-Definitivamente no pienso volver a Raxiacopulus… -Exclamó Rose con un ademán de asco, no completó el nombre del planeta pues todavía no se lo aprendía completo.
-Alguien tenía que ir a dejar ese huevo, no esperabas que fuera solo, no tiene piernas.
-De todos modos ahora podríamos ir a un lugar más acogedor, algo como Roma, Nueva York…
-Especifica, existen al menos quince Nueva Nueva Nueva Nueva Nueva Nueva…
Como siempre Rose respondió con una amigable risa ante el chiste que ya había escuchado en más de alguna oportunidad.
El Interior de la Tardis, la inseparable y vital máquina del tiempo del Doctor como siempre resonaba de los ajustes de palancas, botones y mecanismos, que realizaba su dueño, para el observador exterior podía ser una simple cabina telefónica inglesa anticuada, pero era un enorme complejo por dentro, el cual estaba vivo y tenía alma, eso era algo que el doctor tenía muy presente, por lo mismo se preocupaba de realizar todos los ajustes y cuidados necesarios que requiriera, sin la Tardis no podría entender los idiomas de cualquiera especie en el universo con la que se topaba, no podría desplazarse, no tendría dónde vivir, y por supuesto, no hubiera conocido a Rose.
Esta, siempre procurando ayudar en algo, ahora se encontraba unos niveles más abajo en el guardarropa, pensando en que atuendo sería el mejor para el invierno en Roma y sin poder evitarlo, recuerda su trabajo en el centro comercial poco antes de que el Doctor llegara a su vida.
-Rose, te propongo esto, vamos a Londres.
-¿Al del pasado, futuro, a visitar a mi madre…?
-Al smithsoniano.
- …Le seguimos la pista a algún extraterrestre roba cuerpos, o…
-De hecho quería que fueras a estudiar un poco de historia, ¿recuerdas la última vez que fuimos al siglo diecisiete? Cuando tuviste que distraer a ese doctor le dijiste que temías que tenías peste negra.
-Oye, a cualquiera se le olvidan algunas fechas.
-Sí, pero pasaste un buen ridículo cuando todos los médicos en el consultorio se volcaron a examinarte, y no fue la primera vez, recuerdas cuando estábamos en ese castillo...
-Oye, lo admito, la historia nunca fue mi fuerte.
-Ahora lo será, si viajas en el tiempo con migo es conveniente que estés sólo un poco- hizo un gesto con el pulgar y el índice- más preparada.
-Así que ahora me enseñarás historia.
-No es mala idea, te enseño desde aquí- sacó sus lentes y su destornillador sónico, el cual utilizó como tiza en una pizarra imaginaria- buenas tardes, clase, soy el Doctor, y ahora comenzaremos anotando la tarea, al final de la clase les daré otra para que no se aburran en sus casas- mientras Rose reía el Doctor se acercó a una pantalla- ahora quiero que identifiquen los siguientes escenarios- presionó unos botones junto a la pantalla- ahora contésteme, usted la rubia de al fondo, mire la pantalla y dígame dónde, cuándo y quién.
En la pantalla apareció una mujer morena y bajita con ropas bastante humildes en una calle sin pavimentar.
-Pues… podrían ser muchas partes, y cualquier año…
-Muy bien, algo más simple, misma pregunta, dónde, cuándo y quién.
Se formó la imagen de un hombre con ropa medieval sacando agua de un pozo, pero la imagen se fue diluyendo rápidamente.
Los interrumpió una estática que se formo a un lado de los tableros que rodeaban al corazón de la Tardis, en una pequeña pantalla empezó a formarse la imagen de una criatura, y al mismo tiempo sonidos.
-…Doctor, ¿Doctor puede escucharme?
-Si, soy el Doctor, ¿quién esta ahí?
En el fondo de la imagen una nube de energía y neblina electrificada se acumuló en un núcleo que termino forjando una luz similar a un poderoso y energético farol.
-¿Eres tú?, ¿Por qué me llamas?
-Te estuvimos buscando por todas partes, precisamos tu ayuda- dijo con una voz andrógena similar a la de una computadora.
-¿Quién es él?- preguntó Rose.
-Ya nos habíamos visto antes, es una entidad energética incorpórea, pura energía mental, te diría su nombre, pero no puede ser pronunciado con las cuerdas vocales humanas.
-¿Tampoco el de su especie?
-Pues… han sido tantas cosas… son casi tan antiguos como los señores del tiempo, dejémoslo en oxiopitucas, ¿Para qué me llaman?
-¿Estás al tanto de la situación política de nuestra federación pandimensional, verdad?
Una mueca de desagrado tiño la expresión del Doctor antes de responder.
-Por supuesto, la guerra contra los ancrax.
-¿Ancrax?- intervino Rose.
-Recuerdas las criaturas parecidas a gárgolas que nos atacaron cuando alteraste la historia al evitar que tu padre muriera.
-¿Son ellos?
-Ellos y otras cosas, son parásitos que se mueven entre dimensiones y cada vez que se producen paradojas estas actúan como puentes para conducirlos a nuestro mundo y se alimentan de lo que encuentran en este.
-También las ondas energéticas que producen los vórtex en que llegan y proliferan en el mundo de la paradoja en cuestión los fortalecen, -continuó hablando la entidad sin labios- el problema es que se mueven sin problema en varios de los planos en los que tenemos soberanía, son una grave amenaza para nuestra seguridad.
-¿Y esto que tiene que ver conmigo?
-Queremos establecer lazos con la tierra, nos proyectamos sumarla a nuestra confederación, la tierra es un punto estratégico y un caso especial, su ubicación representa un punto en particular en el plano alfa zeta 26, tiene la particularidad de que la continuidad entre el espacio y el tiempo allí constituye una línea delicada, lo que le permite que proliferen al azar puntos de intersección entre ambos mundos.
-Lo que es motivo de varios de lo que los terrícolas llaman “fenómenos paranormales”- agregó al Doctor dirigiéndose a Rose- pero la tierra no la pueden usar como punto estratégico, están muy lejos de su comprensión…
-Nuestra operación requiere que tengamos bases en la tierra que operen antes del cuatro millones trescientos mil novecientos del calendario Crraxaliano.
-El siglo veintidós de la era cristiana- le explicó el Doctor a Rose.
-Apuesta por ser un golpe definitivo contra los ancrax, por eso es tan importante que tengamos a la tierra como aliada.
-¿Pero no es un requisito de la confederación que todos los planetas que la integran tengan una población que pueda identificarse bajo un sola cultura, idioma y religión?
¿Que se rijan bajo un único Estado mundial?
-Pues eso será un problema, porque hasta ahora la tierra es el planeta con más culturas que conozco, estamos divididos bajo cientos de naciones- dijo Rose.
-Lo tenemos presente, por eso nuestro mejores expertos han buscado a través del continuo espacio tiempo estudiando todas las ucronías y desenlaces alternativos de su historia, dónde los imperios se prolongaron más allá de lo que hicieron en la línea de tiempo que conoce Doctor, y luego de observar distintos escenarios políticos encontramos uno donde la tierra es dirigida casi en su totalidad por las doctrinas del taoísmo, el budismo y la lengua mandarín.
-La cultura china- dijo el Doctor.
-Precisamente, haremos contacto y como tu eres el único que conocemos quien sabe tanto de la raza humana solicitamos tu ayuda para este proceso.
-Pero eso es un universo alternativo, se habrá desarrollado de un modo completamente distinto al que yo conozco, además la cultura china nunca fue mi fuerte.
-Qué importa, todos los humanos son iguales, mismas tendencias religiosas y políticas y una de ellas es vivir separados, tu puedes servirnos de algo, todos en nuestro equipo confían en que los ayudarás a entender a los humanos, harán un buen papel de intermediario.
-Trataré de ayudar, pero no prometo nada.
-Perfecto, te enviaré las coordenadas, nos vemos en el otro lado, gracias y suerte.
Al desaparecer la imagen el Doctor se dirigió a otro tablero a leer los datos que le acababan de enviar, interpretó las coordenadas e inmediatamente empezó a jalar palancas y mecanismos.
-¿Cómo es eso de China? ¿Cómo es posible?
-Lecciones de historia, muy bien, sigamos, ¿Quién fue el primero en llegar a América?- comenzó a explicarle con naturalidad sin dejar de ajustar los controles.
-Pues Cristóbal Colón.
-Sí, claro, si estuviera bajo presión te diría simio estúpido, pues me temo que esa historia es totalmente falsa, incluso los historiadores de tu época ya lo habían demostrado, primero llegaron los vikingos, luego los caballeros templarios y más tarde la flota china.
-¿Estás bromeando?- sonrió disfrazando su incredulidad.
-No, y lo se porque estuve allí para cuando desembarcaron todos ellos, verás Rose, el problema del ser humano de la edad media es que no tenían el hábito de anotar sus descubrimientos, muchos menos divulgarlos y a la larga los olvidaban, todo lo contrario a la era digital de dónde vienes, Colón vino exclusivamente a conquistar, fue por eso que todos recuerdan su “descubrimiento”.
-Wow, bueno no es lo más asombroso que he visto, pero… ¿Cuándo dices que llegaron?
-En 1421, setenta y un años antes que colón, era la flota del almirante Zhen He, llegó a la costa Australiana, a Indonesia, a América y a África, en ese entonces la flota china tenía más hombres en el mar que la ciudad europea más grande, sus barcos eran cinco veces más grandes que los transatlánticos europeos, su flota fue en ese entonces era la mejor del mundo, estaban mucho mejor equipados para colonizar que los españoles, portugueses o ingleses.
-¿Y qué paso? ¿Por qué no conquistaron nada de lo que descubrieron?
-Zhen He fue enviado a explorar por el emperador de la dinastía Ming, sí, la misma de los jarrones, pero esta fue derrocada y llegaron al poder unos gobernantes conservadores que seguían la doctrina confuciana.
-¿De qué se trata?
-Pues, es sumamente aburrida, según Confucio no se debía alterar el orden o equilibrio natural explorando y descubriendo y bla, bla, bla, sólo eran unos viejos conservadores que no les gustaban los viajes a ultramar, al volver los barcos los desmantelaron para aprovechar la madera y China retrocedió bastante al sumirse en esos aburridos ideales conservadores que la aislaron tanto.
-Eso es… Triste y patético… Se perdieron de tanto, pudieron colonizar todo eso y ser los dueños del mundo.
-Si, ya desde entonces eran el país más poblado, y con tanto espacio para colonizar definitivamente jamás hubieran necesitado la ley del hijo único… mira, ya tengo imagen.
En una pantalla apareció un planeta verde, café y azul.
-Es la tierra –dijo Rose.
-Sí, pero muy distinta a la que conocemos, hay ocho mil millones de habitantes, tres cuartas partes de raza asiática, Australia e Indonesia, toda América y la mitad de África, es lo más cercano que encontraremos a una tierra unida, ¿verdad?- giró un interruptor y golpeó con un mazo un tablero-... bueno ya tengo conexión con el universo.
-Espera, ¿No habías dicho que viajar a otro universo es imposible?
-Los tiempos cambian, la tecnología avanza a pasos agigantados, si lo es en tu era imagínate para otras razas, Rose esta será tu primera vez en otro universo… planificada –se corrigió, recordando la ocasión en que dieron a dar por accidente a otro universo- ¿lista para conocer a tu versión paralela asiática?- observó su reacción antes de continuar- pues aquí vamos… -jaló una palanca y la columna central de la Tardis empezó a bombear y brillar.
La Tardis comenzó a desplazarse de un modo más violento y agitado que de costumbre, por un segundo Rose temió por su seguridad, pero de algún modo la tranquilizaba que el Doctor siguiera oprimiendo botones, no obstante eso no parecía tener resultados, la Tardis seguía moviéndose casi como en una montaña rusa, buscó un lugar de dónde sujetarse, se aferró algo tensa a una de las sicodélicas vigas que componían la estructura interna de la Tardis y luego de unos segundos finalmente se detuvo.
-Universo nuevo, es difícil airarse a sus leyes físicas- dijo el Doctor rompiendo el silencio.
-¿Dónde estamos?
-Donde siempre, en Londres, en el 2010, con un poco de suerte no habrá cambiado mucho, -mientras hablaba se ponía su anticuado sobretodo- los británicos aún tenían media África y la India para conquistar, mi plan es informarnos un poco de la situación mundial desde el lugar más familiar que tengamos, a tus clases de historia les sumaremos la historia de este universo, ¿Un poco pesado, verdad?
-Un universo paralelo- comenzó Rose, otra vez meditando y filoso fizando sobre la actual situación, algo que siempre le había ayudado a comprender el peso de lo que pasaba- todo será tan distinto… todo puede estar de cabeza, como en Alicia en el país de las maravillas.
-No, si no me equivoco, ya he visto ese universo, ningún otro se le parece.
Digirió rápidamente la increíble respuesta del Doctor y prosiguió.
-Pero, todos los que conozco serán distintos, quizá ni siquiera existan.
-O quizá sí, tu madre puede ser una china y Ricky un miembro de la familia real- bromeó mientras tomaba la perilla de la salida.
-Sí y tú finalmente serías pelirrojo como querías.
Entre risas cruzaron la salida de la Tardis.
Rose estaba apunto de preguntarle al doctor si llevaban la ropa adecuada, después de todo la moda también podía ser completamente distinta en el 2010 de aquel universo paralelo, pero el salió con su traje de siempre de todos modos, no obstante descubrió que su preocupación estaba bien fundada en cuanto salió y vio a unos caballeros medievales a caballo apuntándoles con espadas. Subieron las manos y aguardaron que alguien dijera algo.
-En nombre de Dios, ¿Quiénes son ustedes?- preguntó el caballero más viejo.
-Pues al menos habla inglés- susurró el Doctor a Rose- He… somos viajeros, venimos de muy lejos para conocer vuestra tierra, somos exploradores- agregó.
-¿A ustedes los envía la Inquisición?
-No, señor, somos británicos, pero no venimos en nombre de nadie a explorar, sólo es nuestro estilo de vida, he… recibimos el apoyo de universidades y fundaciones británicas con quienes compartimos nuestros descubrimientos, pero al final somos independientes.
-Señor, debe estar mintiendo, lo más seguro es que sean espías de la corona- interrumpió un alférez.
-La corona no tiene idea de que estamos aquí, y sus proyectos de exploración y conquista son al norte del continente, no aquí en el fin del mundo. ¿Puedo saber el porqué de la vestimenta de la joven?
Rose ya se había encontrado en una situación similar, pero su ropa era más reveladora y la acusaron de “desnudez”, pero eso fue en el siglo diecinueve y además ahora traía ropa de invierno, también ajustada, pero al menos le cubría todo lo que consideraran “escandaloso”.
-Pues… -volvió a improvisar el Doctor- verá, es una mezcla de la nueva moda de Londres y prendas de vestir y materiales que nos enseñaron los indígenas, por estos lugares la ropa no alcanza y uno debe confeccionar la suya, así que nos dimos el privilegio de ser originales.
Por lo que había escuchado había adivinado que esos hombres no sabían de su patria desde hace mucho tiempo, así que por la reacción discreta que leyó en los rostros de algunos se dio cuenta que su historia era factible, percibió varios sentimientos encontrados al recordarles su lejana tierra, de la cual sabían tan poco que podían esperar cualquier cosa de ella a esas alturas.
-¿Y no tienen nada que ver con las tropas del general T-seng?
-Pues no, señor, naufragamos hace unas semanas y sólo hemos tenido contacto con los indígenas, con nadie más.
-Y supongo que quieren que los lleve con migo.
-Pues le estaríamos eternamente agradecidos, las provisiones se nos están acabando.
El Doctor se dio cuenta de que la teoría de que eran espías resucitó entre ellos, pues nuevamente le empezaron a hablar al caballero más viejo por la espalda y los soldados susurraban entre ellos.
Luego de unos momentos de tensión dijo:
-Pueden acompañarnos, pero no hagan nada, y serán vigilados, ¿entendido?
-Mil gracias señor.
Les amarraron las manos y los llevaron caminando jalados por un caballo, el Doctor calculó al menos veinte caballeros, cada uno con su caballo, poco después de empezar a caminar examinó con Rose su situación.
-Entonces si esto no es Londres ¿Dónde estamos?
-Por lo que dijeron, en el fin del mundo… -sonrió y observó su cara antes de continuar-en América, al parecer en la Patagonia.
-¿Pero en cuál año?
-¡Disculpe!- gritó el Doctor hacia el jinete del caballo que los conducía, al mirarlo tuvo que entornar sus ojos por la luz del sol- Tengo una pregunta, ¿En qué año estamos?
-¿Tan perdidos están? El 1598 de la era de nuestro señor.- dijo y volteó su cabeza hacia el frente.
-Pues, me he equivocado de hemisferio, de continente y por cuatrocientos años.
-Esto si lo voy a recordar- dijo Rose sin contener la risa- nunca antes te habías equivocado tanto.
-Oye, el universo tiene veinte billones de años de edad y es ilimitado, aunque finito, cuatro siglos y unos miles de kilómetros no es nada al lado de eso.
Rose le exigió con la mirada una excusa más plausible.
-Bueno, supongo que es el cambio de universo, los instrumentos de la Tardis no están calibrados con este espacio-tiempo, toma en cuenta que lo único que hice para capacitarla para el viaje entre universos fue descargar unas actualizaciones que me enviaron los oxiopitucas, como si las bajara de Internet.
-¿Y ellos quiénes son? Si hay conquistadores europeos en América después de todo.
-Recuerda lo que dijeron, vienen huyendo de la inquisición, nadie sabe que están aquí, y además mira sus insignias.
Los caballeros más viejos tenían cruces rojas en sus pechos y el caballo que los llevaba tenía enrollada y junto a otras bolsas una bandera que parecía tener los mismos colores.
-¿Dónde he visto eso antes?- preguntó Rose.
-Te daré una pista, la Orden de los pobres Caballeros de Cristo, mejor conocidos como los caballeros templarios.
-Pero… ¿No se supone que los masacraron a todos en el siglo catorce?
-Bien, hiciste tu tarea, esa es la historia “oficial”, pero como sabes hay muchas leyendas entorno al paradero de los últimos templarios, algo que si está comprobado es que efectivamente huyeron a América.
-¿Estás bromeando?
-No, los templarios tenían su propio puerto y una flota envidiable, además por mucho tiempo fue un misterio de dónde sacaban la plata para construir tantas catedrales y castillos góticos, la plata en esas cantidades no existía en Europa, fue porque en realidad la traían del nuevo continente.
-Definitivamente Colón estaba lejos de ser el primero en América- agregó Rose.
Más adelante, el caballero más viejo, de nombre Lord James Connery, delante de todos y con una vista perfectamente adaptada al sol patagónico, sin quitar la vista del frente fue interrogado por su segundo al mando, el padre Ford, quién acerco discretamente su caballo hacia él.
-Mi Lord, ¿En verdad es prudente llevarlos con nosotros?
-No podrán escapar si son espías, además nos servirá para informarnos de la situación en Europa.
-Hemos estado tanto tiempo ocultos, no se da cuenta que todo lo que hemos conseguido en estos trescientos años peligra al traerlos.
-No se preocupe, de todos modos ya estaba en nuestros planes salir del anonimato, si las negociaciones con T-seng son fructíferas entonces no tendremos que volver a escondernos aquí en el fin del mundo y Europa pagará por lo que nos hizo.
Luego de una media hora a pie, poco antes de que Rose empezara a cansarse, llegaron a una gran ciudad medieval recortada por el paradisíaco paisaje de la Patagonia, era frío y húmedo, pero a la vez acogedor, poseía un verde y un azul que irradiaba vida a esa lugar, una cordillera un poco hacia el este con un imponente fuerte en sus alturas y un río hacia el lado oeste de la ciudad en el cual también había bastante gente a sus orillas, ya sea lavando su ropa o pescando.
-Forasteros, bienvenidos a la Ciudad de los Césares- dijo Lord Connery.
Tanto el Doctor como Rose estaban boquiabiertos, esta última parecía que iba a llorar.
Los llevaron a un edificio contiguo a lo que parecía la comisaría, les dieron una habitación en una torre en el tercer piso y les dijeron que habría un guardia en la puerta y otro afuera atento por si intentaba salir por la ventana.
-También hay ropa de mujer de la hija del alcalde, ojala sea de la talla de la joven, de ese modo podrá andar con ropa más acorde con nuestra sociedad- Rose ya estaba esperando que alguien le pasara ropa más “acorde”, así que agradeció el gesto.
Luego de echar una ojeada al closet y ponerse la ropa contra el pecho frente al espejo dijo:
-Mas vale que te voltees, aunque compartamos habitación no te hagas ilusiones- dijo Rose.
-De acuerdo, pero ya que compartimos habitación habrá que aclarar ciertos puntos importantes: tú lavarás esa ropa- se volteó y fijó la vista en la ventana- y de paso me harás la cena y arreglaras la cama.
-Muy gracioso.
-Linda gira de estudios, en el fin del mundo… ese fuerte de allí - señaló fuera de la ventana- es el centro de toda la ciudad, fue lo primero que construyeron, como un refugio casi provisorio, en nuestro universo sus ruinas fueron todo lo que encontraron, lo tuvieron que quemar en cuanto supieron por boca de los indios que los españoles venían junto con la inquisición, de ahí no se sabe que pasó con ellos, seguramente vagaron por estos valles siempre ocultos de los europeos, pero aquí, tuvieron la oportunidad de prosperar, tres siglos en que creció esta ciudad.
-Cuando nos trajeron aquí, atravesamos varias calles y vi tanta gente feliz, niños riéndose, jugando, no vi a nadie sufrir, todo se veía tan prospero y todos tan sanos.
-Y desde aquí no se ve nadie en la comisaría, deduzco que tampoco tienen crimen, y al parecer no se llevan muy mal con los chinos, todo eso les permitió construir este hermoso lugar…
Verdaderamente era un lugar único, un paraíso perdido entre esas bellas tierras, el Doctor había visto millones de cosas a lo largo de sus novecientos años, algunas las compartió con Rose, pero era en momentos como ese en que recordaba que aún podía conmoverse con cosas que existían en la tierra y sólo en la tierra, aquellas praderas también existían en su universo y repentinamente se sintió estúpido por nunca haber ido a verlas, y creía que conocía a la tierra…
Al mediodía los hicieron bajar para el almuerzo, el lugar era similar a una posada, el comedor no era muy amplio, pero allí los esperaba el padre que iba junto a lord Connery y un par de soldados vigilando.
-Suplico me disculpen, pero todavía no se sus nombres- dijo el padre.
-Bueno, yo soy el Doctor James Anderson y ella es mi asistente Rose Tyler- improvisó con su sonrisa habitual.
-Yo soy el padre Alfred Ford, siéntese por favor.
Poco después unas criadas indígenas les sirvieron un platillo de una carne que el Doctor no supo identificar.
-Ustedes tienen el placer de ser los primeros europeos en descubrir nuestra ciudad secreta en los confines de la tierra, me imagino que no hace falta que les diga que guarden el secreto.
-Por supuesto que no, todos en Gran Bretaña sabemos que el traidor del rey Felipe cuarto fue un tirano ingrato y malagradecido al quitarle todo su honor y fortuna a la orden templaria para pagar sus deudas.
-Jamás pensamos que nos daría la espalda de ese modo, el mismísimo vaticano conspiró con él porque nos temían sólo por todo el poder que acumulamos… -tenía la vista en una copa mientras hablaba, la quitó al proseguir- mírenme, hablo como si yo hubiera vivido eso, cuando ya no queda nadie de los que llegaron a estos valles por primera vez a construir.
-Entonces usted no es oficialmente un padre- dijo el Doctor.
-No, me temo que no, pero los que llegaron con ellos mantuvieron vivas esas tradiciones, al igual que instituciones como la de los títulos, de ese modo tenemos una sociedad que trata de emular a la Europa que nos expulsó, pero mucho más prospera.
-Me llama la atención que hallan crecido tanto en número, ¿cuántas mujeres llegaron con los colonos?
-Pocas, la mayoría de los caballeros huyó casi de improviso, sin tener tiempo de pasar por sus familias y pertenencias, se fueron reuniendo en puertos secretos que teníamos en islas al norte de este continente, de allí se organizaron en una sola flota que desembarcara lejos de dónde puedan llegar más europeos, no obstante aquí ha habido un considerable proceso de mestizaje con las indígenas locales, aún así tratamos de mantener algunas castas lo más puras posible.
-¿Y no han tenido problemas con los conquistadores chinos?
-No son de la inquisición, y eso nos basta, hemos tenido poco contacto, pero al ser estos tan superiores en número tratamos de no tener problemas con ellos.
-¿No pensaron en huir al oír de su llegada?
-Lo consideramos, pero para entonces había crecido tanto la ciudad, no podíamos dar un paso atrás, así que decidimos quedarnos, los chinos no quieren nada con nosotros después de todo.
-¿Y dónde está el jefe de los caballeros que nos trajeron?
-¿Lord Connery? Continuó hacia el norte, va a hacer unas negociaciones con los chinos, precisamente.
Poco después, a cientos de kilómetros de allí en un campamento de los conquistadores chinos, en un hecho inédito, atestado de huestes indígenas, los jefes de cuadrillas chinos firmaban un tratado de paz con los indígenas con ayuda de varios intérpretes y un representante de cada bando.
-Muy bien, está listo- dijo el general T-seng luego de levantarse del escritorio donde se redactó todo y dar todas las despedidas y agradecimientos correspondientes- jamás hubiera imaginado que me rendiría ante unos nativos desnudos- le hablaba en inglés a Lord Connery mientras caminaban hacia otra tienda, no era muy legible, pero Connery le entendía- este ejército fue el único de este nuevo continente que no logramos vencer.
-No cante victoria tan pronto general, ¿Qué me dice de los ingleses en el norte?
-Lord Connery, voy a decirle algo- lo detuvo, dando signos de que lo que diría sería con toda la confianza que un hombre podía tener- recuerda cuando un reino mediocre y pordiosero unificado hace poco, ¿cómo se llamaba…? España, envió a unas inútiles huestes a intentar quedarse con algo de estas tierras, los muy imbéciles creyeron cada palabra de los mitos de los indígenas que los enviaron al corazón del amazonas y ni le recuerdo como volvieron, los expulsamos poco después en una sola batalla, como ve lo único que hicieron aquí fue darle un nombre a su ciudad que por alguna razón quedó para la posteridad “La Ciudad de los Césares”- dijo en inglés, pero le costó pronunciar “Césares”-. Los Británicos, le prometo que tampoco durarán mucho aquí, tenemos una ventaja numérica innegable y estamos mucho mejor preparados, así que pierda cuidado, la Inquisición esta lejos de descubrir su ciudad.
-No trato de desafiarlo, pero si esos indígenas desnudos pudieron por tantas décadas con las tropas chinas quién nos dice que alguien más no podrá.
-Le informo que si renunciamos a esta parte del continente fue porque todos nuestros exploradores y espías concuerdan en que no hay nada de valor suficiente que amerite una intervención militar mayor, además luego de las tierras de los Mapuche están sus tierras, las cuales pensamos respetar si efectivamente concretamos el trato.
-Por supuesto- dijo pasando a otro tema.
-¿La información que tiene es fidedigna?
-El último barco que enviamos a Europa volvió hace cincuenta años, confiamos en que no habrán cambiado muchas cosas en ese tiempo.
-Excelente, después de todo, siempre hay algo de conquistar.
Mientras hablaban, una estatua humanoide perfectamente caracteriza como soldado vigilaba desde la entrada a la tienda.
En la posada El Doctor y Rose se encontraban recorriendo el lugar, el edificio tenía tres pisos, el primero era efectivamente una posada, pero los siguientes estaban restringidos.
Al final de una escalera dieron con una puerta serrada y un letrero que decía “No pasar”.
-Bueno, me temo que tendremos que entrar- dijo el Doctor sacando su destornillador sónico.
-¿Por alguna razón en especial?- preguntó Rose.
-No nos dejan salir, nos aburrimos mucho sin lugares a dónde ir, además siempre que alguien esconde algo usualmente hay malos intenciones detrás de ello y terminamos metidos en una aventura para desenmascararlo.
-Pasatiempo, investigación policíaca, también pudiste agregar excursión escolar.
-No es mala idea.
Dieron con otro piso, a un amplio pasillo bien iluminado por la luz del sol, con ventanas a un lado y más puertas al otro, pero el Doctor se guió por su intuición al dirigirse a abrir la puerta que distinguió al final. Entraron a una amplia habitación llena de objetos antiguos traídos hace siglos de Europa, armaduras, escudos, una biblioteca y un escritorio no muy lejos de una chimenea con un sofá junto a esta.
El Doctor llegó a una estantería donde había unos adornos de un material que no supo identificar, algunos parecían tener manufactura inca, otros tenían diversas formas como tigres y pequeñas esculturas, “Es precioso” susurró Rose, pero lo que más le llamó la atención fue una copa y una espada sobre una chimenea de un mango de un azul sicodélico y precioso, la sacó de donde estaba colocada y la examinó.
-Todos son de materiales que sólo se encuentran en esta tierra- dijo una joven al entrar en la habitación- ese sólo se obtiene en el norte, pero este otro- tomó lo que parecía un pequeño puma de entre los adornos- es de un material de origen volcánico que sólo se da aquí.
-Sabes mucho de esta tierra.
Dijo el Doctor, Rose aún parecía preocupada porque los delatara.
-¿De qué otra cosa voy a saber? Las noticias de los indígenas son las únicas que nos llegan.
-Vale la pena estar tan aislados, de ese modo esta ciudad ha llegado tan lejos.
-Todos creemos que eso va a cambiar ahora que se acercan los chinos.
-¿Cómo te llamas?
-Sofía Rousseau Merovingia.
-¿Acaso eres hija del alcalde?
-Así es, señor, y ustedes no deberían estar aquí.
-Ya nos íbamos de todos modos.
-No importa, no le diré a nadie, pero me gustaría que me hablaran un poco de Londres, ¿Cómo es?
-Pues… verás, -comenzó el Doctor- Londres es una ciudad muy grande y con mucha gente, es bastante ajetreada y tiene muchos más palacios que los que hay aquí…
-Y todos son muy patriotas- dijo Rose- y junto al parlamento hay un enorme reloj conocido como el Big Ben.
-¿Qué es un reloj?
Rose también trató de aportar un poco, tuvo que desistir al darse cuenta de que en realidad poco sabía del Londres de hace cuatrocientos años, prefirió dejar al Doctor hablar en vez de decir cosas que Sofía no entendería. Sólo el Doctor era capaz de hacer fluir aquella conversación del modo en que lo hicieron. Comenzó a tomar el peso de lo necesario que era que supiera más de historia.
A las puertas de la Ciudad de los Césares volvió su antiguo Lord acompañado de una amplia guarnición del ejército chino. Los recibió el padre Ford.
-Tengo todo listo mi Lord, los documentos están en la posada.
-Excelente, ahora tratemos que su visita este exenta de complicaciones.
Así los soldados se adentraron en aquella ciudad perdida, desde sus caballos notaban como todos se acercaban a verlos, aquellos hombres de raza y prendas distintas cruzando las calles de su ciudad secreta eran un verdadero desfile como nunca antes visto, a caballo iban los mortales, pero a pie iban los más altos, algunos se notaban desteñidos, lo que revelaba que no eran humanos, sino estatuas vivientes disfrazadas, ningún caballo podría con su peso, uno que pasó muy cerca de un niño que miraba muy atentamente desde la vereda le dirigió una mirada literalmente de piedra que se distinguía por debajo de los pañuelos que ocultaban sus rígidos rostros.
El Doctor ahora se encontraba ojeando los libros de la biblioteca cuando Rose se le acercó a Sofía.
-Entonces, tú serías algo así como la nobleza de esta ciudad.
-Supongo, mi padre no me deja interactuar mucho con el bajo pueblo y siempre dice que debo casarme con sir Maxwell, no entiendo porque, somos parientes cercanos, pero no tiene tanta fortuna como se esperaría.
-Quizás es porque es buen hombre, ¿Cómo es él?
-Educado, agradable, canoso, un individuo con mucha…
-Espera, ¿dijiste canoso?
-Si, señorita.
-¿Qué edad tiene?
-cincuenta y cinco años.
-Pero… si tú no debes ser mayor que yo.
-Tengo diez y seis, señorita.
- … Oye, que lindo pájaro- señaló Rose hacia una jaula cambiando de tema.
-Se llama Fawkes.
-¿Puedo abrirlo?
-No, señorita…
Rose ya había abierto la jaula, lo que ocasionó que el canario saliera disparado hacia fuera en busca de la ventana, pasó junto al Doctor al salir al exterior, pero este no le prestó atención.
-Dios mío, por favor perdóname.
-Por eso mi padre siempre lleva la jaula a la ventana cuando lo quiere dejar salir.
Antes de salir de la habitación dio un par de giros en los cuales derribó tres copas de cristal de una repisa, Rose y Sofía se inclinaron para limpiar los vidrios rotos del piso.
-Si mi padre ve esto sabrán que estuvieron aquí.
-No se enterará si limpiamos rápido, ¡Auch!
Rose se cortó la mano con uno de los cristales, envolvió la cicatriz con un pañuelo que venía con su vestido y Sofía se le acercó.
-Que señorita más descuidada.
-No es nada, no se preocupe.
-Déjeme verla
Retiro un poco el pañuelo y pudieron ver como la sangre brotaba.
-Aunque, quizás llegue a necesitar puntos, no lo se, ¿En verdad crees que es serio?, ¿Tienen algún Doctor en este lugar? Bueno, yo vengo con un Doctor, pero no es lo mismo… lo siento, pero me pongo nerviosa cuando veo que sangro demasiado, más allá de una gota o un hilito de sangre me ponen alerta y… ¿Qué pasa?
Mientras hablaba Sofía fue introduciendo sus manos a través del pañuelo y suavemente acarició la mano de Rose, luego, un poco manchada de sangre, retiró sus manos y el pañuelo mostrando a la mano de Rose sin daño alguno.
-Pero… ¿Cómo demonios hiciste eso?
-No lo se… es un don, lo he tenido desde pequeña.
Luego de tartamudear un poco Rose decidió buscarle la explicación a eso después y seguir limpiando.
-Bueno, todavía tenemos que levantar todo esto para que no nos descubran.
-No servirá de nada si ve que Fawkes no esta- al decir esto Sofía el canario volvió a entrar por la misma ventana y se posó suavemente en la mano de Sofía.
-Pero, tú… lo llamaste, cómo…
El Doctor seguía ante la ventana sin intervenir en lo que ocurría dentro de la habitación, había tomado un pequeño anillo hecho aparentemente también de la piedra azul y se asomó a la ventana para ver el efecto que tenía la luz del sol sobre la piedra. Con sus lentes puestos, mientras examinaba el brillo distinguió a unas carretas y caballos detenerse frente al edificio.
-Oigan chicas, creo que tenemos compañía.
-¡Dios mío!- exclamó Sofía al ver que habían llegado- tenemos que bajar antes que se den cuenta que estuvieron aquí.
Rápidamente atravesaron el pasillo y bajaron la escalera, cuando estaban por salir el Doctor se adelantó y abrió unos centímetros la puerta, ya había mucha gente afuera, no podrían salir.
Curiosamente los invitados resultaron ser soldados chinos, los cuales se agruparon en torno a una mesa en que el padre Ford depositó una serie de rollos y documentos que les fue explicando.
-Ya no hay nadie más adentro, comencemos.
-Estos trazados fueron hechos por los fundadores de esta ciudad, estos de aquí los hicieron nuestros últimos hombres en ir a Europa, no sólo son calles lo que podemos darles, conocemos todos los puntos débiles de varias defensas de ciudades, aquí por ejemplo, un cañonazo hacia la base derrumbaría la torre más alta provocando un efecto dominó y aquí, junto al canal, unos escasos metros bajo el agua hay una abertura que pueden usar sus hombres para entrar…
Detrás de la puerta el Doctor, Rose y Sofía procuraban no hacer ruido.
-Sofía, ¿Hay alguna otra salida?- susurró el Doctor.
-Me temo que no.
El Doctor volvió a fijar la vista en la angosta abertura por la que veía la escena, alguien dijo que iría a buscar unos mapas, instantes después, cuando su vista ya se había ajustado al ángulo que tenía de la mesa rodeada de gente esta imagen fue cubierta por completo por el torso de un hombre a pocos centímetros del ojo del Doctor.
-¡Corran!
No alcanzaron a subir muchos escalones cuando alguien desembucho una espada y les gritó: “¡Alto!”
El Doctor y Rose subieron las manos como si se tratara de un revolver, al darse vuelta vieron a Lord Connery apuntándoles con la espada y este dijo:
-Sofía, ¿Qué estas haciendo con los forasteros?
-¡Son espías! ¡Encerrémoslos!- Gritó uno de sus soldados.
Los soldados chinos hicieron mucho más ruido al darse cuenta que eran espiados, pero finalmente fue el padre Ford quien tomó la palabra:
-Lo mejor que podemos hacer es llevarlos a la comisaría, después decidiremos su destino, en cuanto a la señorita Sofía, no es mala idea asignarle un vigía.
-¡Mi hija no ha hecho nada malo! ¡No permitiré esto!
-Lo siento, mi Lord, pero debemos hacerlo. Cabo, lleve a los forasteros a la comisaría.
Los siguió Sofía y a esta su padre, al salir recibieron las penetrantes y frías miradas de los soldados chinos.
-¡Viste eso! Parecen de piedra- dijo Rose.
-Sí, me fije.
El cerro comenzaba a elevarse abruptamente por sobre el suelo, se encontraba rodeado de edificios y a mitad de este un fuerte con varias ampliaciones hacia abajo que lo conectaban con el resto de los edificios, no muy lejos, también pegada al cerro estaba la comisaría.
Al llegar a la comisaría el Doctor comprobó que efectivamente esta no tenía nada más que un prisionero en una celda que estaba frente a donde los iban a encerrar, este estaba de espaldas mirando a la pared, de modo que no pudo ver su rostro. La comisaría estaba construida enteramente de roca y parecía que parte de sus instalaciones se adentraban en el cerro, la iluminación no era muy buena y apenas había un guardia, aún así fue el mismo Lord Connery quien buscó las llaves y los metió en la celda.
-¡Padre, te juro que no estaban haciendo nada malo! ¡Sólo conversamos y les mostré algunos adornos!
-¿Adornos? Para empezar que hacían en mi estudio, eso comprueba que son espías, debes aprender hija que no toda la gente que se te presente como agradable será buena de verdad.
-Lo mismo puedo decir de usted- dijo el Doctor- les dan información a los chinos para invadir Europa.
-¿Cómo?- dijo Rose.
-¿Es verdad lo que dice, padre?
Acorralado, Lord Connery se vio obligado a confesar.
-Europa nos traicionó, masacró a nuestros hermanos y nos despojó de todo lo que teníamos, tuvimos que huir para sobrevivir, después de todo lo que hicimos por ellos, el señor no hizo justicia porque estos problemas son generados por los hombres, y por lo tanto también ajusticiados por ellos.
-Pero si son caballeros templarios, ustedes son monjes después de todo- dijo Rose- ¿En verdad serían capaces?
-Niña, las intenciones originales de los chinos no eran dejarnos en paz, quisieron nuestra ciudad en cuanto supieron de ella, no podíamos dejar que nos la quitaran también, así que les dimos lo que querían: Ayuda para dominar el mundo. Los europeos se han convertido en un problema para ellos, las guerras en África por las colonias no han parado.
-América, África, Oceanía, Asia por supuesto y ahora Europa, tenían que ir por todo, verdad.
-Si yo fuera usted procuraría ser menos atrevido de ahora en adelante, no se quién los haya enviado, pero si quieren una pena misericordiosa de la justicia de nuestra ciudad yo comenzaría a suplicar ahora.
Se fue a guardar las llaves y Sofía se les acercó.
-¿Ustedes en verdad son espías?
-Claro que no, ¿Por qué no nos dijiste que el era tu padre?- preguntó el Doctor.
-Supuse que lo sabrían- respondió Sofía cabizbaja.
-¿No puedes hacer que nos liberen?- preguntó Rose.
-No, jamás me haría caso, me temo que están atrapados, lo siento- Sofía dio media vuelta y se dirigió a su padre.
-He hecho cosas mucho más peligrosas, - dijo Rose algo nerviosa- pero al espiar a esos hombres y ser descubierta… bueno, me sentí como si fuera una colegiala gastando una broma a un adulto, creo que por eso me asusté un poco cuando nos descubrieron.
-Descuida, siempre tendremos manera de salir de aquí- dijo el Doctor con su destornillador sónico en la mano- ¿Recuerdas cuando dije que tu madre podía ser china? Pues parece que tenía razón.
-Oye, estaba pensando… crees que ahora que podemos viajar entre universos paralelos podríamos ir a visitar a…
-Rose, ya viste lo que le pasó a la Tardis, definitivamente no fue hecha para viajar a universos paralelos, aunque tratemos de ir es improbable que demos con el año exacto… oye, no es que no lo quiera ver, sabes que no lo odiaba de verdad, es sólo que es peligroso.
-No te preocupes, entiendo- dijo Rose resignada- hace unos meses te hubiera obligado a intentar, pero bueno… supongo que tienes razón, solo espero que este bien.
Poco después entraron unos soldados chinos armados dirigidos por el general T-seng.
-General, ¿qué hace aquí?, no se preocupe por estos espías, el padre Ford aún debe tener mucho que contarles.
-Eso ya no será un problema, ya nos dijo todo lo que necesitábamos saber y si aún nos falta algo el vendrá con nosotros.
-No lo comprendo.
El general exclamó una orden en su idioma y sus soldados prepararon sus lanzas.
-Ahora esta ciudad está bajo el control del ejército del imperio chino.
-No puede hablar en serio… ¡¿Cómo pudieron hacernos esto, teníamos un trato?!
-Espósenlo.- un soldado no demoró en cumplir la orden y esposar a Lord Connery- póngase de rodillas, ahora tomen a su hija, amárrenla y llévenla con nosotros.
Sofía se defendió a arañazos y mordiscos, pero de un solo golpe en la cabeza la sometieron los soldados.
-¡No, mi hija no! ¿Qué es lo que quieren?
-Algo que no podía formar parte de ningún trato, queremos el famoso tesoro templario.
-¿De qué esta hablando?
-Nuestros espías dieron cuenta de una conocida leyenda europea que decía que los templarios habían dado con el Santo Grial perdido en tierra santa y huyeron con él cuando los persiguió la inquisición, dicen que ese cáliz proporciona poderes asombrosos a quien lo posea, y si no, nos será muy útil para chantajear a la institución más poderosa de Europa: su Iglesia.
-No tenemos nada parecido, jamás hemos tenido el cáliz en nuestras manos.
-Veamos si dice lo mismo cuando vea a su hija azotada.
-¡No!
-¡Entonces hable!
Lord Conney ya no supo qué decir, sólo mantuvo su silencio.
-Bueno, hablara con el tiempo- dijo acercándose a su rostro- ahora, ¡usted!- señaló al Doctor.
-¿Yo qué hice?
-Dijeron que era un espía, quizás el nos tenga información más reciente de nuestro objetivo.
-¿Quiere que lo interroguemos también, señor?
-Sí, a las niñas déjelas ahí, quiero comenzar con este Lord, y ver si es tan valiente para que hable sin que toquemos a su hija.
Sacaron al Doctor de su celda y metieron a Sofía en ella con Rose.
-¡Doctor!- gritó Rose.
-Estaré bien, Rose, ¡Procura cuidarte!
En pocos segundos ahora se encontraban solas en la comisaría, sólo con el prisionero de enfrente y un guardia chino que vigilaba la entrada, pero que no estaba a la vista.
-Ya esperaba que algo cambiara con la llegada del ejército chino ¡Pero no así!
-Tranquila Sofía, el Doctor nos sacará de aquí.
-Tienes mucha fe en ese Doctor, ¿Es Doctor en medicina o en alguna otra escuela?
-Pues… créeme que no tengo la más mínima idea, el guardia no nos ve, ¿no hay algún modo de salir de aquí?
-Quizá la hay- dijo repentinamente el prisionero de enfrente.
-En verdad, ¿Usted quién es?
-Le dicen el Vikingo- aclaró Sofía.
-¿Es Vikingo de verdad?
-No estoy segura.
-Disculpe, usted, señor Vikingo, ¿Sabe como salir de aquí?
-Mi padre ayudó a construir estos calabozos, - el hombre se dio vuelta lentamente mostrando un cuerpo grande y robusto y una enmarañada cabellera castaña- hay toda una red de túneles que atraviesan el cerro isla, cada celda tiene un compartimiento secreto que comunica a ellos, lo hicieron en caso de que esta situación se diese, claro que ellos lo hicieron pensando en la inquisición y no en los chinos, yo usé uno una vez, pero desembocó en el fuerte donde me volvieron a atrapar, por eso cerraron el túnel de mi celda.
-¿Por qué esta aquí?- preguntó Rose.
-Digamos que no me adapto muy bien a la ciudad.
-Le debía al posadero y robó unas hogazas de pan- dijo Sofía.
-Cuando traté de dejar la ciudad no sobreviví mucho tiempo en el exterior, ni los indígenas me querían, así que volví y mi situación fue de mal en peor.
-Así que después de todo no todos los habitantes de esta ciudad son felices.
-Créeme, el es conocido como el único cesante del pueblo, -dijo Sofía- nuestra comunidad comenzó como una familia pequeña, fundada por monjes, fue creciendo con los valores de no dejar atrás a nadie y darle la mano a todos, pero este simplemente no quería levantarse.
-Tú lo dijiste, no quería, no es que no pudiera como dicen las malas lenguas, que soy un bueno para nada.
-Disculpe, volviendo al tema, ¿Dónde esta el compartimiento secreto?
-Bajo la cama hay una puerta trampa.
Movieron la cama, había una puerta, pero cerrada con candado.
-Necesitamos algo puntiagudo, algo con qué abrir el candado, -se llevó las manos a su cabello- ojala tuviera mi… ¿Qué haces?
Sofía estaba sobando el candado de una manera particularmente delicada, luego de unos momentos, mágicamente este se abrió.
-¿Cómo hiciste eso?
-No lo se, es un don creo, lo tengo desde pequeña…
-En verdad eres rara… bueno, después le buscamos una explicación razonable, entremos, rápido.
A Lord Connery lo llevaron al fuerte, el cual ya estaba bajo el control de los chinos, lo tenían amarrado en un rincón de la nueva oficina del general T-seng mientras buscaban un mejor lugar donde tenerlo, allí T-seng firmaba unos pergaminos y en la entrada un hombre de piedra vigilaba al prisionero, luego uno de sus soldados de carne y hueso le trajo una carta.
-¡Excelente!- dijo en cuanto leyó la carta- la colonia en el sur ya esta lista, el ejército esta listo para partir.
-¿Colonia en el sur?
-Comenzamos en el extremo austral, de ahí fuimos expandiendo nuestros dominios hacia el norte, nadie se enteró de esto, fuimos discretos y los indígenas fáciles de someter, ahora las ciudades son autosuficientes y tenemos rodeados a las tribus mapuche, atacaremos por sorpresa por norte y sur.
-Luego de que firmó la paz, el Doctor tenía razón, tenían que ir por todo.
-¿Nunca ha soñado con un mundo unido, Lord Connery? Un solo y poderoso imperio mundial unificado bajo una sola cultura, pero claro, eso es muy visionario para ustedes los europeos.
-¿Acaso nos está insultando?
-Por todo lo que he visto me he dado cuenta que los europeos son muy cerrados de mente, no son capaces de concebir las posibilidades, mucho menos de imaginar siquiera un sistema nuevo al que conocen, por eso nosotros dominamos el mundo y ustedes apenas logran mantener sus pequeños reinos unidos, por eso nosotros descubrimos tantos continentes mientras ustedes creían que la tierra era plana, por eso todas nuestras campañas han tenido éxito, porque no hacemos oídos sordos a innovaciones.
-Aún así, no podrá vencer a los mapuche, su raza fue concebida para la guerra, para ninguna otra cosa, aunque crean que están en paz siguen alerta.
-En el pasado fuimos confiados y bastantes suaves con ellos, pero esta ves atacaremos en masa, por cada mapuche habrá diez soldados de terracota, -señaló al guardia, el cuál al voltearse hacia el general hizo un leve ruido de piedras arrastrándose- no tendremos piedad esta vez.
-Que Dios se apiade de su alma.
Poco tiempo después lo hicieron incorporarse y lo sacaron de la oficina, lo llevaron al pasillo frente a esta donde había otro guardia con el Doctor.
-Comencemos con las torturas, a él- señaló al Doctor- interróguenlo, luego me informan si le sacaron algo interesante. Tú, -señaló al guardia dentro de la habitación- sígueme.
Cuando todos partieron a cumplir sus órdenes llegaron dos soldados de piedra jalando una gran jaula con ruedas y cubierta por completo por una manta.
-Ya debe estar por despertar, éntrenla.
En cuanto el Doctor se quedó sólo con los dos guardias, mientras iban bajando unas escaleras, con uno al lado y el otro atrás, pues eran muy estrechas, rápidamente agarró del brazo al que estaba atrás y lo jaló hacia el de adelante, hizo una zancadilla a este para que cayera y rodaran por las escaleras, los siguió hacia abajo y en cuanto quedaron derrumbados en el piso inferior le quitó la espada a uno de ellos.
-Caballeros, me temo que tendré que encerrarlos en esa habitación.
Los hizo entrar a un cuarto sin ventanas donde se guardaban las escobas, cerró la puerta y con el destornillados sónico la atoró, luego se dirigió a rescatar a Rose.
Abajo encontraron una antorcha, pero estuvieron media hora tratando de encenderla frotando un par de maderas secas para crear una llama, cuando lo logró, Rose no pudo contener un gritó de alegría.
-¡Qué te parece!, ¡Lo logré!
Desde atrás Sofía estaba haciendo un gesto con la mano para avivar las llamas, pero la escondió en cuanto Rose se volteó hacia ella, pues no quería agravar la impresión que Rose tenía.
-¿De acuerdo, ahora a dónde vamos?- Preguntó Rose.
-No lo se, jamás había oído de estos túneles- dijo Sofía.
-¿No que eran una familia, cómo pueden tener secretos entonces?
-Aunque lográramos salir a dónde iríamos, ya deben estar por toda la ciudad.
-Quizás demos con la casa de algún vecino que nos esconda o algo así, como a los judíos en la Segunda Guerra.
-¿Qué guerra?
-No importa, qué dijeron que querían, ¿El Santo Grial?
-Así parece, pero es imposible, nunca nadie lo ha mencionado en esta ciudad.
-Oye… -Rose se tomó unos momentos para hacer memoria- en la oficina de tu padre no había una copa de un material azul bien bizarro.
-Insinúas… Es imposible, además mi padre tiene al menos tres oficinas, ¿Porqué esconderlos en la que está menos resguardada teniendo escondites mejores?
-¿Por qué no? Precisamente al estar tan desprotegido quién sospecharía que es el Santo Grial, además de ese modo tu padre podía tenerlo a la vista todo el tiempo.
-Entonces tendríamos que volver a la posada.
Avanzaron por el oscuro túnel, Rose distinguió pasar sigilosa a una rata, pero contuvo la mueca de asco, finalmente llegaron a una intersección que los llevaba a dos túneles distintos.
-¿Por dónde?
-Por aquí- señaló Sofía bastante segura al túnel de la izquierda.
-¿Cómo sabes que es por allí?
-Corazonada- entró primero sin vacilar.
-Eres bien rara, niña.
Por aquel túnel la roca y la tierra se mezclaban en el techo, había varias vigas caídas, al parecer la estructura interna había sido dañada por algún sismo en algún momento. Cuidando donde pisaban para no tropezar con algún pedazo de roca caído, comenzaron a notar un putrefacto aroma a medida que avanzaban, junto con un chillido cada vez más poderoso.
-Señorita Tyler… ¿Qué es eso?- preguntó temblando Sofía.
Rose movió la antorcha de izquierda a derecha, luego miraron hacia arriba y vieron a docenas de ratas acumuladas sobre una viga y con sus nauseabundos nidos. Las dos jóvenes pegaron un fuerte grito y corrieron desesperadas, en el camino sintieron como las ratas iban cayendo sobre ellas, finalmente, cuando menos lo esperaban se toparon con una escalera la cual subieron y golpearon y gritaron con todas sus fuerzas a la puerta a la que llegaron. No pasó mucho tiempo y les abrió el Doctor. Sofía se lanzó hacia él y lo abrazó con fuerza.
-¡Chicas!, ¿Están bien?
-¡QUÍTAMELAS! ¡QUÍTAMELAS!- gritaba Rose.
Luego de mucho revolver su cabello cayó una rata al suelo que volvió asustada hacia el túnel, el Doctor hizo un ademán de asco y lo volvió a cerrar.
-Entonces, fuera de su episodio con los roedores, deduzco que están bien- concluyó el Doctor con su eterna sonrisa- de acuerdo, no perdamos más tiempo, salgamos de aquí.
-¿Estamos en el fuerte?
-Así es, pero creo que ya he encontrado una salida.
Las condujo hasta una ventana donde unos metros más abajo estaba una carreta llena de paja.
-El truco más viejo del mundo, vamos Rose.
El Doctor ya había sacado su pierna por la ventana cuando Rose se fijó en la expresión de Sofía.
-¿Sucede algo?
-No es adecuado… y tampoco se si una joven como yo pueda ocultarse y viajar de ese modo.
-No es problema, porque ella no viene- dijo el Doctor.
-¡Qué! ¿De qué estas hablando?
El Doctor hizo una mueca y volvió a entrar su pie, llevó a Rose hacia un rincón y le explicó:
-Mira Rose, esta es historia, y aunque no nos guste debemos dejar que siga su curso.
-¡De qué estas hablando! ¡Ya hemos alterado la historia antes!
-Si, porque había influencia extraterrestre tergiversando las cosas, nosotros sólo las enderezamos.
-¡Pero… y cuando mi padre murió…!
-Y viste lo que pasó, escucha, hemos estado en Londres cuando era bombardeada por los alemanes, verdad, pues no los ayudamos a repeler los ataques, sólo dejamos que la historia siguiera su curso.
-¡Pero esta gente y su ciudad…!
-Sólo porque nos encariñamos con ellos no quiere decir que tengamos el deber de protegerlos, hay una línea temporal, y por esa se esta guiando la federación pandimensional, puede que mucha gente sufra, pero al final existirá un planeta tierra unido, bajo un solo gobierno y una sola cultura, no podemos intervenir en eso.
-Disculpen, ¿No estarán pensando en dejarme aquí?- interrumpió Sofía.
-Pues me temo que tendrá que ser así- dijo el Doctor.
-¡Cómo puede hacerme esto!
-A dónde iríamos de todos modos, los chinos lo controlan todo, tarde o temprano te atraparían, aquí tienes más oportunidades.
-Espías malditos- comenzó a decir entre dientes-… ¡cómo pueden ser tan fríos!
De sus manos se empezó a formar un brillo casi celestial que formó una bola de energía que disparó contra el Doctor, este salió expulsado contra una armadura en la pared y esta quedó desarmada al caer este sobre aquella.
-¡¿Cómo demonios hiciste eso?!- preguntó Rose.
-Yo no lo se… yo…
-Rose…
Voltearon hacia el Doctor. Este tenía un hilo de sangre que descendió de sus labios, el se lo limpió con el dorso de la mano izquierda y dijo:
-La chica viene con nosotros.
Atónitas por su cambio de parecer lo ayudaron de levantarse del montón de metal desparramado.
-Vi otra salida de camino a aquí, síganme.
Un par de pisos abajo, rodeado de esas siniestras figuras rocosas, Lord Connery era torturado ahogando su cabeza en una cubeta con agua. Al sacársela luego de unos eternos minutos le dijeron:
-Esto acaba cuando usted quiera, sólo díganos donde está.
-Entienda- dijo tragando bocanadas de aire- no tenemos ningún cáliz sagrado.
Volvieron a sumergirle la cabeza.
Luego de eso procedieron a amarrarle las extremidades a una cama de madera puesta verticalmente, trajeron una olla con una sustancia similar a la brea y con una cuchara la derramaron lentamente sobre el pecho desnudo de Lor Connery.
Cuando se acercaban a una salida trasera el Doctor, Rose y Sofía escucharon un desgarrador grito.
-¡Mi padre!
-Esta en el calabozo- dijo el Doctor al pegar su oreja contra un puerta cerrada- vamos.
Abrió la puerta y bajó las escaleras, al divisarlo los verdugos chinos no tardaron en sacar mazos y otras armas. El general T-seng gritó una orden en su idioma y los soldados de piedra se lanzaron contra el Doctor, este sacó su destornillador sónico y dijo:
-¡Chicas, tápense los oídos!- le obedecieron y de su aparato surgió un resplandor azul que hizo desmayarse a todos los humanos en la habitación e hizo reventar a los soldados de piedra.
-Wow, no sabía que tu destornillador podía hacer eso.
-Fue sólo un truquillo sónico Rose, -sacó con la punta del índice una gota del líquido y lo llevó a sus labios- … ¡Es terracota!- se dirigió a cortar las amarras del atontado padre de Sofía- sujétese, Lord Connery, espero no haberle destrozado los tímpanos… ayúdenme con él, tenemos que sacarlo del fuerte.
-Oh, Padre, no podremos sacarlo por la salida así, nos alcanzarían.
-Hay un túnel secreto en mi oficina, -dijo débilmente Lord Connery- nos llevará a un refugio secreto dentro del cerro.
Se dirigieron hacia arriba, antes de subir Rose se dirigió hacia los restos de un soldado de piedra, la mitad de la cintura hacia arriba se había desintegrado y en su interior había un material negro y rojizo algo viscoso que lo rellenaba, luego subió y le dijo al Doctor:
-Visto eso, están hechos de piedra ¿cómo es posible?
-En realidad es algún tipo de derivado de la terracota, un material que usan para hacer artesanías y estatuas.
-¿Pero ellos cómo pueden vivir así? ¿Cómo respiran?
-Los pollos cuando están dentro del cascaron respiran porque tienen cientos de minúsculos poros por los cuales se filtra el oxígeno, quizás es un proceso similar.
Con dificultad lo trasladaron si ser vistos por los pasillos, evadieron parapetados detrás de las paredes a los soldados de piedra, en cuanto los veían alejarse rápidamente continuaban hacia donde les indicaba el padre de Sofía.
-Es la puerta que está abierta- les señaló a la puerta en el otro extremo del pasillo.
Cuando se acercaron casi de la nada surgieron tres soldados de piedra, hicieron rápidos movimientos al desenvainar sus espadas, nadie diría que estaban hechos de piedra por la agilidad que tenían, Lord Connery reunió fuerzas y le quitó su espada a una armadura de la pared, se enfrentó a uno de ellos mientras los otros dos iban por el Doctor.
-¡Usa tu destornillador, rápido!- le gritó Rose.
-No puedo, gasté casi toda la energía en el pulso de abajo- dijo y lo guardó.
También se dirigió a la armadura y le quitó una lanza, el Doctor les apuntó con ella unos segundos, luego tuvo una idea, cambió su postura y golpeó la lanza contra la armadura. Se produjo una vibración que hizo que los dos soldados se llevaran sus manos a sus orejas, el Doctor volvió a golpear con más fuerza y la vibración esta vez fue tal que hizo que el oponente de Lord Connery también se detuviera por el sonido.
-¡Entren a su oficina, rápido!- les ordenó y dio tres fuertes golpes más a la armadura, luego rompió una ventana con la lanza y se dirigió adentro con los demás.
Tuvieron la suerte de encontrar la oficina de Lord Connery sin gente dentro, pues T-seng la había convertido en la suya, ya había traído bastantes pergaminos y otros documentos lo que indicaba que planeaban quedarse un largo tiempo en la ciudad.
-Lindo lugar, una curiosa mezcla del estilo clásico europeo con cortinas asiáticas- dijo el Doctor.
-Por el amor de Dios Doctor, ¿Qué son esas cosas?
-Nadie sabe lo que son, los chinos llevan años usándolos, al principio fueron sólo rumores, después empezaron a usarlos como soldados, pero no sabemos que puedan ser.- dijo Lord Connery.
-Pues, hasta ahora sabemos que están hechos de un derivado de la terracota y son vulnerables al sonido- desenvolvió algunos pergaminos de T-seng- quizás en los papeles del general encontremos algunas respuestas- dijo y sacó sus lentes de su bolsillo.
-Pero deben estar chino- observó Rose.
-No olvides que la Tardis no solo traduce cualquier palabra de cualquier idioma sin importar donde estés, también traduce la palabra escrita… mira esto- le acercó un pergamino- Clases de historia número dos: Quin shi-Huan, primer emperador y fundador del imperio chino, ¿te acuerdas de los guerreros de Terracota?
-Esas estatuas de piedra, creo que las vi en un museo una vez.
-Pero apuesto que no sabías que Quin Shi-Huang buscó la fuente de la juventud en sus últimos días de vida, hay muchas leyendas al respecto, murió mientras se encontraba haciendo “un viaje por la China oriental, en busca de las legendarias islas de los inmortales, más allá de la costa este, y el secreto de la vida eterna”.- leyó textualmente.
-¿Y eso que tiene que ver?
-Al parecer lo encontró- le pasó un pergamino donde aparecía trazado un gran cráter con una laguna de un extraño líquido dentro- en una isla casi desconocida cayó un meteorito hace siglos.
-¿Una nave espacial?
-Una nave rariosa, -señaló un símbolo en el pergamino, tenía la forma de un número dos de un reloj digital- los rariosos son una raza similar a los humanos que exploraron este sistema solar hace dos mil años, más o menos cuando cayó esa nave, claro, ahora todo tiene sentido, ellos vinieron a hacer trabajos mineros en el cinturón de asteroides, verás Rose, ellos nunca tomaron a los trajes espaciales como una primera opción, consideraban que gastaban muchos recursos junto con otros sistemas de soporte vida, para lo cual desarrollaron una fórmula de enzimas y mutágenos en una solución que alteraba el ADN de quien lo tocara para adaptarse a las condiciones de vida de algún ambiente en especial, en esta caso el cinturón de asteroides, para lo cual la sustancia estaba condicionada para convertirlos en seres de piedra, secos y duros que no necesitaran agua y de ese modo sobrevivir a las condiciones de un asteroide.
-¿Y se supone que hay un lago lleno de esa sustancia en poder de los chinos?
-Al parecer de allí sacó Quin Shi-Huang la idea de enterrarse con estos seres, no sólo debe alterarlos físicamente, también debe alterarles la mente, los condicionan para ser obreros, leales, trabajadores y sumisos, un curriculum que también sirve para guerrero.
-¿Pero por qué no existen en nuestro universo?
-Este universo fue posible porque una dinastía china se mantuvo en el poder, quizás pasó lo mismo con la dinastía Quin y por eso también perduro su descubrimiento. Por eso querían convertirlo en uno de ellos, de ese modo hablaría, Lord Connery.
Un rugido llegó a interrumpir la conversación, nadie dijo nada, buscaron sólo con la mirada por la habitación de dónde había provenido aquel sonido, el Doctor se acercó a una jaula en un rincón cubierta por una manta, la quitó y en su interior pudieron apreciar a una criatura alada y reptiloide desperezándose.
-Un Dra… Dra…- balbuceó Rose.
Procuraron no moverse ni hacer ruido, pero el Dragón en cuanto los vio despidió otro rugido y despidió fuego.
-¡Síganme!- Lord Connery se dirigió a la chimenea y trató de apagarla.
El dragón luego de forcejear con los barrotes logró abrirlos con sus patas, se elevó por la habitación y extendió sus alas que cubrían más de la mitad, con la vista fija en el Doctor este trató se hacer funcionar su destornillador, al obtener sólo débiles destellos azules se dirigió a una vitrina con copas de vidrio y al mismo instante en que el dragón se dirigió hacia él tomó una copa y la golpeó con su destornillador de tal modo que produjo una vibración que atontó al dragón.
-¡Entren, deprisa!- Lord Connery ya había apagado el fuego, presionó un botón dentro de la chimenea y el fondo se corrió dando paso a un túnel.
Todos se agacharon y entraron, el Doctor fue el último y se lanzó hacia el interior con el dragón siguiéndole, en cuanto estuvo adentro serraron la puerta de piedra.
-Bueno, en esta ciudad en verdad les gustan los pasadizos secretos.
-Eso era un dragón.
-Había escuchado historias, pero no creí que fueran reales.
-También es vulnerable al sonido, debió venir en la misma nave, bueno, es su túnel secreto Lord Connery, guíenos.
Con una lámpara de aceite iluminaron el camino y al poco andar dieron con una habitación antigua llena de armas, lanzas y ballestas. El lugar era similar a un calabozo, la iluminación era escasa y de un tono rojizo. Recostaron a Lord Connery en una banca y prendieron las antorchas de las paredes.
-Este lugar esta bien armado, incluso tiene provisiones, - dijo el Doctor recorriendo el lugar- sobreviviríamos un buen tiempo aquí.
-Desde aquí tenemos la misión de recuperar nuestra ciudad, sólo nosotros cuatro- dijo Lord Connery y se dirigió a registrar los armarios.
Un silencio se apoderó del refugio por unos momentos, en verdad tenían una dura tarea por delante y pocos recursos para conseguirla.
-Tenemos que volver a la posada, los chinos están detrás del Santo Grial- dijo Rose.
-Pobre, y pensaron que era el cáliz de lapislázuli que vimos, verdad.
Rose y Sofía quedaron sin palabras.
-¿Qué no leíste el Código Da Vinci, Rose? El Santo Grial no es una copa, es una persona, María Magdalena, la esposa de Jesús.
-¿Qué estas diciendo? Jesús no tuvo esposa.
-Y Colón no fue el primero en América, lo que los chinos buscan son los descendientes de la pareja, los cuales heredaron las extraordinarias habilidades de su ancestro.
-¿Y quién es?
El Doctor dirigió su mirada hacia Sofía, pasaron unos segundos y esta la dirigió a su padre, el había sacado la cabeza del closet y siguió la conversación desde que el Doctor comenzó a explicarles. No dio señales de que estuviera mintiendo.
-…Imposible.
-No lo es, Sofía es descendiente del mismísimo Jesucristo, por eso no permiten que se mezcle la sangre de su familia, verdad Lord Connery.
-… Este es el secreto más grande que tenemos, nos ha sido difícil mantenerlo ahora que mi hija manifiesta varias de las habilidades de nuestro salvador.
-Sofía, tú tienes poderes, poderes que pueden salvarnos, necesito que pidas ayuda, puedes hacerlo, sólo con tu mente- dijo el Doctor.
-¿Pero a quién llamo?
-Si no me equivoco sólo hay un ejército en todo el continente capaz de hacer frente a los chinos.
Sofía no necesitó oír más, aunque sabía lo que tenía que hacer no se sintió capaz.
-No puedo…
-Sí puedes, concéntrate.
Se sentó y cerró sus ojos, respiró profundo y aplicó todo lo que había aprendido de su don en su vida.
-¿En verdad es pariente de Jesús?- preguntó Rose a Lord Connery mientras recorría el lugar.
Sofía ya llevaba un buen rato meditando, sentada en su banca y sin decir nada, nadie se atrevió a interrumpirla, el Lord y el Doctor se dedicaron a ver que podía servirles de ese lugar.
-Claro que lo es, y yo tengo el orgullo de decir que también porto su sangre… El mito de la Ciudad de los Césares- dijo mientras revisaba una ballesta- a dónde se refugiaron los templarios en el fin del mundo, una ciudad misteriosa a donde estos monjes guerreros huyeron con el santo grial y actualmente lo veneran en compañía de los indígenas… un secreto a voces entre ellos, no me extraña que halla llegado a oídos de los chinos, incluso de los españoles.
-Lo importante es que siga como eso, una leyenda- intervino el Doctor- si alguien llega a secuestrarla quien sabe que sería del mundo.
-Mi pobre niña… -dijo mirándola con compasión en su trance- tanto peso que lleva sobre sus hombros, el secreto de su existencia agitaría a todo el mundo… no quería que lo supiera así… No se quien sea usted- se dirigió al Doctor- pero sabe más que cualquier doctor viajero, más que muchos de los más viejos y sabios de esta ciudad, se maneja muy bien en esta situación, en verdad sospecho que…
-Espía o no está mejor con migo que en manos de esos engendros de piedra, no es momento para cuestionar que estoy de su lado, mi lord.
- …Si hace algo que indique que todo esto fue planeado, que todo fue un plan para llegar a mi hija o traicionarnos… créame que no respondo de mis actos.
Una explosión sorprendió a todos en el fondo del pasillo del que provenían, pocos segundos después escucharon el inconfundible sonido de las pisadas de suelas de piedra.
-¡Muévanse, tenemos que salir de aquí!
El Lord y el Doctor agarraron un par de ballestas y espadas mientras que Rose sacaba a Sofía de su trance, luego el padre de Sofía los condujo a una bóveda de paredes de ocho centímetros de grosor.
-¡Rose entra, deprisa!
Lo último que vio Rose antes de entrar fue la sombra de aquellas figuras de piedra acercarse por el pasillo. Ya apretujados en un reducido espacio el Doctor encendió otra antorcha e iluminó el interior del lugar. Resultó ser una fantástica bóveda atestada de monedas de oro y joyas, no obstante al observar dos veces uno se daba cuenta de que lo que más abundaba era la plata extraída directamente de alguna mina, aún así Rose distinguió varios objetos trabajados en oro enterrados entre las monedas.
-Dios mío, entonces si había algo de verdad en lo del tesoro templario.
-Hay una mina de plata atravesando esa puerta- señaló Lord Connery- pero la cerramos hace años cuando se acabó el mineral.
-¿Podemos pasar?
-No, sólo abre desde afuera.
-¿Puedes abrirlo con tu destornillador, verdad?
-Agoté las baterías, te acuerdas.
-¿Y entonces qué hacemos ahora? –preguntó Rose.
Al decir esto escucharon una manija girar, luego alguien empujó lentamente la pesada puerta de la mina, tiempo en el cual aguardaron armados y preparados para quien fuera que entrase. El rostro que se asomó fue el de un hombre corpulento, algo arrugado, con el pelo castaño y unos ojos celestes como el cielo.
-¿Eric?
-El vikingo- dijo Rose.
-Supuse que los encontraría por aquí.
-¿Cómo llegaste aquí, tapamos la entrada de tu celda hace años?
-Empezaron a encerrar mucha gente en la prisión, más de la que podían controlar los chinos, aprovechando la confusión me escabullí hasta aquí.
-Pues que estamos esperando, vamos- dijo el Doctor, agarró sus armas y emprendió el viaje.
La mina estaba bastante descuidada, había unos rieles y varias vigas sueltas. Mientras ellos caminaron a través del túnel los soldados de terracota buscaron otra entrada hacia la vieja mina, buscando entre el laberinto de túneles secretos llegaron a una bóveda en la cual encontraron un embalse en una pared que, pensaron, les comunicaría al resto de la mina. Al estar hecho de una roca más endeble y maderas pusieron pólvora para detonarlo, pero al hacerlo uno de ellos se acercó a ver el resultado, bastante tierra ya se había movido, había una minúscula abertura en el centro, de allí comenzó a brotar agua y antes de poder reaccionar el embalse se vino abajo y una poderosa ola barrió con todos.
Luego de caminar por un buen rato se toparon con un carro en las vías, aún portaba algo de tierra en su interior.
-¿Qué es ese ruido?- preguntó Rose.
-Suena como… Lord Connery, ¿Qué hay en esa dirección?
-Nada, dejamos de cavar porque nos topamos con el río.
Al ampliarse el sonido comprendieron lo que venía.
-¡Suban al carro!
Rose titubeó un momento, pensó en que sería mejor correr, probablemente ya estarían cerca de alguna salida, pero al ver la poderosa marejada que se precipitaba no tuvo otra opción.
La ola los empujó durante un buen trayecto, recorrieron gran parte de la mina en segundos, finalmente las vías acabaron en una entrada cerrada con tablas, las cuales el carro atravesó sin dificultad. Salieron expulsados hacia el exterior por un chorro de agua que se disipó en el terreno inclinado al que fueron a parar.
El carro terminó volcado en medio del pasto, el Doctor ayudó a los demás a incorporarse y luego miró a su alrededor, estaban en una colina verde, en la misma donde, hacia el otro lado, se ubicaba el fuerte.
-Bueno, ya logramos salir, y a un bonito lugar, por cierto.
Ayudó a Rose a ponerse de pie cuando escucharon un rugido familiar.
Al voltearse vieron al dragón del que escaparon, esta vez más tranquilo y mirándolos fijamente. Automáticamente quedaron petrificados mientras este se fue acercando, mientras lo hacía el Doctor observó que se encontraba bebiendo el agua de un estanque cuando llegaron, parecía que trataba de curarse unas heridas en el lomo que el identificó fueron producto de un látigo.
En medio de la confusión habían perdido sus ballestas, pero Lord Connery aún tenía su espada, dirigió su mano a esta y estuvo a punto de desenvainarla cuando su hija le dijo:
-No, espera.
Se acercó a la criatura con delicadeza, procuro hacer contacto visual de un modo compasivo, trató de ganarse su confianza, a cada paso quiso demostrarle que no le haría daño, cuando su pie chocó contra dos piedras pequeñas estas hicieron un leve chasquido que sacó otra reacción del dragón, pero Sofía hizo un gesto con la mano para que no se asustara, así aprovechó de llevarla lentamente a su lomo, el dragón seguía en guardia, pero cuando comenzó a acariciarlo este fue entrando en confianza. Fueron momentos de tensión que disminuyeron cuando el dragón se acurrucó en torno a Sofía.
-Lo han maltratado mucho… tiene hambre.
El vikingo llevó su mano a uno de los pliegues de su ropa y sacó una carne seca que arrojó al dragón, por un segundo temió que esta golpeara en su cabeza y se rompiera el lazo hecho, pero a pesar de tener los ojos cerrados el dragón levantó la cabeza y atrapó en el aire la carne.
-Soy yo, o sus cicatrices se cerraron.
Ya disipada toda la tensión y el temor al dragón sintieron otra vez los pasos marciales de las tropas acercándose, antes de poder reaccionar se vieron rodeados. Desde atrás de las filas de los hombres de piedra llegó el general T-seng a ver a los prisioneros.
-Sabía que el dragón nos ayudaría a encontrarlos, pero en cuanto vi que fue a tomar agua pensé que tendría que disciplinarlo más, -dijo T-seng acariciando el látigo que traía- pero al parecer su instinto si fue efectivo. Ahora entréguense.
-No tenemos que hacerlo, el dragón puede protegernos- dijo Rose a su grupo.
-Son de piedra, su fuego no les hará nada- le contestó el Doctor- dígame algo, general, tenía entendido que en la cultura asiática el honor era algo de vida o muerte, y veo que rompió el trato que tenía con esta hermosa ciudad sólo por una copa.
-Nos confunde con los japoneses, pero no se preocupe, también los someteremos tarde o temprano, ahora que el emperador nos ha autorizado para utilizar los guerreros de terracota en todos los continentes no hay nada que nos pueda detener.
-¿Para qué quieren el mundo de todos modos?- comenzó el Doctor, caminando tranquilamente y con su eterna sonrisa mientras lo hacía- muchos han pretendido conquistarlo, Gengis Khan, Alejandro Magno, y todavía faltan varios, teniendo tanto territorio en china, pronto se les va a acabar, pero actualmente no pueden conformarse con eso, ¡Sólo miren lo que ha hecho! Hace unas horas esta era una hermosa ciudad con gente amable, cariñosa y compasiva, toda una rareza tomando en cuenta que es de origen europea, una atmósfera que vinieron a corromper, y eso no es lo peor ¡Mire lo que ha hecho con sus hombres! Les ha quitado su humanidad, todo lo que son, los convirtió en maquinas sin libre albedrío con el corazón literalmente de piedra. –esto último lo gritó en la cara de un guerrero.
-Ellos se ofrecieron, todo en nombre del imperio.
-¿Se puede saber porque esa obsesión, ese placer de someter a pueblos más débiles?, ni siquiera débiles, a todo el mundo, piensen un poco, el mundo no estará mejor bajo su dominio y calculo que ya tenían suficiente con todo lo que poseían en Asia.
-Basta de palabras, ejecútenlos.
Repentinamente una flecha atravesó el pecho de T-seng, este cayó al suelo y hordas de indígenas descendieron de los cerros que rodeaban el valle atacando a las tropas chinas.
El dragón escupió una enorme llamarada que aturdió a los guerreros, así el Doctor, Rose, Sofía y su padre aprovecharon de escapar. Corrieron hasta el terreno plano donde una cerca de un poco más de un metro y medio separaba al inclinado terreno del cerro del piso plano de la ciudad, a la velocidad que iba el Doctor lo saltó con facilidad, estuvo a punto de seguir corriendo, pero luego se detuvo a ayudar a Rose y los demás. Todos los guerreros chinos, tanto de terracota como de carne y hueso ahora hacían frente a los indígenas, chinos e indígenas pasaban corriendo junto a ellos, en medio de la confusión ellos trataban de esquivarlos.
-¿Sabías que iban a llegar?
-Era cuestión de darles un poco de tiempo
-¡Alto, no se muevan!- les gritó alguien.
Se les acercó un indígena con poca ropa, hartas arrugas, pero una jovialidad y energías desbordantes.
-Hola, gracias por venir, llegaron justo a tiempo para salvarnos- dijo el Doctor con las manos en alto.
-Silencio, nosotros ser los guerreros de Venus, venir porque recibimos mensaje de madre estrella.
Luego de decir esto, el anciano guerrero se fijó en Sofía, quien se encontraba tras su padre intimidada por el indígena.
-¡Tú!... tú ser la madre, tú ser el lucero de la pachamama…
-¿Padre, qué esta diciendo este hombre?
-Una machi profetizar que una joven blanca de la ciudad de los césares sería nuestra madre salvadora, quien traería la luz y nos protegería en nuestra lucha contra los chinos, una Santa.
-¿Qué es una machi?- preguntó Rose al Doctor.
-Una curandera, como una bruja.
-¿Pero cómo saben que es mi hija?- preguntó Lord Connery.
-Lo veo en sus ojos- dijo el indígena y se arrodilló ante ella.
Llegaron más guerreros indígenas y lo imitaron.
La batalla se prolongó toda la tarde, el Doctor, Rose, Sofía y su padre se refugiaron en un edificio en las orillas de la ciudad donde el jefe de guerra que conocieron les dispuso un puñado de guerreros para protegerlos. Ya para el atardecer los chinos fueron expulsados de la ciudad y los mapuche celebraron su victoria, llevaron en procesión, cargado como un bulto al hombro, al general T-seng hasta el edificio donde se encontraban refugiados, lo recostaron en el piso y con un hilo de voz se dirigió a Lord Connery.
- …Llevo horas agonizando… lo único que te pido es una muerte digna.
-… No estas en condiciones de pedirme nada.
El general le lanzó una mirada de despreció y T-seng sucumbió ante el agotamiento, los guerreros llevaron el cuerpo lejos para terminar el trabajo lejos de la vista de las señoritas.
-No puedo creerlo, guerreros de piedra y aún así los vencieron- dijo Rose al Doctor, quienes observaron desde un poco más atrás.
-“Arauco pueblo indomable” según la tradición son una raza concebida exclusivamente para la guerra, como los espartacos, si te fijas no ganaron por pelear a lo bruto, utilizaron táctica, las hordas estaban organizadas en grupos que se fueron alternando de modo que tuvieran tiempo de reponerse, también usaron distintas estrategias incorporadas del ejercito chino y además les ayudó bastante el “Pájaro grande que escupe fuego”
-¡Padre!
Los indígenas trajeron en un camastrillo improvisado a un moribundo sacerdote.
-Padre Ford, ¿Qué le ha pasado?
-No se preocupe… T-seng y todos con quienes compartimos nuestros secretos están muertos… ahora yo los acompañaré.
-No diga eso, usted no puede morir.
-Ya me llegó la hora, para qué engañarnos… mi Lord, usted tiene una gran misión, la más grande que se le puede encomendar a un hombre, primero reconstruir nuestra ciudad y también proteger a la elegida, no me decepcione…
-Padre, por favor no se valla, ¿Qué será de la ciudad sin usted?
-Usted puede, puede solo, Dios sabe que es así, con ayuda de todas las almas que sobrevivieron a este día…Adiós, hermano.
Sofía lucía unas joyas de plata, las cuales se probaba frente a su espejo, al hacerlo mil pensamientos asolaban su mente y se reflejaban en su mirada.
-¿Puedo pasar?- dijo el Doctor desde la puerta.
-Por supuesto Doctor, pase.
Entró y la observó unos momentos antes de volver a hablarle.
-Lindo collar, es mapuche, verdad.
-Regalo de los indígenas, mi padre dice que debo aceptarlo, y procurar ser amable y comprensiva con ellos ahora que me ven como su salvadora, dice que soy la llave para la evangelización de su cultura.
-Y lo eres, unificaras a la iglesia y a los indígenas americanos en la lucha contra el imperio chino, tienes un gran futuro por delante.
Pasaron unos segundos y Sofía rompió a llorar.
-Ven aquí- el Doctor la abrazó.
-Yo no pedí esto… -dijo entre sollozos- es demasiado… demasiada responsabilidad, demasiado poder, tengo habilidades que nunca podré entender, carezco de tantos atributos de nuestro señor Jesucristo, no soy carismática, no tengo personalidad, no…
-Sofía- le interrumpió el Doctor- te apuesto que Jesús en su infancia tampoco tenía idea de cómo ser el Mesías, eso es algo que iras aprendiendo con el tiempo, la sangre del mismísimo hijo de Dios corre por tus venas, te aseguro que a la larga estarás profesando y enseñando tal y como el lo hacía, nunca olvides que tienes el apoyo de tu padre y por supuesto la infinita protección de él- miró y señaló hacia el cielo- lo harás bien, te lo prometo.
- …Qué se supone que haga ahora.
-Ahora debes salir de estos acomodados edificios a ayudar con tus propias manos en la reconstrucción de la ciudad, y juntarte con los indígenas, aprender de ellos, conocerlos y que ellos te conozcan a ti, descuida lo harás bien.
-Gracias, Doctor…
Le besó la mejilla y salió de la habitación.
Antes de partir recibieron infinidad de agradecimientos de parte de los ciudadanos por proteger al líder de su comunidad y su divina hija, luego de eso una carreta los fue a dejar al campo, no muy lejos de la Tardis, la última imagen que tuvo Rose de aquel precioso valle fue la de las humaredas siendo apagadas, a indígenas y europeos ayudando por igual en el levantamiento de la ciudad y a un dragón cruzar el cielo de aquel mágico escenario sobrevolando a corta distancia la magnífica fortaleza que coronaba la ciudad en el cerro central a esta.
-¿Entonces, qué será de este mundo?- preguntó Rose en el camino.
-Pues Sofía es el secreto más grande de la cristiandad en persona, y ya que es 1598, los procesos políticos en Europa deben ser aunque sea algo parecidos y la iglesia ya debe estar haciendo sus últimas reformas, con un poco de suerte una de ellas será reconocer a la descendencia de Cristo, una vez hecho, tendrán un Mesías en común con los pueblos americanos y europeos, con la cristiandad renovada tendrán más espíritu e ímpetu en su lucha contra los chinos, a parte que ahora conocen su debilidad, es cuestión de sonar las campanas de las iglesias cada vez que se acerquen.
-Es increíble que Jesús… bueno, para empezar que halla existido, y en verdad hizo todo eso, y le heredó esos poderes a Sofía, ¿Por qué ella no existe en nuestro universo?
-Los templarios se mezclaron con los indígenas, lo que hizo que se perdiera la “pureza de sangre” por eso es posible encontrar una minoría de indígenas blancos y rubios en el extremo austral del continente, aunque quizás los genes de Cristo aún no se han manifestado entre ellos por su mestizaje.
-Pero… no tiene sentido, siempre que vemos a alguien con habilidades insólitas es porque son de origen extraterrestre, como tú, que eres un señor del tiempo… oh, no…
-Rose, no lo digas.
-¡Jesús era un señor del tiempo!
-Digamos que un pariente cercano.
-¡Claro, tiene sentido, es increíble! Por eso caminaba sobre las aguas, convertía el agua en vino, apuesto que tenía un destornillador sónico bajo la manga.
-Sí, por qué no, -llegaron a la Tardis y abrió la puerta- ahora entra, tenemos que ir a que los oxiopitucas me reten por lo que hice, tendrán que modificar su política del planeta unido para poder incluir a la tierra en la federación.
-Y sus discípulos que les salió una flama en la cabeza y empezaron a hablar tantas lenguas ¡acaso tenían una Tardis!
-Creo que te entusiasmarás más de lo que quería con la historia…
-Y cuando lo enterraron y resucitó al tercer día, ¡Debió regenerarse! ¿Acaso tenía una cara distinta luego de eso? Debo averiguarlo, ¿Tienes una Biblia?...
Luego de entrar la Tardis comenzó a emitir su clásico zumbido y se desvaneció lentamente en el aire.
Este cuento es mi segundo Fan Fiction, esta vez de la famosísima serie británica Doctor Who,
la más longeva de la sci-fi, más que Star Trek, quería hacer un cuento donde pudiera trabajar la historia recientemente descubierta de la llegada de los templarios a América y me di cuenta de que me sería bien fácil a tráves del formato de un episodio de la serie del Doctor Who.
Espero que si alguien reclama sea por derechos de autor y no por fome o por nada parecido a la serie, en fin, espero que les guste.
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