jueves, 29 de diciembre de 2011

Chupilca del diablo



La Chupilca del diablo, según la tradición corresponde a una bebida que se les distribuía a los soldados chilenos durante la Guerra del Pacífico, preparada a partir de una mezcla de aguardiente y pólvora negra, a la que se le atribuían poderes mágicos que hacían al soldado entrar en un trance que aumentaba su agresividad alcanzando fuerzas sobre humanas.
No obstante, los expertos afirman que esto habría sido solo un mito, a pesar de que se ha comprobado que la descomposición del agua ardiente provoca hongos que inducen a propiedades alucinógenas, induciendo al organismo a liberar suficientes hormonas para incrementar la agresividad y la fuerza, de hecho los Berserkers nórdicos entraban en trance de la misma forma.


Hoy incluso esta confirmado el mito chileno de la Guerra del Pacifico que cuenta que la toma del Morro de Arica en solo 55 minutos fue debido al uso de esta bebida, incluso se habla que el “suicidio” de Arturo Prat en el combate naval de Iquique fue posible gracias a que Prat se encontraba bajo los efectos de esta bebida, como afirma el investigador Lamberto Ulloa. A pesar de esto, los intelectuales más respetados insisten en que esta bebida estuvo poco presente durante el conflicto.
La testarudez de la historiografía oficial, e incluso de las autoridades de gobierno de reconocer un hecho tan anecdótico de la guerra sigue llamando la atención de varias personas interesadas en historia, dando paso a teorías de conspiración.
Al parecer, esta bebida al tener las propiedades descritas sería la verdadera causa de que Chile haya ganado la guerra del pacífico, constituyendo esta fórmula de súper poderes en una autentica arma secreta.
Pero la historia es un poco más hilarante que eso, pues la explicación a porque los historiadores prefieren mantener en secreto este poderoso brebaje no sería por ser un arma de guerra, sino por sus efectos secundarios revelados en el experimento que hicieron en el programa norteamericano MythBusters en su ultima temporada en la que realizaron una gira por Latinoamérica.

También existe un documento que habla de los orígenes de este trago circulando entre los historiadores chilenos, en torno a los cuales existe una verdadera conspiración del silencio para no sacarlo a la luz. Incluso el gobierno colabora en darles respaldo y destruir otros documentos que delaten la existencia de la verdadera historia.
Dichos pergaminos corresponderían a los cuadernos de bitácoras del profesor Joseph Cavor en su paso por Chile.
Al parecer, mientras el científico británico estuvo en nuestro país tuvo contacto con ciertos brujos y chamanes que le dieron la idea para una solución química que le proveyera del combustible que necesitaba para sus investigaciones aeronáuticas.
No obstante, ninguna de las soluciones que probó tuvo el efecto esperado, por lo que el británico abandonó su investigación poco antes de partir de Chile, dejando olvidadas sus bitácoras que terminaron en las manos de su aprendiz y asistente Francisco Tadeus Ortega.
Este estudiante de alquimia habría utilizado la última solución que probó Cavor para un fin distinto. En lugar de tratar hacer volar maquinas voladoras lo probó como droga potenciadora en los soldados chilenos. La solución final estaría compuesta de agua ardiente y pólvora, más un mineral desconocido que se supone encontró Ortega en la provincia de Arauco, pero hasta el día de hoy no ha podido ser identificado, a pesar de que Ortega respaldó en el mismo cuaderno sus observaciones de su nueva investigación.

El experimento fue respaldado por las autoridades chilenas de la época, siendo un éxito rotundo como quedo demostrado en la toma del Morro de Arica. De hecho el mismo ministro de guerra de entonces, Rafael Sotomayor, habría probado el brebaje y durante una semana experimentó sus extraordinarios efectos gozando de una vitalidad y fuerza sobre humana, además de no necesitar beber agua, defecar, ni dormir en pleno desierto. No obstante, un hecho que vino a disminuir los ánimos por la victoria en Arica fue su repentina muerte, que quedó sin aclarar en ese entonces pues se dice que cuando lo encontraron en su carpa del campamento, su cadáver despedía una terrible peste y ni el doctor con mejor estómago quiso hacerle una autopsia, la que quedó postergada para después de la guerra.
Así, las tropas chilenas habrían avanzado imparables hasta llegar a Lima, iniciando la ocupación.
Durante ese período los desmanes, destrozos, saqueos y violaciones que se dieron habrían sido más constantes (se dice que día y noche sin parar) y excesivos de lo que nos contarían los libros de historia, pues los soldados continuaron bebiendo el adictivo súper brebaje.
Todo lo anterior se habría producido en una semana y no en dos años como se dice oficialmente. Al parecer, al octavo día de haberse instalado en la ciudad se inició una auténtica pesadilla para los chilenos.
Durante dicha tarde, las energías en todo el ejército habrían cesado, los rostros de los hombres se tornaron pálidos y decaídos, y un crujido general se escuchaba en toda Lima. Dicho ruido provenía de las entrañas de los uniformados.
Durante el resto de la tarde y noche habrían sucumbido a una diarrea colectiva de tal magnitud que, según dice el mito entre el cerrado circulo de historiadores que maneja este secreto, vertió tal cantidad de excremento en las calles de la ciudad de los reyes que la dejó apestando a ella y a sus habitantes hasta el día de hoy.
Luego de eso, miles de soldados regresaron en masa a Chile, sin contarle a nadie su incomoda experiencia. Al parecer sería este hecho la verdadera razón de porqué Chile no continuó expandiéndose territorialmente en los territorios que habían conquistado sus tropas.
Según se cree, la evacuación intestinal se debió a que luego de una semana comiendo comida peruana, que como se sabe es rica en ají y otros condimentos picantes, habría actuado como detonador de la pólvora almacenada en los intestinos de los soldados, provocando la colitis.
Otro mito dice que mientras defecaban desesperadamente, aquellos que fueron más viciosos con la bebida literalmente explotaban, y sus  trozos de carne quedaban mezclados en un montículo de caca y tiras de uniforme.
Algunos creen que esto mismo fue lo que le pasó a Adam Savage, protagonista de MythBusters, quien murió, según sus amigos, en un accidente de moto en Lima, ciudad a la que se habían trasladado luego de su paso por Chile en el marco de su especial “Mitos Latinos”.


 También incluido en en el blog de Chilenia:
http://chileniaucronica.blogspot.com/2011/12/chupilca-del-diablo.html

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