martes, 25 de diciembre de 2012

El estado de la Sci-Fi hard en Chile


La ciencia ficción en Chile ha tenido logros esporádicos, y en especial durante sus inicios, aislados, además de períodos de larga inactividad. Es durante la última década, con múltiples exponentes y obras producidas, en el marco de la llamada “revolución fantástica” que ha surgido el interés por sistematizar y crear escuelas en torno a los escritos producidos, consolidándola como género literario en nuestro país, e iniciando los diálogos y comparaciones pertinentes con las áreas temáticas del género, vale decir la ciencia y la ficción.
Recientemente se han llevado a cabo distintas charlas con la intención de ahondar más en este género y la relación que arma entre ciencia y ficción. Así, se realizó en la Universidad Andrés Bello el ciclo de charlas “¿Qué tan Ficción es la Ciencia Ficción?” al alero de la facultad de ciencia exactas de la misma casa de estudios y orquestado por Francisco Ortega. El ciclo de cuatro charlas, de un considerable éxito, se extendió desde agosto hasta noviembre, con una fórmula que se repitió en cada ocasión: un científico de la universidad dialogando con un exponente de la ficción científica o fantástica chilena, pasando por Jorge Baradit hasta el cineasta Inti Carrizo-Ortiz.
La otra charla, a una escala mucho menor, se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, con una idea similar, reunió a Omar Vega, Sergio Amira y el profesor Patricio Robles. Una instancia amena y explicativa, pero de poca concurrencia.

Mientras que la segunda contó con un enfoque científico mucho más marcado (esperable de una charla dirigida por dos especialistas en ciencia y un escritor) la primera derivó en una vertiente más bien fantástica del género. El diálogo, si bien tuvo un carácter marcadamente lúdico, no ahondó mucho en temas de ciencias duras, estableciendo comparaciones más bien superficiales entre los adelantos tecnológicos de la CF y los verdaderos alcances de la ciencia. Aún teniendo a Francisco Ortega como moderador, la tendencia era a que el invitado ajeno a la casa de estudios acaparara un poco más de la mitad de la charla.
Comparándolas, se puede interpretar estas tendencias como otro síntoma de que a la ciencia ficción en Chile le falta rigurosidad y especulación científica directa, la llamada “ciencia ficción hard”, quizás una de las áreas centrales de este género y aún sin explotar del todo en nuestra literatura local.
Para contextualizar un poco, hay que tener presente que los subgéneros Hard y Soft hacen una mimesis con las llamadas ciencias duras (hard) y ciencias blandas (soft). Aludiendo la primera, en palabras de Barceló, a aquella que retoma los temas más estrictamente científicos y que “se basa principalmente en el mundo de la ciencia (…) Por lo general, la física, la química de la biología, con sus derivaciones el ámbito de la tecnología, son las ciencias que soportan la mayor parte de especulación temática de la ciencia ficción hard”. Mientras que la segunda, en contraposición a la base científico-tecnológica de la ciencia ficción más clásica “incorpora las ciencias sociales como la antropología, la historia, la sociología y la psicología al ámbito de la ciencia ficción. [...] Sus autores suelen caracterizarse por una escasa o nula formación científica y un interés casi exclusivo por lo meramente literario” (1).  
Posiblemente el autor cuyo estilo más se le acercó fue Hugo Correa, nuestro mayor exponente por antonomasia. Además de otros preceptores que lograron imprimirle su cello de divulgación científica como Elena Aldunate y su padre, el ingeniero Arturo Aldunate Phillips.
Si bien Hugo Correa fue uno de los pocos que estuvieron cerca de ganarse la vida como escritor de ciencia ficción profesional, hoy, Jorge Baradit asoma como el escritor que ha logrado alcanzar esa meta. Por lo mismo, su obra acapara buena parte del mercado local, lo que influye notoriamente en el desenvolvimiento del género en Chile. Él mismo ha reconocido que no le gusta la ciencia ficción pues es un género donde “todos escriben más o menos lo mismo” (2). Esto se puede apreciar en su estilo, bastante rompedor y original, el llamado “realismo mágico 2.0” o “ciber-chamanismo” que bebe más de la fantasía y el esoterismo que de la ciencia ficción.
En general, la sci-fi criolla tiene un marcado estilo fantástico, más bien de sci-fi soft, siendo pocas las novelas que han hurgado en la vertiente más hard, como los ya mencionados Aldunate, Diego Muñoz con Flores para un Cyborg, o el mismo Omar Vega con su novela El secreto de Rings, siendo esta, junto a Los Altísimos de Hugo Correa, dos notables Space-operas, otro sub-género en el que poco se ha incursionado a nivel criollo. Ambientar historias en el espacio también es complicado cuando un país tiene como única experiencia sideral un satélite en órbita (siendo este parte del novum principal de la novela de Sergio Amira Identidad Suspendida, una de las razones que incitó a la editorial a presentarla erróneamente como “la primera novela de ciencia ficción chilena”). Lógicamente el bagaje tecnológico y científico con el que se cuenta en determinado contexto influirá a los escritores, lo que determinó que buena parte de la ciencia ficción producida en la Unión Soviética fuera dura o hard, por ejemplo. Sobre este país, el mismo Isaac Asimov llegaría a afirmar “en una sociedad tan centrada alrededor de la ciencia, no es razonable suponer que no se desarrolle una forma de literatura que hace de la ciencia y los científicos los héroes típicos de nuestro tiempo” (3) algo que claramente no se da en nuestra nación.
Pero esta tendencia no sólo se ha dado en Chile, también a nivel regional. No por nada en la antología Comos Latinos (An anthology of science fiction from Latin America and Spain) llegaría a afirmarse en el prólogo:
“La ciencia ficción de América Latina y España comparte muchos elementos temáticos y estilísticos con la ciencia ficción anglófona, pero existen importantes diferencias: muchas carecen de plausibilidad científica, y otras muestran la influencia de celebrada literatura fantástica de la región” (4) Lo cual es de esperarse en un continente con una generación de literatos herederos de García Márquez y su Realismo Mágico, al igual que de las historias oníricas y metafísicas de Borges y Cortázar, y claro, herederos de una atropellada historia sociopolítica en todos los países iberoamericanos, lo cual termina por trazar finalmente estilos como el de Jorge Baradit, marcado por la ucronía, el esoterismo y los mitos indígenas, expresado todo de una forma más bien surrealista y metafórica, en desmedro de la ciencia ficción dura.
Este mismo es uno de los desafíos que le queda pendiente a la ciencia ficción nacional, como el mismo Omar Vega llegaría a reconocer (5). Si bien se han lanzado al mercado escritos de CF dura, aunque en una cantidad menor de obras, aún se puede apreciar el predominio de obras soft y fantásticas en Chile (haciendo la analogía en el alcance de las charlas y el desarrollo de ambas vertientes se puede desarrollar una idea bastante precisa del estado de cada tendencia). En un país con un mercado literario de ciencia ficción relativamente joven era de esperarse un escenario como este. Ahora nos toca elucubrar sobre lo que vendrá. La investigación científica y los logros tecnológicos fueron uno de los mayores incentivos para desarrollar la sci-fi hard en el primer mundo (especialmente durante los primeros años de la guerra fría), al igual que las interrogantes y riesgos que estos podían acarrear.
Basta con hacer la comparación con nuestro país vecino Argentina, nación que cuenta con una basta tradición científica que incluye centrales nucleares y tres premios nobeles de ciencia. Esto, sumado a una constante influencia europea permitió el temprano florecimiento de revistas especializadas en ciencia ficción y la difusión de la ciencia, además de precursores como Borges y Bioy Cáceres que delinearon lo que algunos llaman como “relatos de meta-ciencia ficción”. Todo esto ha permitido el auge de una mayor cantidad de obras de ciencia ficción hard en la nación trasandina. No obstante, ni estas condiciones ni una gran difusión de este subgénero se han dado dentro de nuestras fronteras.
Vivir un país donde la investigación científica es escasa, y el mercado de gente dispuesta comprar este tipo de literatura es menor constituyen claras barreras para este desafío  pendiente, que ante la ausencia de un cambio cultural seguirán siendo sorteadas por autores con el mismo entusiasmo e interés que han surgido hasta ahora, además de una reducida, pero fiel camada de lectores y seguidores.


Bibliografía citada

(1)   Barceló, Miquel (1990). Ciencia-ficción, guía de lectura. Barcelona: Ediciones B. Pág. 43.
(2)   Cultura de La Tercera, 18 de octubre de 2008, pág. 4 y 5.
(3)   Asimov, Isaac. Ciencia ficción desde la Unión Soviética. De Sobre la ciencia ficción. Editorial Sudamericana. 1982. 
(4)   Novoa, Marcelo. Años Luz, Mapa estelar de la ciencia ficción en Chile, Puerto de escape. 2006, Pág. 17.
(5)   Vega, Omar. En la luna: un bosquejo de la ciencia-ficción chilena, 2006.


También publicado en:
http://anticipacion.blogspot.com/2012/12/el-estado-de-la-sci-fi-hard-en-chile.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario