Desde los tiempos de Lenin, y hasta
la disolución de la Unión Soviética,
tanto la ciencia como la tecnología iban íntimamente enlazados a la ideología y
a la funcionalidad práctica para el estado soviético, el cual hizo del
desarrollo y el avance científico una prioridad nacional, que, no obstante, en
varias oportunidades chocó con los dogmáticos principios de la ideología del
socialismo científico, pasando por la censura y, en más de una oportunidad, una
tergiversación de nociones científicas y racionales básicas que llevó a algunos
de los experimentos y programas más increíbles.
Algunos de los casos más increíbles son:
Estalinismo: Síquicos, biología y tortura
Si algo diferencia a la ciencia ficción soviética
de la norteamericana, es la forma de entender ciertas temáticas. Cuando a un
individuo occidental se le habla de temas como la telepatía y la telequinesis,
este los acepta, pero como ciencia ficción; en cambio un ciudadano ruso es
capaz de aceptarlos como verdad.
Está dentro del folklore y varias creencias
rusas la habilidad de desarrollar poderes más allá de nuestras capacidades
mentales conocidas. Sin embargo, está fue una concepción que chocó con los
principios del marxismo, que pregonaba la creencia en un mundo tangible y
concreto. Así, hoy en día el ruso promedio cree en todo lo que no lo dejaron
creer durante los setenta años de dictadura soviética. Empero, este régimen no
desaprovechó la oportunidad que ofrecía la experimentación con el potencial del
cerebro humano.