Esta no es una película. Es un
desfile de hombres rudos. Diecisiete leyendas del cine de acción. Diecisiete
ejércitos de un solo hombre. Stallone, en pocas palabras, se fue en volá.
La mayoría de las narraciones, siguiendo
la fórmula aristotélica, se rigen por una presentación de los hechos, un
quiebre en la normalidad, y un punto de no retorno hasta el clímax o la
resolución de la trama. Nada de eso hay en esta película. Desde la primera
escena que sube al espectador al carro de una montaña rusa y no le da respiro.
Cualquier trama de fondo pasa prácticamente a segundo plano. Es un festival de
testosterona pura, adrenalina inyectada directamente al corazón como hiciera
Tarantino en Pulp Fiction. Toda una orquesta wagneriana de balaceras y
explosiones. La obertura 1812 de Tchaicokvsky al más puro estilo de V for Vendetta. Y en verdad se agradece,
cualquier análisis cinematográfico más sesudo no cabe aquí.
The Expendables 3 es posiblemente
la mejor de la saga. Si la primera se enfocó en el drama, y la segunda en la
comedia, la tercera fue el mix perfecto de ambas temáticas. De alguna forma,
todo armonizado con la presencia de tantos pesos pesados de la pantalla grande.