sábado, 13 de noviembre de 2010

Poncho 1984

-Matías, pásame la llave de tres cuartos- me dijo el doc con su marcado acento alemán.
Se la lleve luego de buscarla con la mirada unos instantes.
-¡No, esa es la de siete octavos! La amarilla necesito yo.
-Perdón, doc.
El doc, quién diría que un niño cuico como yo terminaría haciéndose amigo de este loco genio.
Después de que mis padres se separaron mi madre se fue a Bueno Aires con mis dos hermanas, de donde volvió con este girosintorinillo arrancado de la segunda guerra a quién su familia había protegido desde entonces de los que lo querían extraditar. No era el primer nazi que conocía, pero este en particular no era el odioso viejo alemán que esperaba, este tenía poco o nada de esa campaña perdida, estaba totalmente entregado a la ciencia, terminé por admirar eso, le daba una pasión y una razón de vida que tanto llegué a entender que incluso lo envidiaba.
“Matías Vicuña, el Igor del doctor Von Braun” quizá me quede en esta pega, puede que termine por encariñarme tanto con la ciencia que no tenga que trabajar en la empresa de mi papá, por como terminé el colegio es una de mis pocas alternativas hasta ahora.
-¡Listo, terminamos!
-Ya me dirá de una vez que le esta haciendo al poncho, doc.
-Ya no es un automóvil volkswagen cualquiera, Matías, es probablemente el invento más grande de todos los tiempos, es… ¡Una máquina del tiempo!- explotó eufórico el doc.
-¿Quiere que crea que construyó una maquina del tiempo en este taller mecánico que trata de convertir en laboratorio… y en forma de un auto escarabajo?
-Siempre lo he dicho, si vas a viajar en el tiempo, porqué no hacerlo con sentido del humor. Y es verdad, fue difícil, tuve que improvisar bastante con la poca tecnología que logre traer de Argentina, fueron vitales los inyectores de plasma de la isla Huemul, circuitos y procesadores de computadora que rescaté del ops-room de Synco aquí en Santiago y un poco de ayuda que me envió mi primo de la Nasa, así logré perfeccionar la batería de fusión y los circuitos del tiempo.
No entendí ni la mitad, pero como siempre le escuché todo lo que tenía que decir antes de responder.
-¿Y me lo va a probar? ¿Funciona al menos?

Por supuesto que funcionó, al subirnos escribió una fecha en los tecleados junto al volante, dijo que usaría una fecha cercana para no arriesgarse demasiado, yo me reí en ese minuto, pero al siguiente estaba boquiabierto.
-¿Dónde estamos?
-En el 73, en los últimos días de la Unidad Popular.
Las propaganda que veíamos en los muros de las calles lo confirmaba, definitivamente no estábamos en el mismo Chile, esto era otra cosa.
-Oh, no, el combustible se gasta más rápido de lo que pensé, no hay ningún problema con el sistema de abastecimiento de hidrógeno, por suerte, pero irónicamente es el motor del autor el que nos da más problemas, tendremos que ir a una gasolinera.
Fue difícil encontrar una con gasolina, escaseaba de todo en esos tiempos en Chile, nos internamos bastante en el centro de Santiago antes de dar con una.
-Doc, voy a darme una vuelta, no me tardo.
-¡No, Matías, es muy peligroso! No debes alejarte del auto.
-¿Y porqué no?
-Cualquier cosa que hagas allá afuera, por mínima que sea puede cambiar el futuro drásticamente, no conviene que te alejes del auto.
-Bueno, Bueno, no se preocupe tanto, sólo pasaré al baño.
-¿Al baño? No lo se… Eso implicaría dejar algo externo en este tiempo.
-¿Caca? Espera que eso cambie el futuro.
-En la teoría del caos todo es posible, Matías, cualquier cosa que dejes o saques altera la continuidad normal de las cosas.
-Yo voy a dejar algo, pero usted está sacando algo, eso si es más peligroso.
-… Está bien, pero no te tardes, y no hables con nadie, si alguien pregunta diles que vienes de Viña del Mar, u otra ciudad, qué se yo.
Allí fue donde las cosas comenzaron a salir mal. Una protesta se había extendido hasta tomarse varias calles, incluyendo la gasolinera, cuando yo iba saliendo una gran masa de personas se interponía entre mí y el auto, el doc me gritaba desde el asiento del conductor que me apurara, estaba listo para partir, pero alguien detonó una bomba bastante cerca y llegaron los pacos, en medio del caos, y probablemente temiendo que le pidieran documentos el doc partió y yo me quedé atrapado en el 73.

Iba caminando por la calle, perdido y sin saber a dónde ir, si ellos me encontraban quien sabe que me harían, pensé en ir a mi casa, mis hermanas aún no han nacido y yo debo tener como seis años ¿Pero me creerían mis padres? Comencé a pensar en sólo cosas que yo sabía y que servirían como pruebas de que vengo del futuro cuando sentí un estallido en el cielo y vi una extraña aparición: Un volkswagen de una sola llanta, instalada como flotador y con unos pequeños cohetes en lugar de tubos de escape, tenía toda la pinta de un platillo volador.
-¡Matías!- gritó el conductor.
-¡Doc!
Descendió y subí al vehículo el cual suavemente se elevó.
-Doc, ¿A dónde diablos fue?
-A Alemania, treinta años más atrás, fue allí donde instalé el sistema de levitación antigravedad, claro que me las arreglé para ser los suficientemente discreto de modo que no produjera ningún cambio importante. Y tú Matías, ¿Qué hiciste mientras no estuve?

Volvimos a nuestra época, pero nos topamos con un ambiente totalmente distinto, Santiago siempre fue feo, pero ahora el cielo estaba permanentemente gris y la ciudad estaba en ruinas, una guerra parecía haberse librado hace poco, de hecho aún sentíamos a misiles estallar no muy lejos de allí. Los edificios más altos aquí eran escombros desparramados y todo lo cubría una densa neblina de smog.
El doc verificó la fecha antes de ponerse a gritar, primero en alemán, luego en español.
-¡¡Qué demonios pasó aquí!! ¡¡¡¿Matías, qué fue lo que hiciste?!!!
-Yo… No lo sé… en verdad…. Pasaron tantas cosas…
-¡Cómo tantas cosas!
-Es que… es una larga historia, mire… me confundieron con un gringo y… termine trabajando con unos tipos del… creo que de patria y libertad.
-¿Acaso pusieron una bomba? ¿Por qué con un gringo? tienes que decirme exactamente todo lo que hiciste para entender qué salio mal.
-No les dije que era viñamarino cuando tuve que mentir en la gasolinera, como no era la primera vez que fingía me puse a hablar inglés y… bueno… una cosa llevó a la otra, pero no hicimos gran cosa.
-¡Matías, palabra por palabra, paso por paso que hayas dado me tienes que contar!
-Es que… No se, traté de tener bajo perfil, seguí su consejo de intervenir lo menos posible… sólo hable con algunas personas, estuve en tal parte, creo que le di un consejo a alguien… Parece que hablaban de matar a alguien, no escuché su nombre ¿Pero quien puede ser tan importante para crear tanta destrucción?


Puedo confiar en el doc, se metió en un período crítico de la historia universal a construir una máquina que la hubiera cambiado radicalmente, pero si el dice que no hubo testigos ni dejo huella de sus acciones le creo, así, aunque luzca probable esto no es culpa suya, sino mía. Mi condoro fue mucho mayor de lo que pensaba. No hemos podido averiguar mucho en este cerrado país, pero creemos tener una idea de cómo sucedieron las cosas.
Sea como sea, aquí estamos, en 1984, con el país en ruinas por la guerra, y aún así en movimiento gracias a la unidad popular y al proyecto synco, esa red informática de computadoras esparcidas en cada centro productivo del país, de modo que lo poco que seguimos produciendo en medio de las ruinas alcanza para alimentar a la población, a todos por igual, sin excepción. Igualdad absoluta (No me referiré a los miembros del partido interno, claro).
Estoy junto con el doc caminando en fila india con mi uniforme del partido hacia la masa de personas que se apila frente a la gran pantalla al centro de la fábrica. Llevamos ya un tiempo aquí, camuflados como unos compañeros más de la fábrica, con nuestros puestos en un par de computadores, de los cientos que hay, que regulan la producción. Desde el primer momento asocio todo este ambiente con esa canción de Pink Floyd, The Wall, todos trabajando ininterrumpidamente en sus respectivos puestos de trabajo, produciendo insumos básicos que luego depositan en el tubo que cada uno tiene en su puesto, el cual se unirá a la gigantesca red de tubos que transportan y distribuyen las cosas y si no lo haces, inmediatamente la cámara que hay tras de ti te delata.
Tratamos de averiguar exactamente qué salió mal, pero es difícil investigar sobre la historia, de hecho es difícil hacer cualquier cosa en este lugar que no luzca sospechosa. Hay cámaras por todos lados, al igual que computadores, todos tienen miedo de detener sus manos o hacer cualquier cosa que no sea trabajar, aquí nada se sale del sistema establecido, all in all is just another will in the wall, pantallas de computadores y más cámaras, pero la pantalla más grande es la del centro.
En la Gran Pantalla partimos odiando a la nación argentina, aquella tierra más allá de la cordillera, nuestro muro protector de esos cerdos maléficos y despreciables, “Esta es nuestra tierra, y la defenderemos hasta el fin del invasor argentino” decía la voz del narrador que en mi universo era la voz del canal 7. Se supone que la guerra había empezado en el ´78 por las islas beagle y no había parado desde entonces, los bombardeos eran constantes, en especial en Santiago, a veces quemábamos en montones de basura apilados a banderas argentinas junto con libros que decían cosas como “Libertad” y “Pensamiento libre” en sus portadas para acompañar. Nos dejaban a la imagen del dictador argentino por un buen rato para que le gritáramos más, a aquel monstruo, cabeza del neoperonismo (el doc y yo nos las arreglamos para saber que no era muy distinto del socialismo allendista) para finalmente dar paso a las trompetas, al himno nacional, a los colores brillantes, a la palabra glorioso y grande, al líder y creador de esta utopía socialista, el hombre que nos ha salvado del enemigo trasandino, el Gran, Gran… Gran compañero.
La mayoría pasaba de la rabia a las lágrimas.
El doc me dijo que estaba muerto, y que todo lo que mostraban eran sólo grabaciones de antiguos discursos. No le pregunté cómo se enteró de eso.
Y finalmente de vuelta al trabajo. Había que ser un trabajador leal, hacerle caso en todo a synco, el sistema de gobierno más sabio y eficiente de la historia, cada orden que daba debía ser cumplida, todo en pos de la producción, del bien común, de la revolución y de fortalecer a nuestro glorioso ejército vencedor jamás vencido en su constante lucha contra el enemigo trasandino, y sino, las cámaras, ojos y oídos del Gran Compañero, siempre te delataban, y al siguiente día nadie sabía de ti, por lo mismo fue difícil esconder el Volkswagen, si alguien puede moverse sin ser descubierto ese es el doc, ojala logremos irnos sin que estos locos paranoicos nos descubran, con el poncho en mis manos fue todo un desastre, pero si cae en las de ellos…



Leyendo ucronía Chile extrañé ver al clásico de las distopías adaptada en el libro, en especial tomando en cuenta que los cuenstos estan precisamente ordenados por fecha, así que me puse a imaginar cómo hubiera sido si Alberto Fuguet hubiese aportado algo al libro, reconozco que no logré imitar muy bien al estilo de Matías Vicuña, pero al menos estoy conforme con la historia contada. Ojala ustedes también
Y para complementar, el trailer de Synco:
Este cuento ha sido hasta ahora el primero que el Rodrigo Mondaca a subido a TauZero,
un pequeño éxito para mí, pues lo certifica como "Recomendable" (¿Qué más podría pedir un
escritor novato como yo?).
Ahora también lo pueden ver y comentar en: