El gran
Isaac Asimov, apodado por algunos como el Buen
Doctor, se ganó a punta de excelentísimos relatos y novelas su título de
uno de los tres grandes de la ciencia ficción. Para tales efectos fue escogido
uno de sus cuentos, Anochecer, como
el mejor cuento de ciencia ficción de todos los tiempos, decisión que él mismo
consideró exagerada, pero no cambia el hecho de que efectivamente se trata de
un fabuloso e inteligente relato.
El
argumento era simple: un mundo gozaba de la estable y perpetua luz de seis
soles, pasando por un período de oscuridad sólo cada 2049 años, cuando la
órbita del planeta en cuestión atravesaba por determinado periplo y un planeta vecino eclipsaba toda luz durante un día, tiempo durante el cual los habitantes, absolutamente desconcertados por
las estrellas, y temerosos de la desconocida noche, caían en la locura y el
caos total, llegando a incendiar todo lo que tuvieran a su disposición para
producir algo de luz con el fuego. Ya pasado el día, el pandemonio ha arrasado
con toda la civilización forjada en los últimos
dos mil años, lo que lleva los hombres ha comenzar de nuevo, renegando
este fenómeno a sus leyendas más arcaicas y desacreditadas, lo que los deja
igual de desprotegidos para la próxima “noche”. Repitiendo indefinidamente el
ciclo.
Esto nos
habla de un grupo humano que cumple un ciclo autodestructivo, similar al de la
familia Buendía en 100 años de Soledad, lo que puede enlazarse directamente con
la teoría filosófica del Eterno Retorno, concepción filosófica del tiempo postulada en forma escrita, por primera vez en occidente, por el estoicismo y que planteaba una repetición del mundo en donde éste se
extinguía para volver a crearse. Bajo esta concepción, el mundo era vuelto a su
origen por medio de la conflagración, donde todo ardía en fuego. Una vez quemado, se reconstruía para que los mismos
actos ocurrieran una vez más en él.
Así, el
Buen Doctor juega con esta metáfora del fuego para mostrarnos una historia enmarcada en esta tendencia cíclica e inherente al ser
humano: el instinto a volver sobre nuestros orígenes, cumplir y repetir un
ciclo.
Misma
visión se puede apreciar, a una escala que sobrepasa lo divino, en otro de sus
grandes cuentos La última pregunta, donde
una interrogante le devanó los sesos a la humanidad durante milenios, ¿Cómo puede revertirse la entropía? para
efectos del cuento, la entropía es entendida como el desgaste energético del
universo. En un futuro distante en que la humanidad depende exclusivamente del
poder de los soles, y ya la última estrella acaba sus días como una enana
blanca, la humanidad, en la forma de trillones de consciencias, se funde a la
inteligencia artificial más grande de todas: AC, la heredera de la computadora
Multivac, para crear una entidad que contestó y resolvió lo que sus antecesores
no pudieron, en un universo en que no quedaban estrellas, ni galaxias, ni
hombres, ni el espacio o el tiempo, ni más repuestas que contestar. Así, el
cuento termina de la siguiente forma:
Y "AC" dijo: "¡Hágase la
luz!". Y la luz fue hecha.
De esta
forma, jugando con conceptos de la termodinámica y las teorías del destino
final del universo, Asimov nos presenta otro gran ciclo autoconclusivo y
auto-reconstructor. Un Nirvana cósmico, posterior a un período de Shuniata, que
apuesta por la teoría de que todos conformaremos en algún minuto la divinidad
todopoderosa, creadora y reguladora de todo lo que vendrá. Así, del Big Freeze
pasamos al Big Bounce, del universo frío pasamos a un universo más de este
ciclo de contracción y dilatación.
Un retorno
a nuestros orígenes de la creación, relacionable con el concepto de eterno retorno, y el Teorema de la recurrencia de Henri
Poincaré. En él se propone que un sistema con una cantidad finita de energía y confinado en un volumen espacial finito,
retornará, tras un tiempo lo suficientemente largo, a un estado arbitrariamente
próximo al inicial. Ese tiempo puede llegar a ser mucho mayor que el que se
predice como tiempo total de vida del universo (10^19 segundos) en algunos
cálculos cosmológicos.
Postulado que
encaja a la perfección con la historia de la Última pregunta.
De esta forma, el Buen
Doctor nos brinda esta magnífica historia, que se presta para una multitud de
interpretaciones místicas, metafísicas y termodinámicas.
Humanista y bioquímico de profesión, con sus
cuentos nos deleitó con está sublime visión del conjunto de la humanidad y del
universo, como agentes que cumplen con un ciclo espiritual y termodinámico.
Fuente:
Entradas relacionadas:
http://diegoescobedo.blogspot.com/2010/12/exegesis-de-dos-textos-de-isaac-asimov.html
También publicado en:
http://www.ciencia-ficcion.com/varios/firmas/f20121230.htm
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