El hermético camión cruzó el estrecho puente que
conectaba a su destino con el continente a una hora y un día en la que
prácticamente era imposible que hubiese testigo que presenciara sus traslados.
Entró luego de varios trámites y diálogos entre sus conductores y los guardias
de seguridad del recinto. El espacio que separaba a las fortificadas vallas era
a primera vista interminable, costaba creer que tanto pastizal pudiera caber en
tan pequeña isla, más aún el centro de recreación en su fondo, pero cualquier
precaución era poca dada la importancia de la carga y del contenido del lugar.
-¿En verdad crees que es lo adecuado, amigo?-
se oyó decir a un citófono en la parte delantera del camión blindado.
El copiloto le respondió:
-Por supuesto, no existe otro lugar en la
tierra. Te prometo que te sentirás como en casa, además ya viste el letrero que
encabezaba la entrada, nadie llegará a este lugar por más que lo intente.
La verdad es que quien iba atrás en el camión
no había visto el letrero con sus propios ojos, pero sí a través de una
pantalla que mostraba en blanco y negro el campo visual del conductor.
El lugar era bastante lujoso y apacible, quizás
fuera el eterno cielo gris del extremo austral de Chile lo que le quitaba
encanto, sumado a la sensación de total aislamiento, pero adentro uno se
olvidaba totalmente de todo eso. El edificio en sí era una burbuja adentro de
otra burbuja. Contaba, entre otras cosas, con spa, canchas de tenis, básquetbol
y fútbol, su propio cine y sus cocinas y salas de estar no se quedaban atrás en
calidad. Pero sin importar lo completo que fuera, lo que más cautivaba a sus
huéspedes era el total anonimato y confianza entre sí que componía dicha
atmósfera.
El nombre del lugar supo plasmar muy bien esa
característica: Centro de recreación y asilo Friendship. Esta última palabra
con letras grandes y azules en el letrero de entrada a la isla.
Ya adentro de una cochera, la puerta descendió
encerrándolos por completo. El lugar quedó en silencio por un instante, parecía
un hangar de aviones. Repentinamente, potentes focos de luces bombardearon al
camión y tres guardias de seguridad ayudaron a bajar a su ilustre invitado de
la parte de carga, mientras que quienes iban adelante respondían un montón de
preguntas a un hombre con un cuestionario y ficha de información.
Hacia el final del proceso, un hombre de
estatura media y traje blanco con una escolta de dos enanos del mismo traje a
cada lado se aproximó a recibir al visitante.
-Buenos días, bienvenido a Friendship, mi
nombre es Segismundo y soy el encargado de este complejo. Nuestra tarea es
hacer su estadía lo más grata posible, cualquier cosa que necesite no dude en
pedirla, venga, le presentaré a sus compañeros…
Finalmente, el colorido personaje, de terno
azul, lentes oscuros y dientes salidos fue presentado a los demás inquilinos en
la sala de estar.
-Chicos, quiero presentarles a un nuevo miembro
de nuestra pequeña comunidad. Él, como todos ustedes, fue una figura pública
muy conocida, pero prefirió retirarse a una vida más tranquila y privada. Sueño
que hemos logrado hacer realidad a todos ustedes en esta isla. Por favor, denle
una cálida bienvenida a Felipe Camiroaga.
Hubo un leve aplauso y luego alguien lo invitó
a servirse una copa de vino junto a la cálida chimenea.
El primer contacto con los chicos del lugar fue
amistoso, pero todavía no entraba en confianza. A Felipe aún le preocupaban
varias cosas. Se lo manifestó a Segismundo cuando este se sumó a una partida de
naipes con los demás chicos esa tarde.
-Es un completo hecho que nadie sabe de la
existencia de este lugar ¿verdad?
-Felipe, tú lo sabes y yo también, de hecho
todos aquí lo sabemos. Y hay poca gente allá afuera que también está al tanto,
pero lo que sí es un hecho es que a ninguno de ellos les conviene revelarlo.
Además, insisto en que no debes preocuparte tanto, mira- Uno de sus escoltas
enanos le trajo un papel- Esta ficha la llenó tu amigo, el otro Felipe, en la
cochera: En lo que a los registros concierne tú eres Luciano Bello y vienes del
Caribe, de Maracaibo. No existe registro que revele tu identidad.
A la hora de la cena Felipe se sentó en la
misma mesa de los reyes de la música.
-Demn it, flaco, esto es una tortura, no se si
esta dieta pretende que baje de peso o que me muera de hambre, porque te juro
que siento que maña despertaré desnutrido- dijo el anciano gordo del Rock.
-Por lo menos tú solo tienes que dejar de
comer, yo tengo que empezar a comer- le respondió con su fina voz el flaco del
Pop.
-Somos una pareja dispareja, you know. Esto me
recuerda a un episodio de La Isla
de Gilligan.
-¡Hora de los remedios!- Dijo una enfermera.
Los llevaron a una avanzadísima clínica en el
subterráneo del centro, allí Jacko se sirvió su demerol, Presley sus medicinas
para adelgazar y al hombre más viejo del mundo, Carlos Gardel, le hicieron otra
de sus cirugías reconstructivas instantáneas: Su cadavérico rostro fue tapado
por un aparato automático con una mascara de piel sintética que se adhirió al
instante a su cráneo, mismo método que usaba Kent Brockman a unos metros de él.
-Así que tú eres el gran Carlitos Gardel- Se le
acercó Felipe- ¿Cómo es posible que sigas vivo? Ya deberías tener más de 100
años.
-122, para ser exacto, Pipe- le contestó con su
alegre acento trasandino- Pero la respuestas es sencilla, existen muchos viejos
centenarios, pero el hombre más viejo del mundo tenía que ser argentino, no
podía ser de otra forma.
Dijo y luego se concentró en un espejo que le
acercó una enfermera para peinarse su peluca.
“¡Ja! Argentinos…” Pensó Felipe.
Al día siguiente Felipe se levantó a las diez
de la mañana, pero era el único en pie. Nadie se despertaba antes de las doce
en ese lugar. Recién a medio día Presley se levantó, tomó una taza de café y se
instaló a hacer un puzzle del periódico en la sala de estar.
-“Expresión alemana que se puede traducir como
“Espíritu que hace ruido”” ¿Cuál demonios será? ¿Alguna idea, Falcon?- se
dirigió a Felipe, que se sentó junto a él para tener compañía.
-Ni idea.
-¡Hey, enfermera! ¿Hay alguien que hable alemán
en este lugar?
-Lo siento, mi rey, pero Don Adolfo se levanta
más tarde de su sueño criogénico, cuando se despierte le diré que lo busca.
-No, olvídelo, siempre que hablo con ese tipo
me insiste en que me vuelva a teñir el pelo de rubio. Ahora veamos “Palabra de
diez letras que denota compañerismo y solidaridad…”- Siguió con su puzzle sin
conversar mucho con Felipe.
Esa tarde Camiroaga se dirigió al rancho en la
parte sur de la isla. Se puso su guante y aguardó a que su Halcón favorito
descendiera a posarse en él. Cuando lo hizo, le acarició debajo del pico unos
momentos, luego volteó y vio que se le acercaba la enfermera de esa mañana.
-Bueno días, Don Felipe.
-Buenas, Doña…
-Estrella, mi don.
-¡Estrella, pero que hermoso nombre! Permítame
decirle que le queda muy bien, mi niña.
-Hay, Don Felipe. Siempre tan galante.
Conversaron un buen rato, la mujer tendría
entre cuarenta y cuarenta y cinco años, como la edad de Felipe. No usaba
maquillaje, ni era muy bonita, pero sin duda era simpática. De algún modo se
las arreglaba para sobresalir de las demás enfermeras, tenía un aura especial
que la distinguía. En eso no exageró Felipe, era una auténtica estrella.
-Dígame algo, ¿Le ha gustado Friendship?
-Hasta ahora, y esto es entre nos, lo he
encontrado un poco deprimente. Es casi como un acilo de ancianos…
-Bueno, usted es el más joven del lugar si se
da cuenta. Pero dígame, si no estaba tan seguro de venir, ¿Por qué está aquí?
-Pues, luego de fingir mi muerte, me trasladé
inmediatamente a un fundo que tenía en Rancagua. Tuve mucha suerte, cuando me
di cuenta que estábamos a punto de estrellarnos salté de ese avión.
-Al mar, ¿Y no se ahogó?
-Obvio que no, soy un Halcón, abrí mis alas y
volé hasta Chicureo.
Ambos soltaron unas carcajadas.
-Hablando en serio, agarré mi paracaídas y salté.
Nadé hasta la isla y me refugié en una caverna en la costa. Mi teléfono
satelital sobrevivió al impacto así que llamé a unos amigos que me recogieron
en un bote sin decirle a nadie. Luego de eso me fui al fundo que le dije. Sabía
que esta era mi oportunidad perfecta de retirarme, de dejar de fingir que
disfrutaba mi trabajo. Esto es algo que no le he dicho a nadie, pero me empecé
a hartar de la vida pública, es mucha presión, debes sonreír a todo el mundo y
cuidarte siempre de quienes te acosan. No tenía privacidad. Supe ocultar muy
bien ese malestar claro, este accidente llegó en el momento preciso. No
obstante, sabía que nunca estaría completamente seguro, así que empecé a
averiguar dónde encontraría ese retiro al que aspiraba…
-Bueno, quizás se retiró antes de tiempo ¿No
cree?
-Llevaba más de veinte años activo. Ya no me
interesaba en realidad hacer más cosas, es mejor así. Que el público me
recuerde como lo que fui, antes de llegar a los cincuenta años y de demostrar
cansancio. Además, si no era en ese minuto, no sería nunca, no podía
desperdiciar la oportunidad.
-Don Pipe, esto es algo que le pregunto a todos
aquí, y casi todos me dicen que no les importa, pero ¿No le da pena por sus
fans?
-La verdad, sí, un poco. Esto sonará trillado,
pero les debo tanto a ellos, así como ellos a mí… Cuantos sueños rotos,
Estrella. Cuantos sueños rotos.
-Ese es el encanto de Friendship, Don Felipe.
Es la isla al fin del mundo a donde van a parar todos los sueños del orbe, los
realizados y los que no se realizaron. Esta es una isla mágica que alberga
todas las esperanzas de la gente, sin que estas la sepan. El lugar más secreto
del inconsciente colectivo mundial donde se albergan todos sus sentimientos.
-Eso es muy poético, Estrella ¿Te gusta la
poesía?
-La verdad, sale en la placa del patio. Pero
sí… sí me gusta la poesía, es un viejo pasatiempo mió.
-Mira, que bien ¿Te gusta leerla o escribirla?
-No, sólo leo. Me encantaría escribir algo,
pero no es lo mío. Mi favorito es Calderón de la Barca …
Hablaron confiadamente toda la tarde hasta que
empezó a anochecer y se entraron. Le aprovechó de contar un par de anécdotas ya
que empezaron a hablar de poesía. Resultó que Pablo Neruda también conocía la
existencia y ubicación exacta de la isla y su sueño era convertirla en un centro
de científicos y artistas, en una especie de “Paraíso de los Intelectuales”
según sus propias palabras. Por desgracia, su muerte fue verdadera y el
proyecto quedó en nada. Sus amigos de Friendship pensaron en enterrarlo allí,
pero en Isla Negra le dieron una sepultura igual de digna. Por algo Friendship
era el lugar donde se concentraban todos los sueños de la gente, como le dijo
Estrella.
-Escucha, enclenque, estuviste casado dos años
con mi hija. Doy por hecho que la satisficiste, como corresponde.
El rey más viejo se hallaba echado en su sofá
con una camisa blanca sin mangas y una lata de cerveza sobre su panza, mientras
hablaba con el rey más joven.
Para esa oportunidad Felipe se había sentado
justo detrás del par, por lo que tuvo que aguantar toda la discusión mientras
esperaba el show. Se trataba de un escenario simple, como de los clubes en los
que había comenzado el artista que se iba a presentar, ubicado en la pared
opuesta a las ventanas de la sala de estar. Durante el resto del día unas cortinas
rojas lo cubrían. Junto a su sofá había arrastrado otro que tenía reservado
para Estrella, quien dijo que le vendría a hacer compañía después del segundo
acto.
-Suegro, puedo asegurarle que a su hija le di
todo el amor del mundo y nunca le hice daño- le contestó Jacko con su dulce y
aguda voz.
-¡Con eso se supone que me convenzas,
alfeñique! Si hay algo que no tienes de negro son las ganas.
Se callaron en cuanto las luces
se apagaron y apuntaron hacia el teatro.
Andy Kaufman subió al escenario,
sonó el tema de la película 2001 y
prosiguió su show con una imitación de Elvis Presley, que en lugar de
enfurecerlo más, fue lo único en toda la noche que le hizo gracia al rey
original.
Durante su número, prosiguieron
la discusión.
-Escucha, Jacko, amigo, compadre,
a lo que voy es que le debes una a mi hija, y ya que yo no me puedo poner en
esta ocasión ¡Eres tu quien debe solucionarle su deuda!
-Ya te dije que perdí el poder
sobre todo mi dinero en cuanto entré a este lugar. Sólo me queda una pequeña
cuenta en un banco de Suiza, y no supera el millón de dólares.
-Eso no me sirve, la cienciología
le está cobrando quince grandes a Lisa. Estúpida cienciología- sacó un teléfono
celular bastante anticuado por su tamaño, pero bien extravagante dada su
decoración con joyas- Aló, ¿Está Adolfo?... ¡Pero cómo que sigue dormido! Esta
bien, cuando despierte dígale que me diga donde guarda su fortuna… ¡No me
mienta, todos saben que el viejo oculta un botín de oro en alguna parte de la
isla!... Suficiente- colgó el teléfono y reunió todas sus fuerzas para
incorporarse- voy a hablar con él, romperé el cristal de su cama de
Blancanieves si es necesario.
Cuando logró ponerse de pie una
alarma roja sonó en todo el edificio y docenas de empleados corrieron hacia
distintos puntos. Elvis se sentó inmediatamente, en cambio Felipe fue el único
que se incorporó y escucharon a un altavoz que decía: “Atención a todos
nuestros empleados, tenemos un Código azul, cada uno ya conoce lo que debe
hacer, se le pide a nuestros huéspedes que permanezcan sentados y tranquilos
mientras resolvemos la situación. Esto
no es un simulacro, repito, no es un simulacro.”
Incluso el mismo Andy Kaufman
bajó y se ubicó como si nada en su sofá.
Según alguien le explicó al nuevo
huésped la idea era que permanecieran juntos.
Pero Felipe, incapaz de quedarse
con los brazos cruzados buscó entre los distintos empleados del lugar que
corrían de un lado a otro hasta que finalmente distinguió al señor Segismundo.
Lo siguió a una distancia prudente, tomó el ascensor al último piso, Felipe lo
siguió en el otro; Segismundo dobló en un largo y uniforme pasillo y se metió
en una habitación cuya puerta decía: “Sólo personal de seguridad”. Felipe, haciendo
caso omiso del letrero entró.
Se topó con otra escalera que subía a un piso
que no figuraba en el ascensor, dicho nivel tenía una forma circular y sus
paredes eran amplios ventanales que daban una visión panorámica de la isla. El
contenido de dicho piso parecía ser el de una torre de control de un
aeropuerto. Segismundo se encontraba sentado en un panel de computadoras con un
micrófono y unos audífonos en los oídos.
-¿Qué está pasando?- Le preguntó Felipe al
acercársele.
-Usted no debería estar aquí. Bueno, solo no me
interrumpa, lo que haremos ahora es algo sumamente delicado.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?
-Alguien trató de entrar a la isla, sólo hay
una cosa que podemos hacer.
-¿Qué sería?
-Aló, Hola, ¿Hay alguien allí? Nibiru 2-0-1-2,
aquí isla F-4-8-15-16-23-42 ¿Me copian? -Le gritó al micrófono.
“Isla F, aquí el comandante Xenú, les copiamos.
Cambio.” respondió el aparato.
-Tenemos
un Código azul, repito, un código azul. Procederé a mover la Isla.
Felipe le clavó una mirada de asombro con los
ojos más abiertos que tenía.
“Entendido. Estamos transmitiendo las
coordenadas y la ruta de navegación. Cambio y fuera.”
-¿Cómo es eso de mover la isla?
-Será mejor que se sujete- Le advirtió
Segismundo.
Agarró dos anchas palancas del panel y las
tornó hacia abajo.
Lo que vino a continuación remeció a toda la
isla. Un poderoso destello amarillo-blanquecino brotó de las costas, luego de
los pastizales y finalmente el mismo edificio se convirtió en una auténtica
bombilla, sumado a un estrepitoso zumbido que no dejó a nadie indiferente. El
tiempo pareció detenerse unos minutos y luego desaparecer.
Cuando Felipe abrió los ojos aún tenía sus
manos tapando sus oídos. Miró a su alrededor. Todo parecía igual.
-Muy bien, todo salió correctamente, mire- Le
indicó una pantalla en una vieja maquina del tamaño de un refrigerador,
mostraba un completísimo mapa del estrecho de Magallanes con un punto rojo que
se desplazaba lentamente por él- La isla se mueve hacia un sector donde se
perderá entre todas las demás islas del estrecho. Les costará volver a
encontrarnos.
-¿Y nadie nos ve mientras nos movemos?
-Tendría que explicarle la teoría del campo
unificado de Einstein para que me entendiera, pero no se preocupe, nadie nos
ve.
-Esta isla cada día me asombra más.
-Sabe cuál es su problema, -le dijo mientras se
sacaba los audífonos- está muy tenso, demasiado preocupado, y eso que ya lleva
una semana en la isla. Baje ahora mismo y se dará cuenta que los demás
huéspedes ya se habrán olvidado de este episodio. Ello confían plenamente en
nosotros, eso es lo que le falta a usted.
-¿Y que me quede sentado sin hacer nada, mientras…
esta isla se hunde, por así decirlo?
-En primer lugar, es posible, pero no probable
ni necesario que tengamos que recurrir a eso, y en segundo, sino le gusta,
cámbiese de isla, nosotros no lo obligamos a venir aquí, usted vino por su
propia voluntad.
-Lo se… Tiene razón, disculpe si me enojé con
usted. Supongo que el del problema soy yo.
Se retiró sin volver la vista atrás. El señor
Segismundo quedó un poco preocupado por él.
Al descender a la sala de estar Felipe comprobó
que efectivamente ya no había nadie alborotado y Andy se preparaba para volver
al escenario y retomar su show.
Lo que más les acomodaba a estos personajes era
la rutina, aferrarse al pasado e ignorar cualquier dejo de realidad. En ese
momento Felipe se sintió en un auténtico acilo de ancianos y comenzó a
arrepentirse de la decisión que había tomado.
-¿Dónde se había metido, Don Pipe, me tenía
preocupada?- le preguntó Estrella al volver a su asiento.
-Tenía curiosidad por ver que pasaba y seguí a
Segismundo.
-¿Hasta el último piso? ¿Cómo se le ocurre?
Creí que le había pasado algo malo. Estas cosas solo pasan una vez cada diez
años en Friendship, más lo que me asusto, no nos ha pasado nada malo hasta
ahora, pero quien sabe, a la próxima quizá no tengamos suerte…
-Pero Elvis Presley se ve de lo más relajado,
verdad. Es el que más tiempo lleva aquí, sin contar al Carlitos- En ese minuto
Gardel estaba en su tratamiento de rejuvenecimiento en el laboratorio- y les da
lo mismo lo que pueda pasar. Al final nunca pasara nada.
-… ¿Se siente bien, Don Pipe?
-Sí, si, no se preocupe.
Ese era otro defecto que él mismo se criticaba.
Siempre ocultaba sus emociones, estaba acostumbrado a mostrar la cara y la
persona que todos querían ver. Un auténtico maniquí. Tenía poca gente con la
que compartía sus problemas personales. Quizás si lo hubiera conversado con
alguien ahora no estaría en esa isla.
Mientras meditaba sobre eso, en
el escenario Kaufman se paró con la cabeza gacha y las manos tras la espalda,
como siempre solía hacerlo.
-Hola- miró con ojos tímidos y abiertos a cada
lado del público- bueno, se que… tuvimos una leve interrupción, pero creo que
llegó el momento de continuar… -Se dirigió al toca discos y lo encendió.
Realizó el número de quedarse quieto un buen
rato y tomar agua, luego cuando menos se esperaba abría la boca de modo que
pareciera que la ópera del disco la cantaba él.
Ya todos se lo sabían de memoria, menos Felipe
a quien le pudo arrancar un par de risas que lo relajaron un poco.
-Ahora, creo que llegó el momento de que
revisemos el correo- se dirigió tan tímido y vacilante como siempre a una
mesita de una pata donde había un par de sobres.
-Los padres de Madeleine dicen que la van a
sacar de esta isla porque les incomodaba todo el tiempo que pasaba “ju-gan-do”
con el señor Jackson- hizo un gesto de comillas con sus dedos al pronunciar esa
palabra.
Sacó algunas risas de los presentes, excepto,
claro, de Michael.
-También nos llegaron algunas de las deudas de la Isla- sacó unos gruesos y
casi desproporcionados lentes del bolsillo de su saco y se los puso- perdón, de
Lisa. Es que tengo dislexia.
Un poco más de risas.
-Las deudas de Lisa Mary Presley- volvió a
leer-. Súbanla, chicos.
Un par de empleados subieron una enorme caja al
escenario, de un tamaño suficiente para guardar una lavadora. Para este chiste
sacó risas más potentes, excepto, claro, de Presley.
-Veamos que tan mal está.
Abrió la caja, pero al hacerlo, del interior
saltó una joven bien delgada, de trenzas, frenillos y lentes que gritó con una
aguda voz:
-¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡USTEDES ESTAN VIVOS!
¡AAAAH!
Todos cruzaron miradas entre sí sin saber como
reaccionar hasta que Andy se los confirmó:
-Esto no era parte del show- y saltó a
esconderse tras bambalinas.
-Entonces si es parte del Show- le dijo Presley
a Jacko.
-¿Está seguro, suegro?- preguntó Jacko que ya
se encontraba escondido detrás de su sillón, pisándole los pies a Felipe.
-Tú conoces a Andy, siempre dice que no es
parte de su número, pero al final…
-¡AAAAH! ¡No lo puedo creer, tú eres Elvis
Presley! ¡AAAAH!- dijo la joven que saltó del escenario y abrazó fuertemente a
Presley- ¡Esto es increíble! ¿Dónde está Michael?
Sin que nadie se diera cuenta, Jacko se había
escabullido hacia la salida, quienes lo vieron salir notaron que traía puesta
una máscara de Guy Fawkes.
-Siempre anda con esa máscara debajo de su
chaqueta, en caso de que tenga que salir huyendo- le dijo un empleado a Felipe,
quien venía acercándose junto a otro. Se notaba que estaban indecisos entre
detener a la niña o dejar que la función continuara.
-Yo si creo que no es parte del show…-Dijo
Felipe y se dirigió donde la joven.
La tomó en brazos y la llevó fuera de la sala
de estar. Era bastante ligera, y mientras la cargaba no paraba de gritar su
nombre. Finalmente, cuando ya estaban en el pasillo sin nadie más la puso en el
suelo. Era bastante chica, no debía superar el metro y medio de estatura.
-¡Felipe Camiroaga! ¡Sabía que tú no estabas
muerto! ¡Lo sabía! Por eso vine hasta este lugar, yo siempre supe que ninguno
de ustedes estaba muerto, pero la principal razón por la que vine hasta
Magallanes fue por ti. ¡Te amo, Felipe!
-¡Shu!, guarda silencio. Si no te calmas de
sacaran de aquí a patadas.
La tomó de los hombros para hacer que dejara de
saltar, tuvo que inclinarse bastante para ello. Luego procuró ser lo más cortes
que pudo para tranquilizarla.
-Primero, ¿Cómo de llamas?
-Estefanía.
-Que bonito nombre. Bueno, escucha Estefanía,
tú no deberías estar aquí.
-Lo se, fue toda una odisea, incluso me
detectaron, ¿verdad? Por eso fue la alarma, y ese zumbido que casi me revienta
los oídos. Pero tomé todas las precauciones, me metí por donde menos
sospecharan, fui sumamente inteligente, porque ellos empaquetan la
correspondencia en…
La dejó hablar todo lo que tenía que decir.
Describió su operación hasta con los detalles más mínimos, tendía a volver
sobre algunos y desviarse en intentos de abrazo a Felipe. Cuando terminó de explicar
su “Misión secreta” y comenzó a hablar del comienzo de su investigación, desde
que se supo la noticia de la tragedia en Juan Fernández, Felipe la interrumpió.
-Escucha, sé que te luciste y todo, pero como
te habrás dado cuenta haz descubierto algo que no debías. No se lo que hagan
con tigo, pero seguramente no será nada bueno.
-No importa, valdrá la pena ahora que sé que
estas vivo. Por favor dime, Felipe, ¿Por qué fingiste tu muerte?
-Porque… -dio un largo suspiro- por un error.
Creí que aquí tendría más paz. Pero me equivoqué.
-… ¿Eso quiere decir que volverás?
-No puedo hacer eso, la gente me odiaría, y
además me preguntarían dónde estuve, eso no lo permitirían los de este lugar.
-¿Entonces eres un prisionero?
-No, no es así, es que… Sabes, es increíble que
haya gente tan fanática como tú queriendo entrar a este lugar, cuando yo quiero
salir.
-Salgamos juntos, entonces.
Felipe no supo que contestarle. En ese minuto
entraron tres guardias de seguridad y detrás de ellos iba Kaufman, quien dijo:
“Les dije que no estaba bromeando”.
-No sean duros con ella, por favor.
-Lo intentaremos, señor Camiroaga- dijo
Segismundo, quien se asomó desde la sala de estar, con un tono de voz
indiferente- desgraciadamente la pequeña sabe demasiado.
-Será mejor que no intentes nada, niña- le
gruñó uno de los guardias.
-¡No soy niña, tengo dieciocho años!
Eso fue lo último que gritó. Siguió a los
guardias sin oponer resistencia. Hacia el final del pasillo se volteó un
instante para decir:
-Felipe, por favor vuelve.
Cuando todos partieron nadie notó que el nuevo
huésped se quedó un buen rato solo en el pasillo.
Al día siguiente bajó a la clínica. Salvo por
sus propios pasos no sintió ningún ruido, sólo los sonidos de las maquinas
médicas y los estanques de burbujeantes líquidos. Hacia el final de dicho nivel
se encontró con Andy Kauffman revisando unos datos en un computador.
-Hola, Andy ¿Supiste que pasó con Estefanía?
-Yo, creo que te refieres a la niña- le
contestó con una de sus voces de idiota sin apartar la vista del monitor.
-Sí, a ella me refiero, ¿Supiste algo?
-La… Bajaron aquí anoche, y… creo que… me
borraron la memoria.
-¿A ella también se la borraron?
-¡Posiblemente, capitán Kirk!- dio un ligero
brinco en su silla, pero sin despegar la vista de la pantalla.
-… Ok, gracias de todas formas.
No se podía discutir con él así. No sabía si le
tomaba el pelo o en verdad lo habían dejado así al manipular su mente. Felipe
dio media vuelta y se dirigió al ascensor. Cuando ya se había alejado unos
metros Kauffman presionó un botón y apagó el computador.
-Camiroaga, creo que puedo ayudarte- le dijo
con su voz normal y un verdadero interés.
Felipe se devolvió, ahora Kauffman se había
puesto serio.
Ambos veteranos ídolos se dirigieron a la
sección de tecnología más avanzada de la clínica. Felipe al ir curioseando
entre los distintos tubos de ensayo,
cápsulas de petri y demás equipo de las mesas de trabajo distinguió varios
frascos amarillos con lo que parecía cigotos humanos en su interior. Tomó con
cuidado uno de ellos y vio que su etiqueta decía “Führer 08” .
-A esta ala le llamamos la “Sección de
identidad” Aquí realizamos clonaciones y cirugías reconstructivas, Michael
Jackson prácticamente vive aquí. De hecho vino aquí anoche luego del incidente
con la niña. Ven, te presento a mi clon, Tony Clifton.
Andy accionó un interruptor y una cortina
metálica descubrió un tubo vertical de gran diámetro con un gordo personaje en
su interior, de lentes oscuros y aparentemente dormido de pie.
-Lo uso para algunas rutinas.
-¿Qué es esto? Parecen las manos del joven
manos de tijera- le preguntó Felipe sosteniendo unos guantes que verdaderamente
se asemejaban a ellos.
-Oh, eso, es una historia un poco larga. Verás,
durante los setenta trajeron a algunos prisioneros políticos aquí, por supuesto
que Segismundo se opuso, pero fue la única manera de que nos dejaran operar en
paz. De todos modos ayudó bastante a mitigarles el sufrimiento a los detenidos,
con nuestra tecnología de borrado y lectura mental extrajimos información de la
mente de muchas personas sin tener que torturarlas o someterlas a violentos
interrogatorios. Incluso poseemos la capacidad de extraer información de la
mente de gente muerta y luego resucitarla, de hecho, esas manos eran el primer
prototipo de prótesis para un cadáver que nos llegó sin manos, déjame acordarme
de su nombre, creo que era músico, Víctor algo...
-¡¿Víctor Jara?!
-Sí, ese mismo. En fin, estábamos listos para
resucitarlo después de sacarle la información de su cerebro, pero una británica
de apellido Turner optó por respetar sus restos.
-Increíble- se limitó a decir Felipe y devolvió
con cuidado las manos, casi como si fueran algo sagrado, a la repisa de donde
las había sacado.
-Ahora, lo que tú necesitas es poder volver al
exterior- exclamó mientras se frotaba las manos.
-No quiero ser Felipe Camiroaga, de nuevo. Pero
al mismo tiempo aún me siento con ganas de ayudar a la gente.
-Entiendo… qué te parece esto- se sentó ante
otro computador y comenzó a teclear- te haremos una nueva identidad, ¿Te parece
la de un millonario filántropo?
-Quizás… quizás la de un empresario agrónomo.
Quiero algo que me mantenga en el campo o cerca de él, ni siquiera con mucho
dinero.
-Necesitarás dinero para ayudar a la gente.
-Entonces… de acuerdo, que así sea. ¿Cuál sería
mi nombre?
-¿Luciano Bello? Mala idea- borró lo que había
tecleado- que tal Alejandro Bello.
-Porqué no, me gusta ese nombre.
-Muy bien, tu nuevo nombre será Alejandro Bello
y serás un empresario agrónomo y filántropo de la séptima región. Sólo nos
falta tu rostro. Ven, te haré un contracara.
En ese minuto Felipe tenía una vaga idea de lo
que sería. Una vez que Andy tenía todo listo su sospecha se confirmó.
“Contracara” era la jerga que tenían para cirugía reconstructiva.
Para la cirugía Felipe se ubicó en una cama
similar a la de un dentista. Sobre él
colgaba una esfera y de ella docenas de brazos mecánicos y rayos láser que al
parecer iban a proceder la cirugía.
-Más o menos así quedaría tu rostro- Andy le
mostró una foto impresa en blanco y negro de una cara hecha digitalmente- No es
muy distinta, si crees que no es la adecuada le puedo sumar un oscurecimiento
de tu piel.
-No, así está bien.
-¿Estás seguro de esto?
-Nunca había estado tan seguro en semanas. Sólo
hazlo, Andy.
-Muy bien- se puso unos lentes de laboratorio-
preparando brazos cirujanos.
Las extremidades mecánicas comenzaron a girar y
se dispusieron no muy lejos de su rostro listas para trabajar en cualquier
momento.
-Aplicando anestesia…
-¡Alto!
Ambos giraron para ver quién los interrumpía.
Estrella bajaba del ascensor en el último momento antes de la cirugía.
-¡Por el amor de Dios, Kaufman, ¿Qué ibas a
hacerle?!
-Él me lo pidió, señora- le contestó mirando
hacia el suelo y nuevamente con su voz de estúpido.
La enfermera se dirigió al panel de control
donde estaba el comediante, presionó unos botones y los brazos volvieron a
ascender.
-Felipe ¿qué ibas a hacer?
-Esta bien, Estrella, yo se lo pedí- le dijo un
poco desorientado.
-¿No sabes que esto lo debe realizar un médico
y no este farsante aficionado?
-Pues tráeme al médico, es lo que quiero, en
serio. Quiero irme de la isla y empezar una nueva vida.
-Pero… no, no quiero que te vallas.
-Yo tampoco quiero dejarte, fuiste una gran
amiga, en serio. Pero necesito hacer esto…
Los efectos de la anestesia ya lo estaban
venciendo.
-Ahora por favor, tráeme un médico. La función
debe continuar- le sonrió y le acarició vacilante la mejilla-… Te extrañaré
Estrella.
Fue lo último que alcanzó a decirle antes de
caer rendido en la cama de operaciones.
Estrella dijo dos palabras más, pero Felipe
sólo pudo percibir el movimiento de sus labios, ningún sonido. Todo se volvió
borroso y quedó inconsciente.
Friendship siempre ha destacado por la calidad
de su servicio. Cada huésped al que recibe este centro de recreación y retiro
es recibido con el mejor de los tratos desde que pone un pie en la ignota isla.
Si bien es conocida por lo dificultoso y extenso de sus trámites, estos incluso
llegan a ser hechos por los mismos empleados del recinto para no agobiar a sus
clientes. Es de este modo que el centro reafirma su compromiso y fidelidad con
cada miembro que pasa por sus dependencias, incluso sus servicios prestados en
salud médica y espiritual rayan en la beneficencia, sin importar que estos no
recordarán absolutamente nada del gran favor que se les hace ni de su paso por
la isla.
El cliente Luciano Bello, por ejemplo, a pesar
de demostrarse malagradecido e inconforme con el ambiente de Friendship recibió
una cirugía gratuita y todo un cambio de identidad, con todos los trámites
burocráticos necesarios para llevar su nueva historia a cada registro civil del
país y de la séptima región donde se le reubico.
Aunque dicha labor le costó horas de incansable
papeleo y por supuesto un gran desagrado al misterioso señor Segismundo,
gerente del recinto, este lo recuerda como uno de sus mejores clientes a sus
demás huéspedes.
Actualmente el señor Bello posee una modesta
fortuna, además de varios terrenos más hacia el sur del país que ha convertido
en reservas ecológicas. Su labor ambientalista se ha comparado con la del
también empresario Douglas Tompkins.
No hay comentarios:
Publicar un comentario