viernes, 30 de septiembre de 2011

La Isla



El hermético camión cruzó el estrecho puente que conectaba a su destino con el continente a una hora y un día en la que prácticamente era imposible que hubiese testigo que presenciara sus traslados. Entró luego de varios trámites y diálogos entre sus conductores y los guardias de seguridad del recinto. El espacio que separaba a las fortificadas vallas era a primera vista interminable, costaba creer que tanto pastizal pudiera caber en tan pequeña isla, más aún el centro de recreación en su fondo, pero cualquier precaución era poca dada la importancia de la carga y del contenido del lugar.
-¿En verdad crees que es lo adecuado, amigo?- se oyó decir a un citófono en la parte delantera del camión blindado.
El copiloto le respondió:
-Por supuesto, no existe otro lugar en la tierra. Te prometo que te sentirás como en casa, además ya viste el letrero que encabezaba la entrada, nadie llegará a este lugar por más que lo intente.
La verdad es que quien iba atrás en el camión no había visto el letrero con sus propios ojos, pero sí a través de una pantalla que mostraba en blanco y negro el campo visual del conductor.
El lugar era bastante lujoso y apacible, quizás fuera el eterno cielo gris del extremo austral de Chile lo que le quitaba encanto, sumado a la sensación de total aislamiento, pero adentro uno se olvidaba totalmente de todo eso. El edificio en sí era una burbuja adentro de otra burbuja. Contaba, entre otras cosas, con spa, canchas de tenis, básquetbol y fútbol, su propio cine y sus cocinas y salas de estar no se quedaban atrás en calidad. Pero sin importar lo completo que fuera, lo que más cautivaba a sus huéspedes era el total anonimato y confianza entre sí que componía dicha atmósfera.
El nombre del lugar supo plasmar muy bien esa característica: Centro de recreación y asilo Friendship. Esta última palabra con letras grandes y azules en el letrero de entrada a la isla. 
Ya adentro de una cochera, la puerta descendió encerrándolos por completo. El lugar quedó en silencio por un instante, parecía un hangar de aviones. Repentinamente, potentes focos de luces bombardearon al camión y tres guardias de seguridad ayudaron a bajar a su ilustre invitado de la parte de carga, mientras que quienes iban adelante respondían un montón de preguntas a un hombre con un cuestionario y ficha de información.
Hacia el final del proceso, un hombre de estatura media y traje blanco con una escolta de dos enanos del mismo traje a cada lado se aproximó a recibir al visitante.
-Buenos días, bienvenido a Friendship, mi nombre es Segismundo y soy el encargado de este complejo. Nuestra tarea es hacer su estadía lo más grata posible, cualquier cosa que necesite no dude en pedirla, venga, le presentaré a sus compañeros…
Finalmente, el colorido personaje, de terno azul, lentes oscuros y dientes salidos fue presentado a los demás inquilinos en la sala de estar.
-Chicos, quiero presentarles a un nuevo miembro de nuestra pequeña comunidad. Él, como todos ustedes, fue una figura pública muy conocida, pero prefirió retirarse a una vida más tranquila y privada. Sueño que hemos logrado hacer realidad a todos ustedes en esta isla. Por favor, denle una cálida bienvenida a Felipe Camiroaga.
Hubo un leve aplauso y luego alguien lo invitó a servirse una copa de vino junto a la cálida chimenea.
El primer contacto con los chicos del lugar fue amistoso, pero todavía no entraba en confianza. A Felipe aún le preocupaban varias cosas. Se lo manifestó a Segismundo cuando este se sumó a una partida de naipes con los demás chicos esa tarde.
-Es un completo hecho que nadie sabe de la existencia de este lugar ¿verdad?
-Felipe, tú lo sabes y yo también, de hecho todos aquí lo sabemos. Y hay poca gente allá afuera que también está al tanto, pero lo que sí es un hecho es que a ninguno de ellos les conviene revelarlo. Además, insisto en que no debes preocuparte tanto, mira- Uno de sus escoltas enanos le trajo un papel- Esta ficha la llenó tu amigo, el otro Felipe, en la cochera: En lo que a los registros concierne tú eres Luciano Bello y vienes del Caribe, de Maracaibo. No existe registro que revele tu identidad.

A la hora de la cena Felipe se sentó en la misma mesa de los reyes de la música.
-Demn it, flaco, esto es una tortura, no se si esta dieta pretende que baje de peso o que me muera de hambre, porque te juro que siento que maña despertaré desnutrido- dijo el anciano gordo del Rock.
-Por lo menos tú solo tienes que dejar de comer, yo tengo que empezar a comer- le respondió con su fina voz el flaco del Pop.
-Somos una pareja dispareja, you know. Esto me recuerda a un episodio de La Isla de Gilligan.
-¡Hora de los remedios!- Dijo una enfermera.
Los llevaron a una avanzadísima clínica en el subterráneo del centro, allí Jacko se sirvió su demerol, Presley sus medicinas para adelgazar y al hombre más viejo del mundo, Carlos Gardel, le hicieron otra de sus cirugías reconstructivas instantáneas: Su cadavérico rostro fue tapado por un aparato automático con una mascara de piel sintética que se adhirió al instante a su cráneo, mismo método que usaba Kent Brockman a unos metros de él.
-Así que tú eres el gran Carlitos Gardel- Se le acercó Felipe- ¿Cómo es posible que sigas vivo? Ya deberías tener más de 100 años.
-122, para ser exacto, Pipe- le contestó con su alegre acento trasandino- Pero la respuestas es sencilla, existen muchos viejos centenarios, pero el hombre más viejo del mundo tenía que ser argentino, no podía ser de otra forma.
Dijo y luego se concentró en un espejo que le acercó una enfermera para peinarse su peluca.
“¡Ja! Argentinos…” Pensó Felipe.

Al día siguiente Felipe se levantó a las diez de la mañana, pero era el único en pie. Nadie se despertaba antes de las doce en ese lugar. Recién a medio día Presley se levantó, tomó una taza de café y se instaló a hacer un puzzle del periódico en la sala de estar.
-“Expresión alemana que se puede traducir como “Espíritu que hace ruido”” ¿Cuál demonios será? ¿Alguna idea, Falcon?- se dirigió a Felipe, que se sentó junto a él para tener compañía.
-Ni idea.
-¡Hey, enfermera! ¿Hay alguien que hable alemán en este lugar?
-Lo siento, mi rey, pero Don Adolfo se levanta más tarde de su sueño criogénico, cuando se despierte le diré que lo busca.
-No, olvídelo, siempre que hablo con ese tipo me insiste en que me vuelva a teñir el pelo de rubio. Ahora veamos “Palabra de diez letras que denota compañerismo y solidaridad…”- Siguió con su puzzle sin conversar mucho con Felipe.
Esa tarde Camiroaga se dirigió al rancho en la parte sur de la isla. Se puso su guante y aguardó a que su Halcón favorito descendiera a posarse en él. Cuando lo hizo, le acarició debajo del pico unos momentos, luego volteó y vio que se le acercaba la enfermera de esa mañana.
-Bueno días, Don Felipe.
-Buenas, Doña…
-Estrella, mi don.
-¡Estrella, pero que hermoso nombre! Permítame decirle que le queda muy bien, mi niña.
-Hay, Don Felipe. Siempre tan galante.
Conversaron un buen rato, la mujer tendría entre cuarenta y cuarenta y cinco años, como la edad de Felipe. No usaba maquillaje, ni era muy bonita, pero sin duda era simpática. De algún modo se las arreglaba para sobresalir de las demás enfermeras, tenía un aura especial que la distinguía. En eso no exageró Felipe, era una auténtica estrella.
-Dígame algo, ¿Le ha gustado Friendship?
-Hasta ahora, y esto es entre nos, lo he encontrado un poco deprimente. Es casi como un acilo de ancianos…
-Bueno, usted es el más joven del lugar si se da cuenta. Pero dígame, si no estaba tan seguro de venir, ¿Por qué está aquí?
-Pues, luego de fingir mi muerte, me trasladé inmediatamente a un fundo que tenía en Rancagua. Tuve mucha suerte, cuando me di cuenta que estábamos a punto de estrellarnos salté de ese avión.
-Al mar, ¿Y no se ahogó?
-Obvio que no, soy un Halcón, abrí mis alas y volé hasta Chicureo.
Ambos soltaron unas carcajadas.
-Hablando en serio, agarré mi paracaídas y salté. Nadé hasta la isla y me refugié en una caverna en la costa. Mi teléfono satelital sobrevivió al impacto así que llamé a unos amigos que me recogieron en un bote sin decirle a nadie. Luego de eso me fui al fundo que le dije. Sabía que esta era mi oportunidad perfecta de retirarme, de dejar de fingir que disfrutaba mi trabajo. Esto es algo que no le he dicho a nadie, pero me empecé a hartar de la vida pública, es mucha presión, debes sonreír a todo el mundo y cuidarte siempre de quienes te acosan. No tenía privacidad. Supe ocultar muy bien ese malestar claro, este accidente llegó en el momento preciso. No obstante, sabía que nunca estaría completamente seguro, así que empecé a averiguar dónde encontraría ese retiro al que aspiraba…
-Bueno, quizás se retiró antes de tiempo ¿No cree?
-Llevaba más de veinte años activo. Ya no me interesaba en realidad hacer más cosas, es mejor así. Que el público me recuerde como lo que fui, antes de llegar a los cincuenta años y de demostrar cansancio. Además, si no era en ese minuto, no sería nunca, no podía desperdiciar la oportunidad.
-Don Pipe, esto es algo que le pregunto a todos aquí, y casi todos me dicen que no les importa, pero ¿No le da pena por sus fans?
-La verdad, sí, un poco. Esto sonará trillado, pero les debo tanto a ellos, así como ellos a mí… Cuantos sueños rotos, Estrella. Cuantos sueños rotos.
-Ese es el encanto de Friendship, Don Felipe. Es la isla al fin del mundo a donde van a parar todos los sueños del orbe, los realizados y los que no se realizaron. Esta es una isla mágica que alberga todas las esperanzas de la gente, sin que estas la sepan. El lugar más secreto del inconsciente colectivo mundial donde se albergan todos sus sentimientos.
-Eso es muy poético, Estrella ¿Te gusta la poesía?
-La verdad, sale en la placa del patio. Pero sí… sí me gusta la poesía, es un viejo pasatiempo mió.
-Mira, que bien ¿Te gusta leerla o escribirla?
-No, sólo leo. Me encantaría escribir algo, pero no es lo mío. Mi favorito es Calderón de la Barca
Hablaron confiadamente toda la tarde hasta que empezó a anochecer y se entraron. Le aprovechó de contar un par de anécdotas ya que empezaron a hablar de poesía. Resultó que Pablo Neruda también conocía la existencia y ubicación exacta de la isla y su sueño era convertirla en un centro de científicos y artistas, en una especie de “Paraíso de los Intelectuales” según sus propias palabras. Por desgracia, su muerte fue verdadera y el proyecto quedó en nada. Sus amigos de Friendship pensaron en enterrarlo allí, pero en Isla Negra le dieron una sepultura igual de digna. Por algo Friendship era el lugar donde se concentraban todos los sueños de la gente, como le dijo Estrella.

-Escucha, enclenque, estuviste casado dos años con mi hija. Doy por hecho que la satisficiste, como corresponde.
El rey más viejo se hallaba echado en su sofá con una camisa blanca sin mangas y una lata de cerveza sobre su panza, mientras hablaba con el rey más joven.
Para esa oportunidad Felipe se había sentado justo detrás del par, por lo que tuvo que aguantar toda la discusión mientras esperaba el show. Se trataba de un escenario simple, como de los clubes en los que había comenzado el artista que se iba a presentar, ubicado en la pared opuesta a las ventanas de la sala de estar. Durante el resto del día unas cortinas rojas lo cubrían. Junto a su sofá había arrastrado otro que tenía reservado para Estrella, quien dijo que le vendría a hacer compañía después del segundo acto.
-Suegro, puedo asegurarle que a su hija le di todo el amor del mundo y nunca le hice daño- le contestó Jacko con su dulce y aguda voz.
-¡Con eso se supone que me convenzas, alfeñique! Si hay algo que no tienes de negro son las ganas.
Se callaron en cuanto las luces se apagaron y apuntaron hacia el teatro.
Andy Kaufman subió al escenario, sonó  el tema de la película 2001 y prosiguió su show con una imitación de Elvis Presley, que en lugar de enfurecerlo más, fue lo único en toda la noche que le hizo gracia al rey original.
Durante su número, prosiguieron la discusión.
-Escucha, Jacko, amigo, compadre, a lo que voy es que le debes una a mi hija, y ya que yo no me puedo poner en esta ocasión ¡Eres tu quien debe solucionarle su deuda!
-Ya te dije que perdí el poder sobre todo mi dinero en cuanto entré a este lugar. Sólo me queda una pequeña cuenta en un banco de Suiza, y no supera el millón de dólares.
-Eso no me sirve, la cienciología le está cobrando quince grandes a Lisa. Estúpida cienciología- sacó un teléfono celular bastante anticuado por su tamaño, pero bien extravagante dada su decoración con joyas- Aló, ¿Está Adolfo?... ¡Pero cómo que sigue dormido! Esta bien, cuando despierte dígale que me diga donde guarda su fortuna… ¡No me mienta, todos saben que el viejo oculta un botín de oro en alguna parte de la isla!... Suficiente- colgó el teléfono y reunió todas sus fuerzas para incorporarse- voy a hablar con él, romperé el cristal de su cama de Blancanieves si es necesario.
Cuando logró ponerse de pie una alarma roja sonó en todo el edificio y docenas de empleados corrieron hacia distintos puntos. Elvis se sentó inmediatamente, en cambio Felipe fue el único que se incorporó y escucharon a un altavoz que decía: “Atención a todos nuestros empleados, tenemos un Código azul, cada uno ya conoce lo que debe hacer, se le pide a nuestros huéspedes que permanezcan sentados y tranquilos mientras resolvemos la situación.  Esto no es un simulacro, repito, no es un simulacro.”
Incluso el mismo Andy Kaufman bajó y se ubicó como si nada en su sofá.
Según alguien le explicó al nuevo huésped la idea era que permanecieran juntos.
Pero Felipe, incapaz de quedarse con los brazos cruzados buscó entre los distintos empleados del lugar que corrían de un lado a otro hasta que finalmente distinguió al señor Segismundo. Lo siguió a una distancia prudente, tomó el ascensor al último piso, Felipe lo siguió en el otro; Segismundo dobló en un largo y uniforme pasillo y se metió en una habitación cuya puerta decía: “Sólo personal de seguridad”. Felipe, haciendo caso omiso del letrero entró.
Se topó con otra escalera que subía a un piso que no figuraba en el ascensor, dicho nivel tenía una forma circular y sus paredes eran amplios ventanales que daban una visión panorámica de la isla. El contenido de dicho piso parecía ser el de una torre de control de un aeropuerto. Segismundo se encontraba sentado en un panel de computadoras con un micrófono y unos audífonos en los oídos.
-¿Qué está pasando?- Le preguntó Felipe al acercársele.
-Usted no debería estar aquí. Bueno, solo no me interrumpa, lo que haremos ahora es algo sumamente delicado.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?
-Alguien trató de entrar a la isla, sólo hay una cosa que podemos hacer.
-¿Qué sería?
-Aló, Hola, ¿Hay alguien allí? Nibiru 2-0-1-2, aquí isla F-4-8-15-16-23-42 ¿Me copian? -Le gritó al micrófono.
“Isla F, aquí el comandante Xenú, les copiamos. Cambio.” respondió el aparato.
 -Tenemos un Código azul, repito, un código azul. Procederé a mover la Isla.
Felipe le clavó una mirada de asombro con los ojos más abiertos que tenía.
“Entendido. Estamos transmitiendo las coordenadas y la ruta de navegación. Cambio y fuera.”
-¿Cómo es eso de mover la isla?
-Será mejor que se sujete- Le advirtió Segismundo.
Agarró dos anchas palancas del panel y las tornó hacia abajo.
Lo que vino a continuación remeció a toda la isla. Un poderoso destello amarillo-blanquecino brotó de las costas, luego de los pastizales y finalmente el mismo edificio se convirtió en una auténtica bombilla, sumado a un estrepitoso zumbido que no dejó a nadie indiferente. El tiempo pareció detenerse unos minutos y luego desaparecer.
Cuando Felipe abrió los ojos aún tenía sus manos tapando sus oídos. Miró a su alrededor. Todo parecía igual.
-Muy bien, todo salió correctamente, mire- Le indicó una pantalla en una vieja maquina del tamaño de un refrigerador, mostraba un completísimo mapa del estrecho de Magallanes con un punto rojo que se desplazaba lentamente por él- La isla se mueve hacia un sector donde se perderá entre todas las demás islas del estrecho. Les costará volver a encontrarnos.
-¿Y nadie nos ve mientras nos movemos?
-Tendría que explicarle la teoría del campo unificado de Einstein para que me entendiera, pero no se preocupe, nadie nos ve.
-Esta isla cada día me asombra más.
-Sabe cuál es su problema, -le dijo mientras se sacaba los audífonos- está muy tenso, demasiado preocupado, y eso que ya lleva una semana en la isla. Baje ahora mismo y se dará cuenta que los demás huéspedes ya se habrán olvidado de este episodio. Ello confían plenamente en nosotros, eso es lo que le falta a usted.
-¿Y que me quede sentado sin hacer nada, mientras… esta isla se hunde, por así decirlo?
-En primer lugar, es posible, pero no probable ni necesario que tengamos que recurrir a eso, y en segundo, sino le gusta, cámbiese de isla, nosotros no lo obligamos a venir aquí, usted vino por su propia voluntad.
-Lo se… Tiene razón, disculpe si me enojé con usted. Supongo que el del problema soy yo.
Se retiró sin volver la vista atrás. El señor Segismundo quedó un poco preocupado por él.
Al descender a la sala de estar Felipe comprobó que efectivamente ya no había nadie alborotado y Andy se preparaba para volver al escenario y retomar su show.
Lo que más les acomodaba a estos personajes era la rutina, aferrarse al pasado e ignorar cualquier dejo de realidad. En ese momento Felipe se sintió en un auténtico acilo de ancianos y comenzó a arrepentirse de la decisión que había tomado.
-¿Dónde se había metido, Don Pipe, me tenía preocupada?- le preguntó Estrella al volver a su asiento.
-Tenía curiosidad por ver que pasaba y seguí a Segismundo.
-¿Hasta el último piso? ¿Cómo se le ocurre? Creí que le había pasado algo malo. Estas cosas solo pasan una vez cada diez años en Friendship, más lo que me asusto, no nos ha pasado nada malo hasta ahora, pero quien sabe, a la próxima quizá no tengamos suerte…
-Pero Elvis Presley se ve de lo más relajado, verdad. Es el que más tiempo lleva aquí, sin contar al Carlitos- En ese minuto Gardel estaba en su tratamiento de rejuvenecimiento en el laboratorio- y les da lo mismo lo que pueda pasar. Al final nunca pasara nada.
-… ¿Se siente bien, Don Pipe?
-Sí, si, no se preocupe.
Ese era otro defecto que él mismo se criticaba. Siempre ocultaba sus emociones, estaba acostumbrado a mostrar la cara y la persona que todos querían ver. Un auténtico maniquí. Tenía poca gente con la que compartía sus problemas personales. Quizás si lo hubiera conversado con alguien ahora no estaría en esa isla.
Mientras meditaba sobre eso, en el escenario Kaufman se paró con la cabeza gacha y las manos tras la espalda, como siempre solía hacerlo.
-Hola- miró con ojos tímidos y abiertos a cada lado del público- bueno, se que… tuvimos una leve interrupción, pero creo que llegó el momento de continuar… -Se dirigió al toca discos y lo encendió.
Realizó el número de quedarse quieto un buen rato y tomar agua, luego cuando menos se esperaba abría la boca de modo que pareciera que la ópera del disco la cantaba él.
Ya todos se lo sabían de memoria, menos Felipe a quien le pudo arrancar un par de risas que lo relajaron un poco.

-Ahora, creo que llegó el momento de que revisemos el correo- se dirigió tan tímido y vacilante como siempre a una mesita de una pata donde había un par de sobres.
-Los padres de Madeleine dicen que la van a sacar de esta isla porque les incomodaba todo el tiempo que pasaba “ju-gan-do” con el señor Jackson- hizo un gesto de comillas con sus dedos al pronunciar esa palabra.
Sacó algunas risas de los presentes, excepto, claro, de Michael.
-También nos llegaron algunas de las deudas de la Isla- sacó unos gruesos y casi desproporcionados lentes del bolsillo de su saco y se los puso- perdón, de Lisa. Es que tengo dislexia.
Un poco más de risas.
-Las deudas de Lisa Mary Presley- volvió a leer-. Súbanla, chicos.
Un par de empleados subieron una enorme caja al escenario, de un tamaño suficiente para guardar una lavadora. Para este chiste sacó risas más potentes, excepto, claro, de Presley.
-Veamos que tan mal está.
Abrió la caja, pero al hacerlo, del interior saltó una joven bien delgada, de trenzas, frenillos y lentes que gritó con una aguda voz:
-¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡USTEDES ESTAN VIVOS! ¡AAAAH!
Todos cruzaron miradas entre sí sin saber como reaccionar hasta que Andy se los confirmó:
-Esto no era parte del show- y saltó a esconderse tras bambalinas.
-Entonces si es parte del Show- le dijo Presley a Jacko.
-¿Está seguro, suegro?- preguntó Jacko que ya se encontraba escondido detrás de su sillón, pisándole los pies a Felipe.
-Tú conoces a Andy, siempre dice que no es parte de su número, pero al final…
-¡AAAAH! ¡No lo puedo creer, tú eres Elvis Presley! ¡AAAAH!- dijo la joven que saltó del escenario y abrazó fuertemente a Presley- ¡Esto es increíble! ¿Dónde está Michael?
Sin que nadie se diera cuenta, Jacko se había escabullido hacia la salida, quienes lo vieron salir notaron que traía puesta una máscara de Guy Fawkes.
-Siempre anda con esa máscara debajo de su chaqueta, en caso de que tenga que salir huyendo- le dijo un empleado a Felipe, quien venía acercándose junto a otro. Se notaba que estaban indecisos entre detener a la niña o dejar que la función continuara.
-Yo si creo que no es parte del show…-Dijo Felipe y se dirigió donde la joven.
La tomó en brazos y la llevó fuera de la sala de estar. Era bastante ligera, y mientras la cargaba no paraba de gritar su nombre. Finalmente, cuando ya estaban en el pasillo sin nadie más la puso en el suelo. Era bastante chica, no debía superar el metro y medio de estatura.
-¡Felipe Camiroaga! ¡Sabía que tú no estabas muerto! ¡Lo sabía! Por eso vine hasta este lugar, yo siempre supe que ninguno de ustedes estaba muerto, pero la principal razón por la que vine hasta Magallanes fue por ti. ¡Te amo, Felipe!
-¡Shu!, guarda silencio. Si no te calmas de sacaran de aquí a patadas.
La tomó de los hombros para hacer que dejara de saltar, tuvo que inclinarse bastante para ello. Luego procuró ser lo más cortes que pudo para tranquilizarla.
-Primero, ¿Cómo de llamas?
-Estefanía.
-Que bonito nombre. Bueno, escucha Estefanía, tú no deberías estar aquí.
-Lo se, fue toda una odisea, incluso me detectaron, ¿verdad? Por eso fue la alarma, y ese zumbido que casi me revienta los oídos. Pero tomé todas las precauciones, me metí por donde menos sospecharan, fui sumamente inteligente, porque ellos empaquetan la correspondencia en…
La dejó hablar todo lo que tenía que decir. Describió su operación hasta con los detalles más mínimos, tendía a volver sobre algunos y desviarse en intentos de abrazo a Felipe. Cuando terminó de explicar su “Misión secreta” y comenzó a hablar del comienzo de su investigación, desde que se supo la noticia de la tragedia en Juan Fernández, Felipe la interrumpió.
-Escucha, sé que te luciste y todo, pero como te habrás dado cuenta haz descubierto algo que no debías. No se lo que hagan con tigo, pero seguramente no será nada bueno.
-No importa, valdrá la pena ahora que sé que estas vivo. Por favor dime, Felipe, ¿Por qué fingiste tu muerte?
-Porque… -dio un largo suspiro- por un error. Creí que aquí tendría más paz. Pero me equivoqué.
-… ¿Eso quiere decir que volverás?
-No puedo hacer eso, la gente me odiaría, y además me preguntarían dónde estuve, eso no lo permitirían los de este lugar.
-¿Entonces eres un prisionero?
-No, no es así, es que… Sabes, es increíble que haya gente tan fanática como tú queriendo entrar a este lugar, cuando yo quiero salir.
-Salgamos juntos, entonces.
Felipe no supo que contestarle. En ese minuto entraron tres guardias de seguridad y detrás de ellos iba Kaufman, quien dijo: “Les dije que no estaba bromeando”.
-No sean duros con ella, por favor.
-Lo intentaremos, señor Camiroaga- dijo Segismundo, quien se asomó desde la sala de estar, con un tono de voz indiferente- desgraciadamente la pequeña sabe demasiado.
-Será mejor que no intentes nada, niña- le gruñó uno de los guardias.
-¡No soy niña, tengo dieciocho años!
Eso fue lo último que gritó. Siguió a los guardias sin oponer resistencia. Hacia el final del pasillo se volteó un instante para decir:
-Felipe, por favor vuelve.
Cuando todos partieron nadie notó que el nuevo huésped se quedó un buen rato solo en el pasillo.

Al día siguiente bajó a la clínica. Salvo por sus propios pasos no sintió ningún ruido, sólo los sonidos de las maquinas médicas y los estanques de burbujeantes líquidos. Hacia el final de dicho nivel se encontró con Andy Kauffman revisando unos datos en un computador.
-Hola, Andy ¿Supiste que pasó con Estefanía?
-Yo, creo que te refieres a la niña- le contestó con una de sus voces de idiota sin apartar la vista del monitor.
-Sí, a ella me refiero, ¿Supiste algo?
-La… Bajaron aquí anoche, y… creo que… me borraron la memoria.
-¿A ella también se la borraron?
-¡Posiblemente, capitán Kirk!- dio un ligero brinco en su silla, pero sin despegar la vista de la pantalla.
-… Ok, gracias de todas formas.
No se podía discutir con él así. No sabía si le tomaba el pelo o en verdad lo habían dejado así al manipular su mente. Felipe dio media vuelta y se dirigió al ascensor. Cuando ya se había alejado unos metros Kauffman presionó un botón y apagó el computador.
-Camiroaga, creo que puedo ayudarte- le dijo con su voz normal y un verdadero interés.
Felipe se devolvió, ahora Kauffman se había puesto serio.

Ambos veteranos ídolos se dirigieron a la sección de tecnología más avanzada de la clínica. Felipe al ir curioseando entre los  distintos tubos de ensayo, cápsulas de petri y demás equipo de las mesas de trabajo distinguió varios frascos amarillos con lo que parecía cigotos humanos en su interior. Tomó con cuidado uno de ellos y vio que su etiqueta decía “Führer 08”.
-A esta ala le llamamos la “Sección de identidad” Aquí realizamos clonaciones y cirugías reconstructivas, Michael Jackson prácticamente vive aquí. De hecho vino aquí anoche luego del incidente con la niña. Ven, te presento a mi clon, Tony Clifton.
Andy accionó un interruptor y una cortina metálica descubrió un tubo vertical de gran diámetro con un gordo personaje en su interior, de lentes oscuros y aparentemente dormido de pie.
-Lo uso para algunas rutinas.
-¿Qué es esto? Parecen las manos del joven manos de tijera- le preguntó Felipe sosteniendo unos guantes que verdaderamente se asemejaban a ellos.
-Oh, eso, es una historia un poco larga. Verás, durante los setenta trajeron a algunos prisioneros políticos aquí, por supuesto que Segismundo se opuso, pero fue la única manera de que nos dejaran operar en paz. De todos modos ayudó bastante a mitigarles el sufrimiento a los detenidos, con nuestra tecnología de borrado y lectura mental extrajimos información de la mente de muchas personas sin tener que torturarlas o someterlas a violentos interrogatorios. Incluso poseemos la capacidad de extraer información de la mente de gente muerta y luego resucitarla, de hecho, esas manos eran el primer prototipo de prótesis para un cadáver que nos llegó sin manos, déjame acordarme de su nombre, creo que era músico, Víctor algo...
-¡¿Víctor Jara?!
-Sí, ese mismo. En fin, estábamos listos para resucitarlo después de sacarle la información de su cerebro, pero una británica de apellido Turner optó por respetar sus restos.
-Increíble- se limitó a decir Felipe y devolvió con cuidado las manos, casi como si fueran algo sagrado, a la repisa de donde las había sacado.
-Ahora, lo que tú necesitas es poder volver al exterior- exclamó mientras se frotaba las manos.
-No quiero ser Felipe Camiroaga, de nuevo. Pero al mismo tiempo aún me siento con ganas de ayudar a la gente.
-Entiendo… qué te parece esto- se sentó ante otro computador y comenzó a teclear- te haremos una nueva identidad, ¿Te parece la de un millonario filántropo?
-Quizás… quizás la de un empresario agrónomo. Quiero algo que me mantenga en el campo o cerca de él, ni siquiera con mucho dinero.
-Necesitarás dinero para ayudar a la gente.
-Entonces… de acuerdo, que así sea. ¿Cuál sería mi nombre?
-¿Luciano Bello? Mala idea- borró lo que había tecleado- que tal Alejandro Bello.
-Porqué no, me gusta ese nombre.
-Muy bien, tu nuevo nombre será Alejandro Bello y serás un empresario agrónomo y filántropo de la séptima región. Sólo nos falta tu rostro. Ven, te haré un contracara.
En ese minuto Felipe tenía una vaga idea de lo que sería. Una vez que Andy tenía todo listo su sospecha se confirmó. “Contracara” era la jerga que tenían para cirugía reconstructiva.
Para la cirugía Felipe se ubicó en una cama similar  a la de un dentista. Sobre él colgaba una esfera y de ella docenas de brazos mecánicos y rayos láser que al parecer iban a proceder la cirugía.
-Más o menos así quedaría tu rostro- Andy le mostró una foto impresa en blanco y negro de una cara hecha digitalmente- No es muy distinta, si crees que no es la adecuada le puedo sumar un oscurecimiento de tu piel.
-No, así está bien.
-¿Estás seguro de esto?
-Nunca había estado tan seguro en semanas. Sólo hazlo, Andy.
-Muy bien- se puso unos lentes de laboratorio- preparando brazos cirujanos.
Las extremidades mecánicas comenzaron a girar y se dispusieron no muy lejos de su rostro listas para trabajar en cualquier momento.
-Aplicando anestesia…
-¡Alto!
Ambos giraron para ver quién los interrumpía. Estrella bajaba del ascensor en el último momento antes de la cirugía.
-¡Por el amor de Dios, Kaufman, ¿Qué ibas a hacerle?!
-Él me lo pidió, señora- le contestó mirando hacia el suelo y nuevamente con su voz de estúpido.
La enfermera se dirigió al panel de control donde estaba el comediante, presionó unos botones y los brazos volvieron a ascender.
-Felipe ¿qué ibas a hacer?
-Esta bien, Estrella, yo se lo pedí- le dijo un poco desorientado.
-¿No sabes que esto lo debe realizar un médico y no este farsante aficionado?
-Pues tráeme al médico, es lo que quiero, en serio. Quiero irme de la isla y empezar una nueva vida.
-Pero… no, no quiero que te vallas.
-Yo tampoco quiero dejarte, fuiste una gran amiga, en serio. Pero necesito hacer esto…
Los efectos de la anestesia ya lo estaban venciendo.
-Ahora por favor, tráeme un médico. La función debe continuar- le sonrió y le acarició vacilante la mejilla-… Te extrañaré Estrella.
Fue lo último que alcanzó a decirle antes de caer rendido en la cama de operaciones.
Estrella dijo dos palabras más, pero Felipe sólo pudo percibir el movimiento de sus labios, ningún sonido. Todo se volvió borroso y quedó inconsciente.


Friendship siempre ha destacado por la calidad de su servicio. Cada huésped al que recibe este centro de recreación y retiro es recibido con el mejor de los tratos desde que pone un pie en la ignota isla. Si bien es conocida por lo dificultoso y extenso de sus trámites, estos incluso llegan a ser hechos por los mismos empleados del recinto para no agobiar a sus clientes. Es de este modo que el centro reafirma su compromiso y fidelidad con cada miembro que pasa por sus dependencias, incluso sus servicios prestados en salud médica y espiritual rayan en la beneficencia, sin importar que estos no recordarán absolutamente nada del gran favor que se les hace ni de su paso por la isla.
El cliente Luciano Bello, por ejemplo, a pesar de demostrarse malagradecido e inconforme con el ambiente de Friendship recibió una cirugía gratuita y todo un cambio de identidad, con todos los trámites burocráticos necesarios para llevar su nueva historia a cada registro civil del país y de la séptima región donde se le reubico.
Aunque dicha labor le costó horas de incansable papeleo y por supuesto un gran desagrado al misterioso señor Segismundo, gerente del recinto, este lo recuerda como uno de sus mejores clientes a sus demás huéspedes.
Actualmente el señor Bello posee una modesta fortuna, además de varios terrenos más hacia el sur del país que ha convertido en reservas ecológicas. Su labor ambientalista se ha comparado con la del también empresario Douglas Tompkins.




No hay comentarios:

Publicar un comentario