos contra la ciudad de estos, Asgard, así que te aconsejo que no sigas con tu misión, estos ya perdieron- dijo el general.
-¡No serían capaces, por qué insisten en seguir con este genocidio!- exclamó Rodney.
-Por lo que les sacamos al interrogarlos tienen muchas cosas que nos servirían, claro que tendremos que modificar el programa, ahora necesitamos a nuestros muchachos más feroces que nunca- agregó el general, casi pensando en voz alta.
-Ya lo sabes Jaguar- dijo Ewan- ¿en verdad te crees capaz, tú y tus amigos, de reconstruir la sociedad? Más fácil sería vivir soñando, como han hecho hasta ahora. Por favor, piénsalo bien, no oprimas ese botón.
Todos sus pensamientos eran un revoltijo, una confusión más allá de la que podía sufrir, mezclado con un dolor intenso, se dio cuenta de que no era sólo la presión de tomar una decisión, trataban de reactivar el implante, mientras que los nanobots rompían esos circuitos, tenía que decidir antes de que frieran su cabeza.


Por más rico que fueras, como siempre tenías que tomar un auto e ir a trabajar, en medio del tráfico Jaguar ya estaba agobiado de la rutina, rodeado de rascacielos, bocinas y un ambiente frustrante casi no asimilaba el hecho de que apenas fuera miércoles y apenas empezaba la rutina diaria, estas meditaciones lo amargaron en el peor momento, inmerso en ellas se pinchó un neumático, no había un lugar donde estacionarlo, lo empujó sin saber a donde, mientras lo hacía se pinchó otro neumático y un ciclista pasó, le dio una palmada en la nuca y le lanzó un ofensivo chiste.
No aguantó más y corrió a la primera cabina que encontró.



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