sábado, 5 de mayo de 2012

Super héroes en Chile


Los tanques militares y los  soldados inundaban la Alameda desde muy temprano. De lejos se distinguían las columnas de humo emitidas desde La Moneda, y por la radio se transmitía el himno nacional “Ya ha cesado la lucha sangrienta…” Fue el último verso que alcanzó a oír don Augusto antes de apagar la radio. Sabía que no era cierto, aún faltaba mucho que pelear. Y el estaba dispuesto a darlo todo por su patria.
Los cuatro líderes militares entraron al mismo tiempo al palacio de gobierno, fue sólo un acto simbólico, para que las cámaras de televisión lo transmitieran a todo el mundo. En la práctica estuvieron poco tiempo allí. Presenciaron cuando se llevaron el cuerpo del upeliento ex-presidente, y luego acordaron comenzar las juntas de gobierno de su nuevo régimen en el edificio Portales, en una sala acondicionada para ello.
El día ya terminaba cuando la junta iniciaba su primera reunión en una habitación subterránea, recubierta con plomo y a prueba de sonido. Sus cuatro miembros llegaban desde distintos puntos, algunos de fuera de la capital. La labor de expulsar a los marxistas del país no fue fácil. El cansancio no se evidenciaba en sus rostros, sino más determinación que nunca. El comandante en jefe del ejército habló primero:
-Señores, estamos librando una guerra. Una guerra contra el marxismo internacional. Nuestra labor pasa a ser sagrada. Ahora, en este minuto, Chile es la última esperanza que le queda al mundo, y Estados Unidos nuestro único aliado. Almirante Merino, quiero un informe de la situación estratégica.