El Steampunk es un subgénero de la ciencia
ficción que debe su origen en parte a las novelas de H. G. Welles y Julio
Verne, y que ha destacado popularmente por su estética. De hecho se ha desarrollado esta moda
retro-futurista-victoriana en distintos libros de ciencia ficción, más un
puñado de películas dignas de mencionarse (Jim West, Jasper Morello),
destacando particularmente las del género animé (El castillo andante, Last
exile…).
En Chile, en el último tiempo, la literatura
steampunk ha tenido su pequeño desarrollo, con libros como:
Del prematuramente fallecido Sergio Meier Frei,
quillotano de ascendencia alemana y uno de los pocos expertos en ciencia
ficción en Chile, hoy en día escritor de culto, al igual que esta novela.
Libro denso y complejo, donde el ambiente
victoriano steampunk se cruza con la física quántica, universos paralelos,
magia y esoterismo. Un enredado paradigma holográfico en el que es fácil
perderse.
Tiene el mérito de ser la primera novela
steampunk hecha en Chile.
Escrita en el marco del auge del género ucrónico (ficción histórica), 1899 relata un universo donde Chile es súperpotencia militar y tecnológica gracias al descubrimiento de un súper mineral radioactivo llamado Metahulla y de los trabajos del profesor Joseph Cavor, arrancado de las páginas de la novela de H. G. Welles, The First Men in the Moon. De hecho cabe destacar que esta novela gráfica está llena de referencias o guiños a otras obras de ficción decimonónicas además de históricas, pasando por Julio Verne a H. P. Lovecraft.
Esta es una novela gráfica ya más popular, que tuvo una buena acogida por parte del lector promedio manteniéndose durante un mes en el raking de los libros más vendidos.
A pesar de que ya no cuente con la misma editorial, su éxito fue suficiente para que sus creadores, Francisco Ortega y Nelson Daniel, estén trabajando en la secuela de lo que será la Trilogía de la Metahulla , ambientada unas décadas después, y esta vez con otro subgénero derivado del steampunk, el Dieselpunk.
De Alberto Rojas, al igual que 1899 una ucronía
steampunk con la Guerra
del Pacífico como tema de fondo. Para esta novela el autor recoge el mito del
teniente Bello, mostrándonos su desconocido paradero: Un universo alternativo
del año 1881, con tecnología más avanzada que ha influido negativamente para
Chile en el desarrollo de la
Guerra del Pacífico.
Así, en un universo steampunk ya más avanzado
tecnológicamente, la llegada de la maquina voladora de Bello viene a acelerar
aún más el progreso técnico y armamentístico.
Más adelante se revela que el desarrollo de
maquinaria de guerra como las Tortugas (suerte de mega-tanques) también fue
debido a la llegada de otro personaje del futuro (de un futuro alternativo,
para ser exactos). Pero también dan a entender que este universo ya era
distinto en su evolución política y científica antes de la llegada de estos
viajeros.
Cabe mencionar que para el desarrollo de este
género en Chile, argumentalmente se tiene que recurrir a dos opciones:
universos paralelos o súper mineraleres (elemento clásico en varias historias
de este subgénero).
Y es que lamentablemente Chile nunca ha
destacado por sus innovaciones tecnológicas. Mientras que en historias como la
de Jim West pueden mostrar a inventores norteamericanos como los artífices de
todas las maravillas técnicas que llenan la historia, para 1899 Ortega tuvo que
recurrir al deus ex máchina más
lógico para la época: la llegada de un científico británico para el desarrollo
de este poderoso descubrimiento.
Chile siempre ha sido un país monoexportador,
por lo que más que el milagro de la Metahulla , el verdadero milagro del que nos habla
1899, es que los británicos no hayan terminado por monopolizar la extracción y
uso de este mineral…
Mientras que en La Sombra de Fuego, tampoco
nos podemos jactar de haber desarrollado milagrosas invenciones, sino que el deus ex máchina es, en esta ocasión, los
caprichos de una niebla verde, tipo triángulo de las bermudas, que nos trae a
un piloto nacional del futuro, en una maquina que ni siquiera construimos
nosotros, sino que mandamos a hacer a otro país.
Y finalmente, la historia de Meier es, sin lugar
a dudas, un gran ejercicio metafísico, de los que casi nunca se escriben. No
esta ambientado ni en un país ni en una época en particular, sino en múltiples
universos con tecnología victoriana y alquimistas recorriendo sus páginas.
Lástima que el erudito de Sergio Meier hoy este muerto.
Por las razones expuestas es difícil que se
sigan haciendo novelas así en nuestro país. Pero como siempre, si se tiene una
buena historia que contar, cuya capacidad para interesar al lector vaya más o
menos a la par con la coherencia del argumento, entonces ya nada más importa.
Así, llegamos a recorrer nuestro propio camino en el género, en el cual nos alejamos
del más convencional al que estamos acostumbrados (el estilo yankee) y llegamos
a libros como el 2° Tlon y otras alucinantes ucronías. Como todo en la ciencia ficción criolla, esto toma su propia forma y estilo, moldeado por el contexto de producción chileno, rico en otras cosas, como su historia y sus riquezas minerales.
Al final siempre surgen autores que sorprenden, y la revolución fantástica chilena aún tiene mucho que contar.
Artículos relacionados:
Ucronías desde el fin del mundo.
También publicado en:
http://www.ciencia-ficcion.com/varios/firmas/f20111218.htm
Hola, te agradezco que hayas publicado este blog sobre esta temática tan interesante como lo es el Steampunk, exponiendo casos chilenos que no sabía que existían y que me maravilla en verdad descubrir. No sé si en los ochos años que han pasado desde que publicaste esto hayan hecho más historias con estas características... espero que sí, porque me llama mucho la atención todo esto del steampunk y quiero aprender más.
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