viernes, 9 de abril de 2010

Regenesis

Regenesis

Sonaban las sirenas, tiroteos se escuchaban a lo lejos, los uniformados inundaban las calles, al igual que la publicidad del régimen, tanto en carteles como por altavoces que constantemente informaban a las masas del curso de la guerra, aunque tuviera la cabeza cubierta por una bolsa, Aniceto Hevia percibía perfectamente todo esto mientras era llevado a la fuerza por dos oficiales de las fuerzas especiales del gobierno.
Pasó un buen rato sobre el vehículo hasta que finalmente se detuvieron y lo condujeron al interior de un edificio, bajaron varios pisos hasta que finalmente lo soltaron dentro de una habitación oscura, cuando oyó que cerraron la puerta intentó sentarse, se quitó la bolsa y vio a unos pocos metros de el a una mujer, sentada en el piso contra la pared, se fue acercando poco a poco, parecía tan desconcertada como el, no sabía que decirle, y aparentemente ella tampoco, cuando estaba apunto de preguntar donde estaban ella dijo: “soy Carla” el también se presentó, de modo que pudieron soltar todas las preguntas que tenían, sólo sabían que ambos habían sido llevados por la fuerza y sin previo aviso a aquel lugar. Dentro de poco no encontraron nada más que decir.
-… ¿Qué le pasa al mundo Aniceto?-se animó a decir Carla- ya era suficiente con la invasión y tenemos que insistir con la guerra.
Ella tenía razón, hace poco más de tres décadas que se había retirado la última nave extraterrestre, era mediados del siglo veintiuno y del espacio llegó una especie no muy superior tecnológicamente, pero con una habilidad sin precedentes de adaptabilidad.
En la reproducción humana cada progenitor aporta la mitad del material genético humano para que este se complemente en la nueva vida que se fecunda, se cruzan estos genes en un proceso llamado crossing over o entrecruzamiento donde se intercambia tanto ADN activo como genes dormidos para que así exista variabilidad fenotípica en la población.
Pero estos bichos se reproducían intercambiando sus genes el uno con el otro sin procrear uno nuevo, de modo que, después de cada encuentro sexual terminaban con ADN nuevo, distintos por dentro y por fuera, de ese modo existía variabilidad en su raza, la naturaleza se preocupó de darles a cada uno genes distintos para que fueran diversos los que pasaran por cada uno de ellos y hubiera de algún modo variabilidad, si era necesario aumentar la población, se clonaban (claro que eso sólo llevaba unas pocas décadas aplicándose, desde que iniciaron la conquista del espacio y se vieron en la necesidad de un ejercito más grande, hasta ese entonces siempre fueron la misma masa mutando y cambiando en su planeta sin alterarse en número).
Lo que más impresionó a los científicos era que también lo podían realizar con todo tipo de especies, algún mecanismo en su cuerpo, de algún modo inteligente, basándose en criterios evolutivos y de supervivencia seleccionaba que genes extraer de la “pareja sexual”, la glándula de Darwin la bautizaron y según los científicos terrícolas era la clave para la evolución, por desgracia prácticamente no tuvieron oportunidad de estudiar a uno de ellos, pues todos llegaron a declararles la guerra a muerte.
Eran probablemente los mejores guerreros de la galaxia, absorbían las mejores habilidades de todos sus enemigos, de modo que eran prácticamente indestructibles, cada uno tenía poderes distintos, esos eran sus trofeos de guerra, lo que los hacía guerreros tan eficientes, no portaban ningún recuerdo, ni souvenir, casi ni siquiera armas, eran fríos e inteligentes, claro que podían ser intuitivos si era necesario.
Cuando morían, ya fuera por alguna enfermedad o herida de combate, su Glándula de Darwin reprogramaba su ADN seleccionando los mejores cariotipos que le permitían sobrevivir en el futuro a su última causa de muerte, así se regeneraba su cuerpo con un ADN nuevo, de modo que luego de algunos días en coma, resucitaban, restituidos y listos para seguir peleando. Ningún guerrero moría de lo mismo dos veces. Si recibía un impacto mortal de alguna arma procuraba buscar un lugar oscuro, húmedo y arrinconado donde su piel produciría una crisálida que lo envolvería por un tiempo para salir triunfante después.

Eran definitivamente la cúspide de la evolución, cada uno era único, distinto por dentro y por fuera, algunos tenían piel de rinoceronte, la fuerza de un gorila, visión nocturna, garras, cola, fisonomía y habilidades de lagartija, reptil, podían expulsar un gas venenoso de un apéndice en sus muñecas…
Pero las habilidades más comunes eran regeneración instantánea e inmunidad a casi todas las enfermedades conocidas por el hombre. Del ser humano no tenían nada que envidiar, aun así luego de que casi arrasan con el planeta lograron expulsarlos.
-Insisto ¿qué pretenden hacer con nosotros? -dijo Aniceto- ¿cuánto tiempo pretenden tenernos aquí? este maldito gobierno ya no lo aguanto más, a estas alturas creo que prefiero la maldita religión del oriente.
La raza humana había perdido su identidad y ganas de seguir viviendo luego de la invasión, horrores nunca antes vistos en la historia se vivían cada día, las peores pesadillas no dejaban a nadie sin algún trauma, en medio de toda esta desesperación surgió un hombre que se anunció como profeta del verdadero y único ser divino, hilando contenidos de distintas creencias, dijo tener las verdaderas respuestas y la verdadera fe “el hombre siempre buscó errante el camino, sacó distintas versiones, algunas estuvieron cerca, pero esta es la definitiva” dijo una vez.
Fueron veinte años de guerra, y en ese período nació gran parte de la población restante, todos analfabetos y deambulando por las ruinas de sus ciudades, estas creencias llegaron a darles un propósito a su existencia, eso fue en el hemisferio Oriente, mientras que en la otra parte del mundo la tecnología genética logró restaurar a gran parte de la población, los salvaron de sus mortales heridas, mejoraron sus condiciones de vida e incluso llegaron a borrar de sus memorias los traumas de las torturas hechas durante la invasión, claro que el bloque oriental se opuso a todo esto “No se debe jugar con el ADN, la clonación no es un método natural de reproducción, es demoníaco, los recuerdos no se deben borrar, el alma se debe purificar para dejar atrás todo dolor ¡todo lo que les ofrecen señores, sólo es superficial, es mentira, yo tengo la cura de verdad, no se dejen engañar!” argumentaba el líder religioso. Era obvio que aquel gobierno había logrado capturar a uno de los invasores, de otro modo no tendrían tantos avances en la genética y biología, pero aun así insistían en negarlo.
El gobierno en realidad estaba en manos de las compañías que a su ves eran manejadas, en su mayoría, por inteligencias artificiales, al estar todo automatizado las cosas se volvieron sumamente frías en esa aparte del mundo. Todo era pragmático, calculado, bien organizado, ni un capital o esfuerzo ganado de más o menos, a ese paso desembocaron en políticas cuestionables como la eugenesia, pena de muerte y el olvido completo de la voluntad popular y la moral en pos del progreso y la eficiencia. Pero la gente tenía todo lo que necesitaba, no le faltaba nada, no podían rechazar la estabilidad alcanzada luego de tantas penurias. No obstante eso no era lo peor, recursos básicos como el agua fueron diezmados durante la invasión, esa era la principal razón que tenía al mundo sumido en el peor conflicto (terrícola) de la historia.

-… Te cuento algo-dijo Carla, había lanzado distintos comentarios para tratar de iniciar una conversación, pero este los llevó a encontrar las respuestas que buscaban- creo que, el momento más… dramático que tuve con mi madre fue cuando descubrí quien era mi verdadero padre… no puedo creer que te lo diga, era un invasor.
Un grupo de desertores de la invasión había sido exiliado en el planeta tierra, en los territorios que llegaron a colonizar del planeta, de algún modo lograron escapar y se ocultaron entre los terrícolas. Por alguna razón se vieron en la necesidad de hacer su propia comunidad, por lo que, sin tener tecnología de clonación al alcance, buscaron formas de ampliar su pequeño grupo, tomaron a los genes de un hombre de modo que desarrollaron un aparato reproductor masculino humano, allí se inició la persecución más morbosa conocida. Descendieron sobre un pequeño pueblo, cuando ya era de noche, sorprendieron a la primera mujer que encontraron sola en la calle, la sometieron, le abrieron las piernas e insertaron un delgado (aunque recto y firme) y penetrante epidídimo. Luego de vivir ese horror no se imaginaban que habían sido violadas, hasta que los doctores les explicaron que estaban embarazadas. Muchas prefirieron suicidarse.
-Sé lo que estas pensando, debería parecer un fenómeno, algo freak, con mis tentáculos y todo, verdad.
-No, los genes de esas criaturas eran recesivos, mientras que lo humanos son dominantes, puede que este escrito en tu genoma algo de su código genético, pero dudo que tengas alguno de sus cariotipos, eso era algo que ellos no sabían, pero sus glándulas de Darwin lo hizo así para que fueran compatibles con las hembras humanas.
-¿Eres médico?
-Estoy estudiando, desde hace poco… ¡eso es!
-¿Qué cosa?
-Mi madre también fue violada por una de esas cosas ¡por eso nos tienen aquí!
Su historia había sido muy diferente, su madre no pudo mantener el secreto de su origen, quedó marcado como “el niño alien” no valía la pena enviarlo a ninguna escuela, su fama se le adelantaba, así terminó siendo un solitario, vivía vagabundeando y robando esporádicamente, cuando quiso dar un golpe de verdad fue detenido, en la cárcel, en unos talleres de incentivo a los reclusos, se dio cuenta de que le atraía la biología, así, en cuanto salió empezó a estudiar para ser médico algún día.
-…Eso era… si no me equivoco somos pocos los que quedamos, muchos se han suicidado.
-Entonces ¿van a experimentar con nosotros?
Si quisieran ya lo estaría haciendo ¿y si este ya fuera un experimento? Aniceto no le encontraba sentido, volvió a mirar a la cama en centro de la habitación, un poco más cómoda de lo esperado para una habitación tan fría, con paredes de cristal que de seguro ocultaban cámaras detrás de estos.
-… Quieren que nos apareemos.
-¿Cómo?
-Escucha, cuando dos híbridos se aparean existe un 25% de probabilidades de que uno de los hijos tenga el mismo código genético que el de la pareja con el gen recesivo que engendró al híbrido, o sea los invasores.
-¡O sea que…!
-Estos malditos desquiciados del gobierno quieren un ejército de aliens, y nosotros vamos a procrearlo.

Antes de entrar a cada uno les habían inyectado un potente estimulante sexual, mientras hablaban la necesidad de un trozo de carne, fuera cual fuese, aumentaba en cada uno de ellos, una vez que no encontraron mas que decir sobre aquel morboso experimento fueron relacionándose con más simpatía. Ni se fijaron en quién tomo la iniciativa.
Por supuesto que no era tan imprescindible esa parte del proyecto, pero era mejor prevenir, pues eran bajas las posibilidades de reconstruir en un laboratorio a un invasor, su estructura genética era la más compleja jamás analizada, por más sangre y tejidos que les extrajeron los embriones in vitro nunca llegaban a sobrevivir, la tecnología de clonación empleada por los invasores aún estaba muy lejos de su comprensión, por eso repitieron lo mismo con tres parejas en el mismo edificio, les pusieron un número y varias drogas de modo que no tuvieran interés en pensar en su dignidad y se dedicaran día y noche en su tarea procreadora.

-Doctor, vea esto- le acercó el microscopio con la muestra de macho 2 alfa priori, o sea Aniceto.
-Hay algo raro con las mitocondrias.
-Y eso es sólo a simple vista, según las pruebas que tengo parece haber una red de nucleótidos más compleja que el ARN común, y más ADN del que debieran tener las mitocondrias, señor por imposible que parezca parece que en las mitocondrias esta escondido el…
-El ADN alienígena.
-¡Exacto! es descabellado, pero explica muchas cosas, parece ser un mecanismo de supervivencia similar al de los invasores, he encontrado un subconjunto de ribosomas “dormidos” y exclusivos de la mitocondria. Creo que una vez que hay hipoxia, es posible que este material genético transportado en vesículas membranosas entre al núcleo celular, reprogramándolo y reconstruyendo toda la célula y al organismo con un código genético totalmente distinto, o sea que si llega a morir…
-¡Señores! ya viene otro- les gritó un empleado desde la puerta del laboratorio.
Era el cuarto que tenía Carla, y el doceavo de todo el proyecto, los estudios decían que en algún momento debía concebir la criatura que esperaban, pero era fácil equivocarse trabajando con tan compleja genética.
No era grato para Carla que sus únicos momentos de lucidez fueran de parto, nuevamente estaba gritando y pujando con todas sus fuerzas y tratando de no pensar en lo que saldría.
-Es un niño doctor, es humano- dijo la doctora.
Otro parto concluido, en sólo cuatro años, la única vez que no la sedaban y estaba en pleno uso de sus facultades, el resto del tiempo casi ni sentía su cuerpo, ahora que podía tenía que sentir dolor, ni pensar en que harían con ese criatura, como siempre observó como se lo llevaban, y ella no decía nada.
-¡No entiendo que estamos haciendo mal!- Exclamó el señor Grifin quien presenció todo desde el exterior de la sala de parto a través de un cristal que le daba una vista panorámica, al pronunciar esto otra explosión en la superficie hizo temblar al lugar, a la frustración del señor Grifin se le añadían los estruendos de los bombardeos que lo tenían estresado todo el día, trasladarlo todo a aquel bunker le había dificultado todo el trabajo.
De pelo oscuro y un impecable traje negro que siempre utilizaba Grifin tenía una obsesión por encontrar a la raza perfecta, no era científico, pero si el principal gestor del proyecto, jamás pudo ver a un invasor en persona, pero hace mucho llegó a la conclusión de que ellos eran la respuesta a su búsqueda. Resignado, agarró su carpeta y leyó unos papeles mientras caminaba tenso y apurado por el pasillo, un hombre se le acercó en el trayecto.
-Señor Grifin, que bueno que lo encuentro, tengo que hablar con usted.-era un típico funcionario público, de traje, frío y directo.
-Ahora no, tengo muchos papeles que revisar…
-El gobierno va a cerrar el proyecto.
-… No- sabía que en cualquier minuto alguien llegaría a decirle eso.
-Estamos a punto de perder la guerra, el computador de finanzas esta invirtiendo todo en proyectos bélicos más seguros, si no actuamos ahora…
-¡SÍ, LO TENGO BIEN CLARO!... –No resistió más la presión- ¡yo quería recuperar la pureza de una raza extinta en este sistema solar! ¡Una raza inigualable, DEVOLBERLE LA VIDA!... era mi sueño, pero esos malditos fanáticos religiosos… -De algún modo cambiar de tema lo hizo sentir mejor- no entiendo como siguen vivos, arrasamos con un ejercito y de algún modo siguen apareciendo más, aniquilamos a pueblos enteros y surgen mugrientos de la cenizas ¡Hace cuatro años era imposible que los tuviéramos encima de nosotros!
-Yo tampoco entiendo cómo un montón de analfabetos están derrotando a la avanzada inteligencia artificial autónoma que coordina nuestros magnánimos ejércitos- la frase estaba sacada de alguna de las tantas arengas publicitarias- pero así es señor, y como eficientes funcionarios del gobierno, debemos atenernos a sus medidas, que como sabe están perfectamente diseñadas para nuestro bienestar. Mañana debe estar todo el bunker vacío, lo convertirán en base militar.- se retiró al igual que como entró, fríamente.
Grifin ya no sabía que hacer, luego de unos minutos en que asimiló todo lo sucedido sin consultar a ningún médico se dirigió al cuarto donde tenían a Aniceto. Estaba lerdo y sombrío sentado sobre su cama, no lo miro al entrar, siguió observando al vacío, Grifin lo agarró de la mano y lo llevó casi arrastrándolo a una habitación donde guardaban distintas cosas sobretodo armas un piso más abajo. No había nadie, cerró la puerta y dijo:
-Estas consiente de que el Alien que te dio la vida se llamaba Cristopher ¿verdad?
Por supuesto que sabía, no era su verdadero nombre, a alguien en la tierra se le ocurrió nombrarlo así para no tener que pronunciar su verdadero y enredado nombre. Quién y por qué no importan.
El gran Chistopher, su fama llegaba hasta el conocimiento de los humanos, fue uno de los primeros de su especie en explorar el espacio, era tan viejo como su raza, en su ADN tenía información de prácticamente todas las especies conocidas lo que lo volvía tan grande y poderoso entre sus adeptos, era bárbaro, grande, impulsivo, pero de algún modo imponente, hacía lo que quería, para los suyos era un ídolo, para los humanos un monstruo.
Decían que durante la guerra recibió una bala cargada de energía plasmática que por algún defecto de construcción no se detono y quedó alojada en su pecho por el resto de sus días. Si bien no detonó despidió constantemente radiación de la batería plasmática que tenía energía para seguir así por siglos. Sobrevivir a tal envenenamiento era toda una proeza, incluso para los de su raza, entre los seres con los que tuvo contacto en sus correrías por el cosmos alguno debía tener las inmunidades para tal suplicio. Decían que podía disparar bolas de plasma de sus puños y lanzar rayos láser por sus ojos, claro que eso era más mito que verdad.
-Hasta donde sabemos –mientras hablaba se puso unos guantes y empezó a mover unos cables- era el invasor con más material genético del que se tenía registro, lo que te vuelve a ti, fruto de su semilla en especial por sobre los otros híbridos en este edificio. –Aunque trató de que no lo viera dejó una pistola láser en un rincón de la mesa donde trabajaba- Te ves bastante lerdo, cuánta sangre te han sacado sólo hoy ¿un litro?, bueno, aun así la idea es mantenerte sano, pero ahora que no importa nada- refunfuñó unos instantes- aprovechare el tiempo que queda para…. –se lanzó sobre el con un grueso rollo de cables que oprimió contra su pecho y lo electrocutó unos instantes, procuró pararse sobre una plancha de plástico al hacerlo.
En cuanto vio que trataba de sentarse lo golpeó con un trozo de metal, esperó otra ves a que intentara sentarse y lo pateó en el estomago.
-¡Eres el más mutante en este Bunker! ¡NO FINJAS, SÉ QUE PUEDES HACER ALGO ESPECIAL!- lo volvió a golpear, esta vez pareció que le rompió el cráneo- ¡hay un ser superior dentro de ti! ¡SAL, ENFRENTAME! ¡Es sólo cuestión de que se defienda!
Mientras hablaba y lo golpeaba el fue gradualmente arrastrándose hacia unos aparatos desarmados junto a los cuales distinguió una barra de un material desconocido, en un movimiento rápido la dirigió hacia los tobillos de Grifin y lo derribó.
-¡Eso, defiéndete!- Aniceto se le acercó para abalanzarse contra él, pero Grifin aprovechó de patearlo en la nariz- pero no podrás ganarme, eres débil, siempre lo has sido ¡no eres más que un inútil! ¡SÓLO COMO EL MONSTRUO QUE ERES PODRÁS GANARME!
Aniceto no resistió más, toda la vida lo habían atormentado por su origen, le ponían los sobrenombres más horribles, finalmente cuando comenzaba a construirse una vida decente estos llegaban a reducirlo a rata de laboratorio, ahora sólo quería ver a ese loco quemándose vivo sobre una cama de clavos.
Cuando ya estaba de pie se lanzó contra él, lo agarró por detrás, trató de ahorcarlo, Grifin dio codazos y puntapiés, finalmente logró zafarse, cogió su pistola, inmediatamente Aniceto agarró el brazo con que lo hizo, también el otro, lucharon así unos momentos, cayeron al suelo, rodaron, dispararon un par de tiros mientras lo hacían, alguien tocó la puerta preguntando por el señor Grifin, el miró a la puerta y gritó pidiendo ayuda, Aniceto aprovechó de darle un fuerte cabezazo y Grifin lo soltó junto con el arma, inmediatamente Aniceto empezó a apuntarle y Grifin trató de alejarse, el primer tiro falló, Grifin ya estaba de pie, el segundo le dio en el hombro, Aniceto también se levantó, el tercero en la pierna, Grifin se apoyó en lo que parecía un cañón y sin darse cuenta lo activó disparando un arpón que atravesó el estómago de Aniceto dejándolo incrustado en la pared, luchó por unos momentos contra la agonía, pero el arma le envió una carga eléctrica que lo tuvo retorciéndose con chispas saltando de todos lados por unos segundos que parecieron eternos. Los empleados lograron abrir la puerta, cuando parecían estar apunto de decirle algo a Grifin estos se detuvieron en seco al presenciar aquella horrible escena.
-¿Qué es tan importante para que violen mi orden de no molestarme?- preguntó Grifin con una mano sobre su hombro herido, trataba de parecer sereno.
-Al parecer son gemelos señor, viene uno más y este… -En ese momento Grifin ya estaba atravesando ansioso la puerta. Dejaron a Aniceto electrocutándose solo.
En el camino el ruido de las balaceras y las explosiones eran tales que ya no cabía duda de que el bunker caía aquel mismo día, la luz fue pestañando tan intermitentemente que Grifin casi se tropieza, aun así siguió cojeando con su pierna herida hasta llegar a la sala de partos, finalmente llegó, la mujer definitivamente no sobreviviría otro alumbramiento, pero por supuesto estaban enfocados en lo que venía.
Grifin no lo pensó dos veces, se metió en la sala, se hizo paso entre los médicos hasta terminar frente a la vagina de la mujer, atento a lo que surgía, no tuvo que esperar mucho para presenciar como una criatura escamosa y con apariencia de reptil, de orejas puntiagudas y forma más bien de koala surgía, no abría los ojos ni emitía sonido alguno más allá de su dificultosa respiración.
-¡YA ENTRARON, HAY QUE EVACUAR!
Oyó decir a uno de los empleados, pero sólo estaba atento a lo que pasara con la criatura, la tomó en brazos no con cariño, sino con curiosidad, vio que tímidamente abrió los ojos poco a poco, antes de que pudiera reaccionar unas luces rojas brillaron de aquellas cuencas y la criatura abrió sus fauces lanzando un breve gemido y exhibiendo una amenazante dentadura compuesta sólo de colmillos y dientes afilados que se lanzó contra Grifin, sin previo aviso se sujetó a su cabeza, empezó a desgarrarle el rostro con sus pequeñas garras, el luchó para quitárselo, nadie se atrevió a acercársele. La luz finalmente se apagó.


-¡Pero que es esto!
-¡Que asco!
-Horripilante
Dijeron los soldados en su propia lengua desde la entrada a aquel desconcertante cuarto, al hombre del lanzallamas sólo le bastó esa reacción para entrar a quemar todo lo que estuviera dentro. Aquellas tropas habían recibido la orden de quemar todos los laboratorios y especimenes resultado de aquellos herejes experimentos, por supuesto que las criaturas híbridas creadas artificialmente apenas se estaban gestando en los tubos y poca esperanza tenían de sobrevivir, la única concebida de manera “natural” había desaparecido en medio de la confusión, ahora sólo presenciaban a laboratorios abarrotados de gruesos tubos en cuyo interior crecían los fenómenos más desconcertantes, cada uno era un híbrido con características propias, una pesadilla para las leyes naturales y la ideología de aquellas tropas. Muchos insistieron en poner una bomba de plasma en el bunker y desintegrarlo todo de una vez, pero sería un desperdicio, el lugar les daba una posición estratégica favorable y había muchas armas que podían usar. La guerra estaba prácticamente ganada.
-¿Oíste eso?
-Creo que si.
Era tarde y estaban solos haciendo guardia en uno de los últimos niveles, sólo eran dos y portaban unas viejas AK-47 y los extravagantes, pero sagrados, uniformes de su ejército.
-Según el lector de signos vitales no hay nada aquí salvo nosotros, de todos modos sacamos al último civil de aquí en la mañana- redirigió su vista hacia su reloj- hace media hora que debió ser el cambio de guardia, subiré a ver que pasa- le dejó el lector de signos vitales.
El soldado restante tomó el aparato en su mano y se distrajo viendo la pantalla verdosa que le daba una visión panorámica de aquel piso, cuando vio que el punto rojo que representaba a su compañero desaparecía de la pantalla estuvo a punto de apagarlo, hasta que, su aburrimiento fue interrumpido por la súbita aparición de otro punto a unos cuartos de donde estaba, desconcertado, atravesó el pasillo echando una rápida mirada a los cuartos por los que pasó, mas por miedo que por seguridad, todo estaba oscuro, la iluminación era mala, finalmente llegó al cuarto donde el lector decía había otro ser vivo, al igual que todos estaba abierto, no había luz, el lugar era un desorden, había un arpón disparado contra la pared y una mancha negra en torno al punto donde se incrustó, miró detenidamente todo el lugar, según el lector las señales venían claramente de un armario en una esquina del cuarto, tímidamente se fue acercando, guardó el lector, tomó firmemente su arma y finalmente abrió el armario.

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