miércoles, 25 de enero de 2012

Sherlock Holmes: Trama repetida y afeminada


Ya acostumbrados a un cine que recicla, tergiversa, y “actualiza” periodos históricos y narraciones clásicas con el noble fin de producir una película entretenida para el exigente público actual, sumándole una patente escasez de ideas a los guionistas, nos llega  a las salas de cine la secuela de un totalmente “Renovado” Sherlock.
Se supone que el personaje del detective inspiró al conocido Dr. House. Hoy cualquiera diría lo contrario, que este excéntrico y genial detective esta inspirado en House, y de paso en Sheldon Cooper de The Big Bang Theory. Y que su talento de deducción y razonamiento llegan a tal extremo que su habilidad para adelantarse al futuro unos segundos llevan a recordar a los poderes de Nicolas Cage en Next.
Al igual que en Batman: The Dark Knight, los productores se guardaron al más letal de los Némesis del protagonista para la segunda parte de esta nueva saga. Así, nos presentan a un ahora no tan enigmático Profesor Moriarty, en comparación con el que pudimos apreciar en escasas escenas y sin revelar su rostro en la primera entrega.


Respetando la idea original, es un genio matemático, amoral, pero prestigioso, además de ser el líder de una omnipresente red criminal. Pero claro, los tiempos han cambiado y se le tuvo que agregar a su currículo el de “Campeón de boxeo”.
¿Y que pretende hacer con su red criminal en esta ocasión?  Ni más ni menos que prepararse económicamente para lucrar con la inevitable Primera Guerra Mundial, a lo Oskar Schindler, sólo que él con su inteligencia y agentes se da el lujo de adelantarla.
La misma historia ya la habíamos visto antes, en la versión cinematográfica de la Liga Extraordinaria. Ambas películas abusan del contexto de Paz Armada que reinaba en la Europa de fines de siglo XIX, cuando el continente se volvía cada vez más chico para los crecientes imperios industrializados. Y claro, se aprovechan de la situación para mostrarnos armas automáticas, bien anacrónicas (La liga Extraordinaria es derechamente Steam-Punk, y en cuanto a Sherlock Holmes era necesario agregarle ciertos aderezos de elementos retrofuturistas para terminar de adosar esta nueva versión del personaje).



Ahora alguien descuidado perfectamente podría creer que Moriarty si tuvo algo que ver en la Primera Guerra Mundial, capaz que lo crea el líder la organización Mano Negra que mató al Archiduque, porqué no.
Tomando en cuenta esta trama repetida, las sobrecargadas secuencias de acción, y la naturaleza de incluir, de forma adaptada por supuesto, las tramas más clásicas de los relatos antiguos, el desenlace de la historia se vuelve un tanto predecible, en total contradicción con el hecho de que, se supone, estamos ante una compleja trama hilada por dos inigualables mentes brillantes.
No hay un gran misterio que descifrar como en la película anterior, aquí sólo se trata de seguirle los pasos por Europa al villano de turno.
Conservando el personaje del hermano de nuestro detective, Mycroft Holmes, con sus habilidades deductivas y políticas, desde el momento en que nos anuncia de la decisiva conferencia de paz en Suiza, por ejemplo, sabemos que el final de la película honrara a la muerte que intentó darle sir Arthur Conan Doyle en las cataratas Reichenbach, enfrentamiento final en el que también cae Moriarty (en ambos sentidos de la palabra).
Y claro, si Sir Arthur terminó resucitando a su personaje luego de esa tragedia por el insistente pedido del público, para esta película se volvía imprescindible que volviera de la muerte este hiperquinético Holmes. Con un elemento sutil, un aparato de oxígeno, pero deja sueltos ciertos clavos sueltos que ni el mismo Moriarty pudo resolver (¿Cómo demonios sobrevivir a una caída de cien metros de altura con el agua a temperaturas bajísimas? Sin saber mucho de física yo diría que el impacto es suficiente para romperle los huesos a ambos).
Tomando en cuenta eso, lo más probable es que Irene también resucite para la próxima entrega, después de todo, sólo la vimos desfallecer supuestamente por “Tuberculosis”. Pero jamás la mostraron muerta.
A pesar del reformateo casi total, se incluyen varias referencias a la mitología de las novelas originales, como el libro de física de asteroides de Moriarty, entre otras.
Viendo los personajes, vemos a un Holmes hermano bien apegado a la descripción física y sicológica de los libros, buena elección Stephen Fry. Pero luego vemos una razón más de fondo para escogerlo a él, y es que siendo homosexual en la realidad, no le sería difícil encarnar a este nuevo Mycroft gay.
Stephen Fry es conocido por ser un asumido y orgullo defensor de los derechos homosexuales, su agudo cinismo y humor típico británico, además de ser ex miembro del partido laborista en gran bretaña, historia personal casi calcada para su personaje en V de Venganza, y también para el biopic de Oscar Wilde.
Volviendo a la película, el Mycroft que nos muestra junto con ser un animal político, genio y liberal (que se pasea desnudo sin problemas con invitadas en su casa), desarrolla un estilo de homosexualidad inspirado un tanto en el estilo griego, pues como el le dijo a la esposa de Watson “Usted es una gran persona, entiendo porqué Watson escogió a alguien de su… sexo.”
Al parecer su inteligencia es tal que considera indigno para un hombre de su altura compartir la cama con una mujer, ser débil e inferior. Tendencias a las que ya no nos extrañaría sea incluido su hermano Sherlock.
Las insinuaciones que hace el mismo personaje protagónico a lo largo del film, más allá de lo cómico, rayan en lo obvio, y el director se lo toma en serio. Una vez que Moriarty mata a su novia, Irene, su relación con Watson, quien esta a punto de casarse, es todo lo que le queda. Su amistad con el doctor parece ir más allá de la camaradería, y sus celos por su boda pueden ser síntoma de un interés romántico oculto por su compañero. Y el bueno de Sherlock se conforma con compartir con él todas las adrenalínicas aventuras que puede.
Los genios siempre son más liberales, eso es un hecho. Pero esta nueva película de Holmes es, a mi parecer al menos, innecesariamente gay.
Si era por hacer algo que se saliera del esquema al que estamos acostumbrados, se pudo tratar más a fondo la adicción de Holmes a las drogas, hecho que queda en una simple y olvidada mención en la primera película. Así, en lugar de desarrollar algo que efectivamente ocurrió en los libros el director optó por otra vía.
Escenas de emotividad que daban para más, como cuando Sherlock se deshace del pañuelo de su difunta novia, o cuando reconoce ante la gitana que observarlo todo “es su maldición” se pierden en medio de tantas agitadas secuencias de acción y flashbacks que no dan descanso al espectador.
Aunque si algo salva sin duda alguna, es el talento de Robert Downey Jr. Como actor.
Por lo demás, esta película se queda atrás en relación a su predecesora.
(Si, se le queda un pie atrás).


RESEÑA TAMBIÉN DISPONIBLE EN:
http://www.ciencia-ficcion.com/limites/lm0463.htm

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