martes, 28 de junio de 2011

El enemigo externo

La guerra fría fue una época en que la humanidad estuvo al borde de entrar en una tercera guerra mundial entre las dos súper potencias que gobernaron el mundo por medio siglo: La Unión Soviética y los Estados Unidos.
Se dice que el momento de más cercanía al enfrentamiento directo fue durante la crisis de los misiles en 1962, aunque el resto del tiempo el confundir a unos pájaros en los radares de misiles era razón suficiente para iniciar el bombardeo masivo y total de misiles nucleares, lo cual sería automáticamente respondido por la parte contraria, sin importar quien cometiera el error el resultado era el mismo, lo que significó destrozarle los nervios a las generaciones que vivieron esta latente amenaza.
Ahora bien, la posibilidad de una tercera guerra mundial por supuesto que fue explotada por el género sci-fi, pero otra posibilidad, tan esperanzadora como inimaginable, era que entrara un tercer jugador al conflicto, no humano, lo cual sería razón suficiente para unificar a estos dos jurados enemigos para aliarse en su lucha contra la nueva amenaza.
Ahora entran los argumentos:
En el caso de X-men: First Class, la última película del grupo de mutantes era su propia raza la que entraba sin previo aviso en escena instantes antes de que el conflicto se desatara entre americanos y soviéticos en las mismísimas costas de Cuba para el ‘62.

En cosa de minutos, Kennedy y Jrushchov reorientaron todas las fuerzas que disponían para pelear juntos contra la amenaza mutante.

Y ahora el caso de Watchmen, la película basada en el cómic homónimo de Allan More, donde es el Doctor Manhattan (según entiende el público en la historia) quien desata un ataque nuclear con sus propios poderes de manera simultánea sobre docenas de metrópolis del mundo. El mega atentado significó que Nixon se aliara con la URSS de manera instantánea para hacer frente a este auténtico Dios súper poderoso.





(Esto en la película, en el cómic era un pulpo gigante).

La fórmula es la misma, los grupos humanos siempre se unifican teniendo como referente un tercero al cual dirigir todo su miedo, odio y ansias de destrucción, como explicó Orwell en 1984. La gente le teme a lo que no entiende, y si no entiendo a tal bicho raro, le temo, para luego pasar a odiarlo. Y la única forma de unir a estos dos imperios que, por primera vez en la historia, copaban prácticamente cada rincón del mundo, y que debían su fortaleza a su odio recíproco, era introduciendo al agente más poderoso que nos pudiera brindar la ciencia ficción, ya sea una raza de hombres con poderes que llegaban hasta a hacer levitar un submarino, o un solo hombre, pero con el poder de materializar y desmaterializar casi todo lo que se le antoje.
Los primeros funcionan como el grupo segregado y discriminado hacia el cual dirigir el odio, el segundo como un súper Osama Bin laden indestructible, inubicable, peligroso y amenazante, hacia el cual dirigir el miedo primero y después el odio.
El miedo lleva al odio y el odio es el camino al lado oscuro, dijo Yoda una vez, pero lo cierto es que, ha servido para formar y destruir sociedades a lo largo de toda la historia de la humanidad, de hecho, esto mismo lo trató Asimov en cierto cuento, cuyo nombre no recuerdo en este minuto, en el cual los gobernantes de los distintos gobiernos interplanetarios jugaron con estos sentimientos para finalmente unir de la forma más eficaz a toda la humanidad regada por la galaxia en un solo y enorme gobierno galáctico.
Toda la raza humana unida, como corresponde.
Un mundo sin fronteras, logrado irónicamente gracias al terror.
Somos tan complicados nosotros los humanos.
Pero otro desenlace que no quiero ignorar, y que fue mucho más esperanzador, fue uno que nos dio Arthur C. Clarke para la secuela de 2001, 2010: El año en que hicimos contacto.
Para dicha obra, Clarke comete el error de creer que la guerra fría se extendería hasta el año 2010, pero más allá de eso, en su visión del futuro estas potencias nuevamente están al borde del conflicto, hasta que la humanidad descubre que efectivamente no esta sola en el universo, de hecho en el mismo sistema solar comparte espacio con una raza tan omnipresente que demuestran su poder convirtiendo a Júpiter en un sol (Se sabe que Júpiter es una “estrella fallida”) y enviándoles un claro mensaje: “TODOS ESTOS MUNDOS SON SUYOS, EXCEPTO EUROPA. NO INTENTEN NINGÚN ATERRIZAJE ALLÍ." La película agrega las palabras "ÚSENLOS JUNTOS. ÚSENLOS EN PAZ.".
La lección les cala bien hondo a los dirigentes de las súper potencias, ya sea por el miedo o la intimidación, este milagro los inspiró a trabajar y convivir unidos sin más intenciones bélicas. Y la sola idea de presenciar un mundo donde el mayor descubrimiento de la humanidad los impulsa a trabajar unidos por la prosperidad común y la investigación científica es simplemente utópica. Cualquier otra cosa ya es pedir demasiado. Comparándolo con los demás desenlaces es simplemente utópico.







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En la misma página me señalaron un cuento de Theodore Sturgeon titulado "Unir para vencer" que no incluí por desconocerlo, pero que trata de una exelente manera todo lo anterior. Ahora que lo leí sólo puedo decir: Altamente recomendable, es sci-fi de calidad.

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