viernes, 10 de octubre de 2014

El Elegido


Todas las grandes historias, y en particular las mejores sagas, de la literatura y de Hollywood suelen guiarse por una fórmula argumental, o arquetipo, común: el de El Elegido. Con mayúscula. Desde Harry Potter hasta Star Wars, vemos como todas estas historias tratan sobre un hombre especial, dentro de un contexto especial (ya sea un mundo de magia y hechicería, o una galaxia muy, muy lejana). Que descubre que es diferente a los demás, que puede hacer cosas que nadie más puede, y que está en sus manos salvar a su mundo.
¿Qué implicancias tiene hablar siempre de UN elegido? ¿Hay más mensajes ocultos tras esa palabra?

Comic: Los más humanos




miércoles, 27 de agosto de 2014

The Expendables 3




Esta no es una película. Es un desfile de hombres rudos. Diecisiete leyendas del cine de acción. Diecisiete ejércitos de un solo hombre. Stallone, en pocas palabras, se fue en volá.
La mayoría de las narraciones, siguiendo la fórmula aristotélica, se rigen por una presentación de los hechos, un quiebre en la normalidad, y un punto de no retorno hasta el clímax o la resolución de la trama. Nada de eso hay en esta película. Desde la primera escena que sube al espectador al carro de una montaña rusa y no le da respiro. Cualquier trama de fondo pasa prácticamente a segundo plano. Es un festival de testosterona pura, adrenalina inyectada directamente al corazón como hiciera Tarantino en Pulp Fiction. Toda una orquesta wagneriana de balaceras y explosiones. La obertura 1812 de Tchaicokvsky al más puro estilo de V for Vendetta. Y en verdad se agradece, cualquier análisis cinematográfico más sesudo no cabe aquí.
The Expendables 3 es posiblemente la mejor de la saga. Si la primera se enfocó en el drama, y la segunda en la comedia, la tercera fue el mix perfecto de ambas temáticas. De alguna forma, todo armonizado con la presencia de tantos pesos pesados de la pantalla grande.

Cuento: La Española

La Española

“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”
Juan 6:54

Los suspiros guturales se escuchaban desde el otro extremo del pasillo. El capitán le pisaba los talones al Padre San Juan, a medida que avanzaban temerosos por el estrecho y poco iluminado pasaje. Cada madera que pisaban chirriaba de forma exagerada, pero el ser que los esperaba en la habitación de al fondo parecía indiferente a estos ruidos. En realidad era indiferente a las cadenas y a todo su sufrimiento en el mundo terrenal. Su dolor venía de mucho más allá, de las profundidades insondables de abismos demoniacos. Con sus animalescos aullidos y voz inhumana, los dos hombres de Fe sentían con toda claridad las maldiciones del infierno retumbar en sus cristianos oídos. El padre se persignó dos veces al estar a sólo tres pasos del umbral. Retrocedió bruscamente cuando la criatura agitó las cadenas de forma tan ruda y explosiva que saco chirridos de desencaje de las tablas. El capitán lo calmó, echó un vistazo.
-          Sigue encadenado. Entremos- susurró.

sábado, 5 de abril de 2014

Tarantino y Shakespeare

El irreverente Tarantino se caracteriza por su peculiar estilo de cine. Sin más estudios del séptimo arte que su paso por un Blockbuster y su formación autodidacta, sus películas a primera vista pueden parecer un pastiche aficionado de cowboys, samuráis y mafiosos, siempre con la violencia como denominador común.
Así, entre los géneros que más obsesionan a Tarantino encontramos el Grindhouse, Kung-fu y los Spaghetti-Westerns. Los cuales, mezcla, parodia y reamolda en cada cinta. O como resumiría magistralmente el guionista Andrés Kalawski: “A Tarantino le gusta el leseo”.
Tanto su estilo como sus diálogos tienden a salirse de los cánones de agilidad y economía del lenguaje al que nos han acostumbrado los estándares hollywoodenses. Y es que la intención de Tarantino nunca ha sido la de apegarse a las reglas: gustoso de diálogos redundantes, y reiterativos, le gusta dejar a sus personajes hablar. Aunque muchas veces la palabra nigga y las conjugaciones del verbo fuck delinean historias y epítetos bastante racistas, además de constituirse en sí en recursos bastante chabacanos para atraer la atención de los grandes públicos, el resultado final no deja de ser atrayente (excesiva y persuasivamente violento según algunos), para críticos y público masivo.
Pero sus películas van más allá del mero pastiche de cultura pop (como su aclamada Pulp Fiction). Consciente o inconscientemente, el cineasta de prominente mentón nos entrega también algunas imágenes bastante shakespereanas en sus largometrajes.

domingo, 9 de marzo de 2014

Los más humanos

(El siguiente cuento de ciencia-ficción, invita a meditar sobre qué es lo que nos hace humanos. Un poco de la Sci-Fi más clásica)


Los Más Humanos



"Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas” 
Albert Einstein



Era muy distinto cuando estaban dormidos. Costaba reconocerlos, el que llevaba Xse sobre sus gruesos brazos dormía plácidamente como un niño. El metro veinte de estatura de aquel bulto en posición fetal, versus los dos formidables metros del científico, hacían que la escena pareciera, a primera vista, la de un padre cargando a su hijo.
Xse finalmente lo depositó en su cama. Sucia y desordenada como siempre. Cerró la pequeña compuerta, y dejó que el sistema de soporte vital se hiciera cargo.
Por la compuerta de cristal aún podía distinguir el rostro de aquel ser. Era un poco mejor parecido que los demás. Xse se encontraba ante un interminable pasillo cuyas paredes estaban compuestas de largas filas de compuertas cuadradas de medio metro y medio cada lado. Dentro de ellas se distinguían más especímenes: todos bajos, con pocas hilachas de cabellos colgando de sus cráneos. Unos ojos blanquecinos, vulnerables a la luz del sol, y una piel enfermiza, casi albina y a ratos traslúcida. Pero la piel de Lasthmann (nombre de su criatura) era más uniforme: no tenía tantos granos y deformaciones. Era lisa, suave, e incluso se atrevería a decir, hermosa.
“Duerme Lasthi, mi pequeña criatura” dijo en voz baja.
Criatura. Era una bonita palabra, y Xse pensaba mucho en ella. “Criatura. Ellos son nuestras criaturas, pero nosotros somos sus creaturas” cavilaba. De tanto que pensaba en eso, que muchos dirían que había desarrollado sentimientos por la criatura. Si es que alguien como él podía tener algo similar.
Recordó sus labores, y procedió a dejar el lugar. Mientras atravesaba el pasillo, observaba a varias de las criaturas que seguían despiertas en sus cámaras de soporte vital. A través de las compuertas transparentes, los seres se distinguían saltando, gritando (no se escuchaba, pues eran a prueba de sonido las cámaras), golpeándose contra la pared, masturbándose, o simplemente extasiándose con las ociosas escenas holográficas que proyectaban las cámaras.

viernes, 28 de febrero de 2014

Condorito y Mampato: opuestos ideológicos

Anteriormente me preguntaba por qué los analistas insistían en buscar mensajes escondidos, de corte político y social, en las caricaturas más populares. Pero indagando en la historia del cómic, uno descubre que la respuesta es simple: ese era el propósito original del noveno arte. Fue allá por el siglo diecinueve que los europeos comenzaron mofándose de la nobleza y el poder en general, retratándolos en trazos que exageraban sus rasgos y atribuciones. Por supuesto que después derivarían en personajes autónomos de sus fuentes de inspiración, y contarían historias que, poco a poco, se fueron alejando de la sátira política. Y ese fue el comienzo de las caricaturas.
Claro que la forma en que se cuenta toda historia tiene implícita cierta ideología, que se deja entrever en la resolución de una trama, y el actuar de sus personajes. No por nada Aristóteles diría “El Hombre es un animal político”. De ahí que podamos ver a epítetos republicanos en Rorschack y El Comediante de Watchmen, y, por supuesto, en el icónico Superman, emblema por excelencia del patriotismo americano.
Pero estos análisis también se pueden realizar en Chile, país históricamente dividido, y a la vez gozoso de una rica tradición historietista. El diálogo entre ambos fenómenos es parte ineludible de su historia.
Tomemos a los cómics más clásicos del inconsciente colectivo: Condorito y Mampato. De vertientes ideológicas opuestas.