domingo, 7 de mayo de 2017

La Bella y la Bestia: De dragones y arcángeles

La Bella y la Bestia, 2017
Con esta nueva versión con actores de carne y hueso, entre ellos Emma Watson y Ewan McGregor, Disney recuperó la clásica historia animada de la Bella y la Bestia. Y como no podía faltar, los genios de Disney se tomaron la libertad de meter un par de símbolos ocultos en este remake.
Me refiero a uno que podemos apreciar desde la primera escena de los créditos, cuando vemos al clásico castillo de Disney desplegarse ante la pantalla, lo primero que vemos es un detalle nuevo: una estatua de San Miguel Arcángel en la punta del mástil más alto.
Un detalle con harta connotación, en especial si tomamos en cuenta que el mismo San Miguel vuelve a ser visto hacia el final de la película. Cuando el hechizo se rompe, y el castillo se transforma de tenebroso en esplendoroso, vemos una trasmutación sencillamente notable: un dragón de piedra que adornaba la cúspide de uno de los torreones, se convierte en un San Miguel dorado aplastando al demonio. ¿Elocuente? Más de lo que parece.


Tradicionalmente San Miguel Arcángel, jefe de los ejércitos celestiales, representa a la clásica lucha del bien contra al mal. Un arquetipo que la cristiandad ha aprovechado hasta el día de hoy para dar rienda suelta a su creatividad más hollywoodense. Y es que podemos encontrar tantas versiones de San Miguel (casi siempre con su uniforme romano), como del ser que está pisando: a veces es un satanás clásico, otras es un reptil como un cocodrilo o una serpiente, y en otras, era que no, un dragón.
Pero vamos por parte. La palabra dragón viene del vocablo griego “drako”, que significa “serpiente”. Fue precisamente una serpiente la que tentó a Eva a comer el fruto prohibido en el paraíso, y de ahí en adelante que la cristiandad asoció a las serpientes, y a su genérico los reptiles, al demonio. Más adelante, en la Edad Media, se recogería a una de las criaturas más temidas del folclore contemporáneo, la serpiente-dragón, como símbolo de las fuerzas de satanás. Esto impulsado por la leyenda de San Jorge, el primer cazador de dragones, y la descripción que hace el libro del Apocalipsis de estas criaturas.
No obstante, el dragón no siempre tuvo connotaciones negativas. Los romanos lo usaban como símbolo de poder y sabiduría, los vikingos los ponían en la proa de sus barcos, y muchas familias nobles los usaron en sus escudos heráldicos, entre ellas Enrique VIII de Inglaterra. Razón por la cual, quizás, volvemos a ver dragones en el castillo de la Bella y la Bestia. Esta vez en el hall principal, donde hay un barroco dragón a cada lado de la escalera principal.
Catedral de Castro, Chiloé

Cabe agregar, que el hecho de que siempre varíe el monstruo que está pisando el virrey de los cielos, se debe a que hacia el final de la Edad Media, la iglesia católica buscaba darle al demonio una forma antropomórfica en reemplazo del dragón. Un rostro con el que pudieran empatizar los fieles, con miras a la evangelización. Es así como vemos en ciertas representaciones cuzqueñas a San Miguel pisando ni más ni menos que un indio mestizo con cuernos. Allí el mensaje es claro: esto es lo que les pasa a los paganos que desafían el poder de Dios. Y en la catedral de Castro, en la isla de Chiloé, San Miguel está pisando lo que parece ser un monstruo marino sacado de una pesadilla lovecraftiana: verde, con escamas, alas y cuernos. Se trata indudablemente de un monstruo de la mitología chilota, según los lugareños un “invunche”. Allí la metáfora también es clara, el cristianismo ha derrotado a las creencias locales.   
Todo esto y más es lo que esconde la simbología tras la estatua de San Miguel. No por nada, el profesor Bruttenholm también tenía en su oficina una estatua del arcángel aplastando a la bestia en la primera película de Hellboy. De este modo, el que veamos al dragón ocupando un lugar privilegiado en la cima de un siniestro castillo de la Bella y la Bestia, es una forma bien elocuente de representar que el mal se ha apoderado de ese lugar. Y que mágicamente sea reemplazado por una estatua del arcángel San Miguel aplastando un dragón, es una forma bien explícita de decir que ha triunfado el bien sobre el mal.
La Bella y la Bestia, 1991
Cabe recordar que algo similar se dio para la versión original de 1991. Claro que en dicha ocasión era una oscura gárgola de piedra la que era reemplazada por un ángel de mármol. 

Una de las tantas subtramas de la película, cuyo tema central es que la belleza es interior, y que viene a sumarle un mensaje bastante cristiano al film. Quizás como forma de matizar el que también se haya incluido, por primera vez en una película de Disney, una relación abiertamente homosexual. Tema que tuvo su respectiva polémica, pero eso es otra historia. 

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