miércoles, 27 de agosto de 2014

The Expendables 3




Esta no es una película. Es un desfile de hombres rudos. Diecisiete leyendas del cine de acción. Diecisiete ejércitos de un solo hombre. Stallone, en pocas palabras, se fue en volá.
La mayoría de las narraciones, siguiendo la fórmula aristotélica, se rigen por una presentación de los hechos, un quiebre en la normalidad, y un punto de no retorno hasta el clímax o la resolución de la trama. Nada de eso hay en esta película. Desde la primera escena que sube al espectador al carro de una montaña rusa y no le da respiro. Cualquier trama de fondo pasa prácticamente a segundo plano. Es un festival de testosterona pura, adrenalina inyectada directamente al corazón como hiciera Tarantino en Pulp Fiction. Toda una orquesta wagneriana de balaceras y explosiones. La obertura 1812 de Tchaicokvsky al más puro estilo de V for Vendetta. Y en verdad se agradece, cualquier análisis cinematográfico más sesudo no cabe aquí.
The Expendables 3 es posiblemente la mejor de la saga. Si la primera se enfocó en el drama, y la segunda en la comedia, la tercera fue el mix perfecto de ambas temáticas. De alguna forma, todo armonizado con la presencia de tantos pesos pesados de la pantalla grande.

Cuento: La Española

La Española

“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”
Juan 6:54

Los suspiros guturales se escuchaban desde el otro extremo del pasillo. El capitán le pisaba los talones al Padre San Juan, a medida que avanzaban temerosos por el estrecho y poco iluminado pasaje. Cada madera que pisaban chirriaba de forma exagerada, pero el ser que los esperaba en la habitación de al fondo parecía indiferente a estos ruidos. En realidad era indiferente a las cadenas y a todo su sufrimiento en el mundo terrenal. Su dolor venía de mucho más allá, de las profundidades insondables de abismos demoniacos. Con sus animalescos aullidos y voz inhumana, los dos hombres de Fe sentían con toda claridad las maldiciones del infierno retumbar en sus cristianos oídos. El padre se persignó dos veces al estar a sólo tres pasos del umbral. Retrocedió bruscamente cuando la criatura agitó las cadenas de forma tan ruda y explosiva que saco chirridos de desencaje de las tablas. El capitán lo calmó, echó un vistazo.
-          Sigue encadenado. Entremos- susurró.