Desangrado, débil y
con la cabeza gacha lo trasladaban con un fortachón indígena a cada lado para
evitar que escapara. Cual Jesucristo lo arrastraron por los caminos de lo que
alguna vez fue su pequeño reino, ahora reducido a cenizas, escombros y sangre
española regada por el piso. Si es que alguna vez alcanzó a ser un reino. De un
ridículamente pequeño pueblo pasó a ser un mal recuerdo. Sobre esos escombros
ahora multitudes de innumerables de indígenas enardecidos proclamaban su victoria
sobre el invasor.
Lo llevaron hasta la
plaza, había estacas con las cabezas degolladas de sus hombres de confianza
empaladas en ellas. Su amada Inés lo observaba desde un punto de la
muchedumbre, donde tenían amarradas a las mujeres prisioneras. Impotente como
estaba, solo podía llorar mientras presenciaba el destino de su amado.
Sin demora alguna, lo
llevaron hasta una roca que dispusieron para la ejecución. Llegó el verdugo,
también inmenso y fortachón. Agarró su mazo, lo irguió hacia arriba y le dio
con todas sus fuerzas a la cabeza del huinca.
Por las que debieron
ser las grandes alamedas no pasó un hombre libre. Pero si un futuro libre.
Me había levantado hace poco y todavía no
despertaba del todo. Prendí el televisor para escuchar algo mientras me
duchaba.
El noticiero matutino decía en la parte
superior de la pantalla: 5 de noviembre de 2012. Falta poco para el fin del
mundo, pensé.
Desde el baño escuchaba los indicadores, que el
IDH había subido, que la tasa de indigencia bajaba, que la tasa de suicidios
aumentaba, las tonterías de siempre.
Después de la ducha me serví mi café y mi
tostada de siempre mientras veía las noticias. La nota hablaba del cese
definitivo de actividades del Movimiento Separatista del Oeste. Si es que
alguna vez hicieron algo, sólo buscaban llamar la atención, pensaba. Me alegra
que finalmente hayan dejado de molestar con sus discursos aislacionistas.
La siguiente, hablaba de las celebraciones en
el extremo austral por el aniversario de la reconquista del Beagle.
Apagué la tele. Las noticias estaban
interesantes, y como suele suceder, solían darme ideas para mis ensayos, pero
no estaba para darme ese lujo. El tiempo se hacía poco y tenía que terminar
este maldito trabajo.
Busqué entre la pila de cuadernos de la universidad,
hasta que finalmente encontré la carpeta con el primer borrador de mi trabajo. El
título de por sí ya era complicado: “Comparación de los modelos de desarrollo
Argentino y norteamericano” Lo bueno es que el material sobra. Escogí ese tema
debido a pasé una buena temporada de mi juventud en Estados Unidos. Gracias a
mi colegio, que a pesar de ser pequeño y de provincia los programas de
intercambio no faltaban. Desde entonces que ahorro todos los años para pasar
unas semanas del verano allá, donde tengo varios amigos y contactos. Me fascina
ese país, pero no más que mi natal Argentina.
Me dirigí a la estación del metro. Daba un
gusto viajar allí, afuera las áreas verdes y la arquitectura de la plaza era
muy amena. Y adentro la decoración y el aire acondicionado lo volvían un lugar
mucho más agradable que la calurosa superficie. Lo único que rompía con el
encanto de aquella jornada era un mendigo postrado a unos metros de la entrada
al subterráneo.
Eso si que llamaba la atención, el índice de
indigencia en la Federación Argentina
era sumamente bajo, y era toda una curiosidad ver a un marginado en medio de
tanta prosperidad. Un cartel sobre su cabeza lo identificaba como un Argentino
del Oeste o “chileno” como se hacían llamar.
Este tipo de imágenes no hace más que darles
mala fama a nuestros compatriotas del oeste. Me da una mezcla de pena y rabia
que estos pibes con todas las
oportunidades que se les dan aún así
terminen en estas condiciones. Son bien raros los argentinos trasandinos.
Así y todo me acerqué y le dejé un billete.
-Gracias, buen hombre.
-En el letrero dice que es un sobreviviente del
terremoto.
-Si, el que destruyó mi provincia en el 2010.
Lo perdí todo en él, mi hogar y mi familia.
-¿Qué no recibió ayuda del gobierno para
levantar su casa, según sé nadie quedó sin recibir un bono de reconstrucción?
El provinciano se limitó a mirar al piso. Con
ese simple silencio tuve que asumir que no quería continuar con ese diálogo,
así que seguí mi camino hacia el metro. Son bien raros los provincianos del
oeste.
Algunos transeúntes le daban monedas, otros (la
mayoría) billetes como el que le di. Si por algo destacamos en este país es por
nuestra solidaridad. Como no donar un poco, si crecimos literalmente junto a un río de plata.
Terminadas las clases, me encontré con el
Philip en el centro de exposiciones del Caminito, trabajaba allí los fines de
semana y solía visitarlo, a él y a este barrio del que nunca me cansaba de
recorrer. Nos instalamos a conversar luego de comprar un par de refrescos en la
barra.
-Mira, como te decía, Philip- Proseguí, luego
de darle otro sorbo a mi bebida- el éxito en el desarrollo de este país esta
básicamente en que seguimos el modelo de desarrollo norteamericano. Sólo
piénsalo, la conquista de las provincias del oeste difiere poco de la que
realizaron las trece colonias norteamericanas, que en nuestro caso sería todo
lo que es el Gran Buenos Aires y Uruguay, nuestra Nueva Inglaterra.
“Y en el oeste ¿Qué tenemos? A Viña del Mar,
nuestra suerte de Hollygood, y lo digo pensando en el festival. Luego
Valparaíso, que sería como nuestro San Francisco. En resumen, el Estado de San
Martín es como nuestra California”
-Con la diferencia de que nadie más había
llegado antes a California. Aquí ya habían existido intentos de colonización previos,
Sturgeon.
-¿Porqué nunca me llamas por mi nombre?
-No me gusta el nombre Rodrigo, sabes que
tartamudeo con la letra “R”- Y era cierto, se le había notado un poco ahora que
la decía- Pero a lo que voy es que, los españoles ya habían intentado conquistar
esa provincia antes.
-Hablas de las fallidas expediciones de Almagro
y Valdivia, ¿verdad?
-Correcto.
-Esa historia siempre me llamó la atención, lo
de Almagro es comprensible, el no tenía porque saber lo que le esperaba en esa
tierra desconocida, en esa “Terra incognita”- dije haciendo comillas con los
dedos”- Pero a Valdivia lo encuentro un soberano boludo. Primero, ya sabía lo que le esperaba, segundo vino con solo
una fracción de los hombres con que llegó el Dieguito Almagro, era obvio que
tenía menos oportunidad, y tercero, hoy en día sabemos los inconvenientes de
fundar una capital en el valle del Mapocho.
-En esa época no tenían porque saberlo.
-No, pero al menos hoy en día tenemos a esos
árboles electrónicos que limpian el aire de CO2, y como todo en esa provincia,
nosotros fuimos a instalárselos. Como colonia autónoma no tenía mucha
oportunidad.
-Que bueno que tocas el tema, de eso te quería
hablar- dijo y finiquitó su soda con un último y succionador sorbo- Mira, hoy
en día son tres las provincias del Oeste, ¿Verdad? La del Norte, con capital en
la serena, la del centro, con capital en Valparaíso, y la del Sur, cuya capital
es Concepción, las tres forman el Estado de San Martín, ¿Verdad?
-¿A dónde quieres llegar?
-No seas boludo,
no sabes que solo un idiota contesta a una pregunta con otra pregunta.
-¿Y vos no sabes que hacer preguntas obvias
también es de boludo?
Casi toso al querer tragar y reírme al mismo
tiempo. Cuando pasó, él continúo.
-A lo que voy es esto, supón que a Valdivia no
le hubiera ido tan mal en su empresa, que el cacique Michimalonko no hubiera
destruido su pequeña colonia, ¿Qué crees que hubiera pasado?
-¿Te crees Sócrates que haces tantas preguntas?
Bueno, continuemos con el método socrático. Supongo, que se habría formado una
colonia autónoma, una que abarcase todo el territorio trasandino.
-Precisamente, che. Una con capital en
Santiago, y totalmente desligada del poder argentino, tanto antes como después
de su independencia.
-Ahhh, vos me estas hablando de ese género, de
las… ucronías.
-Diste en el clavo- Agarró su mochila y extrajo
de su interior un libro.
-¿De quién es?
-De un “chileno” se llama Francisco Ortega,
pero yo creo que puede ser un seudónimo.
-La saga de Chilenia: La formación de la
capitanía general- leí en la portada.
-Ese es solo el primer tomo de lo que prometió
sería una trilogía. Ya salió el segundo tomo y también lo ando trayendo, pero
empecemos por este, el tema te puede ser útil de algún modo en tu
investigación.
-Lo dudo, pero veamos- comencé a ojear el
libro- Tiene un mapa ficticio. Esta el Chile que dices, este Ortega parece solo
un separatista más. No me imagino a Argentina sin salida al pacífico, las
playas allá son mejores, ¿A donde iríamos en verano?
Sonreí y comencé a analizar esa extraña América
-Bastante feo el mapa, tiene muchos más países.
No esta ni la Confederación ,
ni la Gran Colombia ,
Paraguay todavía existe ¡Y la provincia de Uruguay es un país a parte! Que
locura, que futuro tendría un país tan chico.
-Bueno, como te digo, este libro cuenta que la
existencia de ese estado ficticio habría desestabilizado todo el proceso de
formación de naciones en el continente.
“Como sabes, la confederación neoincaica, que
formó el Mariscal Santa Cruz con los antiguos Estados de Perú y Bolivia, se
expandió hacia el sur tomando el desierto de Atacama, y sus ambiciones también
incluían asimilar a Ecuador y quitarle algunos territorios a Colombia. Como
consecuencia, para defenderse de la amenaza de la confederación, Ecuador y
Colombia volvieron a unirse en la Gran
Colombia , a la que luego se le sumaría Venezuela nuevamente.
Pero como ves, este “Chile” alternativo le habría quitado el desierto de
Atacama a Santa Cruz, y en dos guerras habría desintegrado por completo la
alianza Perú-boliviana, por lo que el resto del proceso no se habría dado.
-Que mala idea, se supone que la unión hace la
fuerza, eso fue lo que le permitió a los países de Sudamérica resistir la
influencia de la Doctrina Monroe
o de los demás intentos yankis por manipularnos.
-Pues aquí no fue así, Latinoamérica es
prácticamente el patio trasero de Estados Unidos. La vida en los países de la
región no es tan fácil, como en Chile. El autor lo describe como “las ratas de
laboratorio del neoliberal” para que te hagas una idea de la influencia yankee,
ellos probaron primero allí esas ideas económicas, que hicieron más dura
todavía la vida para sus habitantes. Súmale que su capital está dentro de un
valle, rodeada de cerros, y con el aire diez veces más contaminado de lo que
llegó a estar en los noventa en la realidad. Cubiertos por una capa de smog,
delincuencia, suciedad, y un río que no es navegable como en la realidad, sino
que lleno de inmundicias. Además el país queda en el suelo más o menos cada
treinta años por un terremoto.
-Bueno, lo último no es ficción, por suerte nos
tienen a nosotros para echarles una mano. Como siempre, las ucronías siempre
son bien pesimistas ¿Qué no hay alguna que sea más optimista con los mundos
alternativos?
-Pesimista y optimista son puntos de vista
relativos, Sturgeon.
-Mira lo que dice la contraportada: “Chile como
un tumor cerebral que crece a un costado de la columna vertebral de América,
una metástasis en las terminaciones nerviosas de la Pachamama que agarra y
se ramifica en distintos ríos, toma puntos astrales estratégicos en cerros
alucinantes que nunca debieron estar allí, se arraiga en el inconsciente
colectivo del hombre americano haciéndolo alucinar distintas realidades, confundiéndose
entre las distintas memorias del continente. Una tierra que todos recuerdan y
al mismo tiempo todos olvidan”. Que locura, bien esotérico el libro.
-La idea es, por lo que he entendido hasta
ahora, un alegato al hecho de que las provincias del oeste son un país aparte,
si nos vamos por la interpretación más ideologizada del texto. Y en el fondo es
cierto, solo piénsalo, el acento allá varía bastante, también la cultura…
-Siempre ha sido así en un país cosmopolita,
además he estado allí, la diferencia cultural no es tanta como para decir que
es un país aparte.
-Pero por algo existió el movimiento
separatista.
-Tu mismo lo dijiste, existió. Se forma durante
algunos años y luego se vuelve a disolver, siempre hacen lo mismo esos tontos
intelectuales. Solo discursean lindos ideales, che. Pero lo concreto es que la Federación funciona
bastante bien. En cambio ¿Cómo podría sobrevivir un país tan chico que se cae a
pedazos cada treinta años?
“Era nuestro Destino Manifiesto expandirnos,
más allá de la cordillera, y también hacia el norte (Aunque debo reconocer que
la guerra con Paraguay si tuvo sus excesos). El progreso y el desarrollo de la
región han sido posibles gracias a eso. Controlamos todo el extremo austral del
continente, con puertos en ambos océanos fue posible que se desarrollara este
gran país, como dijo Perón.
-Pero sigues pensando como norteamericano, ¿Qué
tal si no era nuestro destino? Latinoamérica es distinta, es otra nuestra
esencia.
-¿Para que vivir tan separados, si la tierra
nos quiere unir? Si este mundo es uno para todos, todos juntos vamos a vivir.
-Eso lo copiaste de una canción.
-Si, y de un grupo del oeste, si ellos mismos
lo dicen, es por algo, che.
Philip arqueó las cejas y frunció los labios.
Luego de eso pidió otra soda a la camarera. Ya que no pudo convencerme terminó
por cambiar de tema.
-Sabes, estoy pensando en cambiarme de carrera.
-¡De nuevo, Philip!
-Sí, a biología marina.
-Pero vos estas loco, che. Termina algo de lo
que empezas, por favor. Se te esta yendo
la vida con tantos cambios.
-Oye, es mi vida, además es la ventaja de vivir en un país donde la educación es gratis, no tengo nada que perder excepto tiempo- le dio el primer sorbo a su soda y continuó- en enero parto a Valparaíso (hablando del oeste) me han dicho que es el mejor lugar para estudiar lo que quiero.
Comencé a pensar en esta historia
cuando alguien por allí señaló que casi todas las ucronías son pesimistas, ¿Por
qué tiene que ser así? ¿Por qué no imaginar un desenlace más utópico que
distópico? Fue así que pensé en una Argentina más europea de lo que es, con un
desarrollo a medio camino entre Nueva Inglaterra y los países nórdicos. Y que
los costos para ello fueran… tolerables.
Sumándole mi obsesión por
eliminar fronteras del mapa, surgió este relato.
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