sábado, 20 de abril de 2013

Todos los caminos del laberinto


Todos los caminos del laberinto

                                        



Película: El Laberinto del Fauno
Premios: Oscar al mejor maquillaje, Oscar a la mejor fotografía, Premio Nébula al mejor guión, Premio Goya al mejor guión original.

Argumento:

En la España de la post guerra civil, Ofelia, una niña creyente de los cuentos de hadas, se va a vivir con su madre embarazada al cuartel de su cruel padrastro, capitán del ejército franquista. Junto al cuartel, existen las ruinas de un viejo laberinto, en el cual Ofelia se encontrará con una criatura mágica conocida como Fauno. Éste le encargará tres pruebas para poder “volver a ser princesa”.

Introducción:

Estrenada el 2006, en una alianza mexicana y norteamericana, y rodada en España casi en su totalidad con actores españoles, El Laberinto del Fauno viene a ser la segunda parte de la trilogía informal de Guillermo Del Toro de películas de corte fantástico ambientadas en la guerra civil española. Siendo sucesora de El Espinazo del Diablo.
Sin lugar a dudas la obra maestra del director mexicano, y ganadora del premio oscar a mejor película de habla no inglesa, éste film es una maravilla en términos estéticos y visuales, así como temáticos.
No es menor el hecho de que sea la primera película nominada en esta categoría del género fantástico, y es que el género le sirve como medio al director para contar una maravillosa y hermosa historia, con potentes y humanos mensajes entrelazados. “Todas son herramientas simbólicas para entender el mundo. Es una suerte de filosofía de imágenes, o de ideas entre monstruos que representan cosas para mí” llegaría a declarar Del Toro. Consecuentemente obtenemos una película rica en mensajes simbólicos.
Desde el principio se nos revela que el destino de la protagonista es la muerte, pero eso no le quita magia al transcurso de la historia. Es esta aura de muerte, misticismo, y nostalgia lo que envolverá todo el relato, amenizado con una simple melodía de pocos compases que caracterizó su banda sonora de principio a fin.



Trasfondo Ideológico

El film parte con una introducción que nos dice:

“Cuentan que hace mucho, mucho tiempo, en el reino subterráneo, donde no existe la mentira ni el dolor, vivía una princesa que soñaba con el mundo de los humanos. Soñaba con el cielo azul, la brisa suave y el brillante sol. Un día, burlando toda vigilancia, la princesa escapó. Una vez en el exterior, la luz del sol la cegó y borró de su memoria cualquier indicio del pasado. La princesa olvidó quién era, de dónde venía. Su cuerpo sufrió frío, enfermedad y dolor. Y al correr de los años, murió. Sin embargo su padre, el rey, sabía que el alma de la princesa regresaría, quizás en otro cuerpo, en otro tiempo y en otro lugar, y él la esperaría hasta su último aliento, hasta que el mundo dejara de girar…”

Dicha princesa es Ofelia, cuyo viaje es para retornar al reino a donde pertenece, para lo cual debe pasar tres pruebas que demuestren que aún “no se ha convertido en mortal”. Ahora ¿qué tiene de malo ser mortal? Veamos.
Al igual que en Star Wars, se nos da la contextualización del universo al que hemos accedido. No obstante, hay más de una metáfora más o menos explícita metida entre estas líneas. La luz del sol la podemos asociar casi automáticamente a la luz de la razón y el conocimiento humano, el cual en algún minuto terminó por desplazar todas las creencias arcaicas y mágicas de los hombres. Llevándolo por caminos que lo hicieron desarrollar la mentira y el dolor, hasta caer en locuras como la guerra y el fascismo.
Esto también se puede relacionar con el mito de la Caverna de Platón. En el reino subterráneo están totalmente a salvos del cruel y frío mundo de los seres humanos, refugiados en sus tradiciones arcaicas, o quizás sólo en su simpleza, en contraste de los complicados y violentos problemas de los mortales “iluminados”.
Según la mitología, en sus orígenes primigenios, convivían en paz hombres y criaturas mágicas.  Eso, hasta que la luz de la razón hizo que el hombre se fuera olvidando de la magia y cayendo en la trampa de sus propias artimañas, entrando a una sociedad supuestamente “civilizada” donde olvidó sus creencias míticas, pero al mismo tiempo su lado más humano, dejándose llevar por ideologías con fundamentos “razonables” que a la larga lo llevaron a construir figuras opresivas, como el fascismo y la iglesia católica.
Hay un lugar donde todo eso converge: el bosque. Mientras una niña, inocente y ajena a la locura de la guerra, busca los objetos y criaturas mágicas que el Fauno le encarga encontrar, los crueles hombres lo recorren a caballo, armados y ajenos a cualquier otra cosa que no sea su presa humana (los rebeldes republicanos).
En esta secuencia, Ofelia lee del libro mágico que “Al principio de los tiempos, cuando el bosque era joven, vivían en armonía los animales, los hombres y las criaturas mágicas. Se protegían los unos a los otros, y dormían juntos bajo la sombra de un frondoso árbol…” Mientras que su padrastro, el Capitán Vidal llegaría a afirmar más delante de los republicanos “Esta gente parte de una idea equivocada, que somos todos iguales. Pero hay una gran diferencia: que la guerra terminó y ganamos nosotros. Y si para que nos enteremos todos, hay que matar a esos hijos de puta, pues lo matamos y ya está”. Los dos extremos del espectro. Conceptos como la hermandad y la igualdad son totalmente ajenos a este militar.
Volviendo al libro de magia, este indicaría “Ahora, el árbol se muere, sus ramas están secas, su tronco viejo y torcido. Debajo de sus raíces, ha anidado un enorme sapo que no lo deja sanar”. Y la primera prueba de Ofelia consistía en recuperar una llave del vientre del sapo, y en la operación, matarlo. Ella misma llegaría a decirle a la criatura:

“¿No te da vergüenza estar aquí abajo, comiéndote los bichitos y engordando mientras el árbol se muere?”

La siguiente secuencia sería la del ostentoso y opíparo banquete donde el capitán expone sus ideales fascistas a sus comensales, mientras el resto del pueblo subsiste a base de la comida racionada que él mismo reparte. Cena a la cual, Ofelia no pudo asistir por estar realizando su prueba. Una crítica más o menos directa al acaparamiento de alimentos y de riquezas.
***

El bosque es el lugar místico por excelencia. El lugar donde los mitos del medioevo acontecen. Donde, según la tradición, habitan las criaturas mágicas del folclore europeo, hadas, elfos, nomos, duendes y faunos. 

Desde el principio se nos da a entender que la magia está prácticamente a la vista. Ofelia ve estatuas y ruinas que tienen cierta aura mística, pero para su madre y el resto de los habitantes del pequeño pueblo de Sevilla no son más que ruinas sin valor. Las “hadas” que Ofelia dice ver, son insectos grandes, y la “Mandrágora” (una planta que “soñaba con ser humana” claro que soñar no es algo muy incentivado en este contexto) es sólo un montón de hierbas podridas a los ojos del energúmeno de su padrastro.
Pero el punto culmine de esta idea es hacia el final de la película, cuando el capitán persigue a Ofelia en el mágico laberinto (ruinas inútiles para él) y ve a la niña hablándole al aire, en el lugar en que ella ve claramente a un Fauno.
Quizás sea que la criatura a propósito se volvió invisible a los ojos del militar, o simplemente los humanos ya son incapaces, no sólo de comprender, sino que de ver a algo que escapa a sus conocimientos y su visión del mundo. Como diría Luis Pasteur, “El mayor desorden del espíritu, es no creer en las cosas que no queremos ver”. Sea como sea, para el capitán Ofelia está loca (posible alusión a la tragedia de Hamlet, donde el personaje llamado Ofelia perdía el juicio) y la mata de un disparo, luego de perseguirla a través del laberinto.
Esto nos habla de la cerrada mente que han desarrollado los hombres, ciegos ante lo que está ante ellos y demasiado enfrascados en sus mundanas preocupaciones, sus absurdos temores y sus ridículas rencillas. Idea representada en la guerra de guerrillas; el miedo de la madre de Ofelia a un mundo, según sus palabras, por naturaleza duro y oscuro; y un polarizado, y a la vez asustado pueblo español.
Con todo esto, más preocupados de matar que de la vida en sí, el sueño de la inmortalidad es algo muy lejano para los hombres. Esto se denuncia en la fábula que le cuenta Ofelia a su hermano mientras aún está en el vientre materno:

"Hace muchos, muchos años, en un país muy lejano y triste existió una enorme montaña de piedra negra y áspera. Al caer la tarde en la cima de esa montaña, florecía todas las noches una rosa que otorgaba la inmortalidad, sin embargo nadie se atrevía acercarse a ella, pues sus numerosas espinas estaban envenenadas. Entre los hombres solo se hablaba del miedo a la muerte y al dolor, pero nunca de la promesa de la inmortalidad. Y todas las tardes la rosa se marchitaba sin poder otorgar sus dones a persona alguna, olvidada y perdida en la cima de la montaña de piedra fría, sola hasta el fin de los tiempos. "

No hace falta ser muy perspicaz para inferir que este país muy lejano y triste alude a la España donde se encuentran, o a cualquier otra nación que le ha tocado pasar por una situación similar. En un contexto de guerra, todo el mundo solo habla del “miedo a la muerte y al dolor”, y cualquier intento de alcanzar un sueño es desechado en detrimento de la prioridad que es sobrevivir. Así, con los hombres enfrascados en sus guerras, y sin agallas para emprender cualquier otra empresa, los sueños (en este caso, la rosa) se marchitan sin florecer. Al igual que la vida.
Quizás alguien lo suficientemente valiente hubiese enfrentado las espinas, convencido de que la rosa lo curaría del veneno y le otorgaría el regalo de la inmortalidad. Pero los mortales, temerosos y cortoplazistas, sólo alcanzan a preocupase de su material y efímero entorno inmediato, sin ver más allá.
Vale decir, ya incluso antes de nacer, este pequeño hombrecito debe hacerse la idea de que la inmortalidad es un sueño inalcanzable en el mundo al que le tocará llegar.
Y para los seres mágicos, la mortalidad de los hombres parece ser lo que más los distingue en su miseria, como le dice el Fauno a Ofelia cuando la reta por desobedecerlo:

“Vuestro espíritu se quedara para siempre entre los hombres. Envejecerás con ellos, morirás con ellos. Vuestra memoria se desvanecerá en el tiempo. Y nosotros desapareceremos con ella. No nos volveréis a ver jamás”

Del Toro identifica al fascismo como una de las principales causas de todos estos males. La película es antifascista por donde se le mire. Uno de los puntos más explícitos de esta idea es cuando el doctor Ferreiro desacata la orden de Vidal de mantener con vida al moribundo prisionero que ha sido objeto de las más crueles torturas, optando por matarlo para evitarle más sufrimiento. Cuando el capitán le pregunta porqué no lo obedeció, el doctor dijo “porque… obedecer por obedecer, así, sin pensarlo… eso sólo lo hacen gentes como usted, capitán” (no olvidemos que ese fue el argumento con que nazis y militares fascistas de todo el mundo se escudaron por sus violaciones a los derechos humanos una vez caídas sus dictaduras: "Sólo seguíamos órdenes") por supuesto que acabaría muerto segundos después de desafiarlo.
Misma idea se repite al ver al personaje de Ofelia desobedeciendo una pequeña orden dictada por el Fauno de no comer nada de lo que ofrece la mesa del ser conocido como el “Hombre Pálido” (el demencial personaje que se convertiría en uno de los íconos más recordados de la película) sacando una pequeña uva. Mismo instinto rebelde manifestaría hacia el final de la historia, al rehusarse a sacarle una pequeña gota de sangre a su hermano recién nacido. Cosa que sería finalmente recompensada. Tanto su rebeldía, como su valentía y astucia para ver más allá de las apariencias.


El complejo de Cronos

A propósito del hombre pálido, se puede ver en este, y en la figura del capitán, uno de los simbolismos más explorados por la película: el complejo de cronos.
En mitología griega, Cronos fue el rey de los titanes, cargo al que llegó luego de destronar a su padre Urano.    Poco después se le advirtió mediante una profecía, que uno de sus hijos lo mataría y lo sustituiría como rey, tal como él hizo con su padre. Ante tal pronóstico, Cronos se decidió a evitar dicho destino y comenzó a devorar a todos los hijos que nacieran de su esposa Rea. Excepto uno, que Rea escondió para que sobreviviera de las fauces de su padre: Zeus. El mito cuenta que sería Zeus quien finalmente derrotaría a Cronos y se convertiría en rey de los dioses.
Más tarde, las nacientes escuelas de psicología, de la mano de Freud y Carl Jung, utilizarían este mito como una analogía de la tendencia humana al estancamiento en el poder, impidiendo que surjan nuevos competidores que amenacen la estructura jerárquica que han creado, y predestinando en sus hijos el rol de perpetuar ese orden. Así, surgió el concepto del Complejo de Cronos. Patología definida como ‘un destructivo proceso por el cual, el padre se come la capacidad del niño de ser el mismo como ente autónomo e integral’.
"El complejo de Cronos no es una tendencia asesina por decir, ya que Cronos no sólo se
deshizo de su descendencia, sino que con un proceso destructivo de ingestión que dificulta la capacidad del niño de existir por separado y de forma autónoma de los padres. En el consumo de su hijo, Cronos no sólo tienen por objeto aniquilarlo, sino que lo hace parte de sí mismo.
De acuerdo con Bolen, desde los tiempos antiguos, el complejo de Cronos es una tendencia masculina a través del cual las culturas se han mantenido en el poder.
Es evidente esto en sistemas como el fascismo, una de las mutaciones más radicales  del patriarcado”.  John W. Crandall, en El Complejo Cronos.
Esta tendencia a no permitir que los demás surjan más allá de uno mismo, es representada en el personaje del capitán Vidal. Quien busca a toda costa tener un hijo, sólo para continuar con la tradición familiar de tener un barón. Que lleve el mismo nombre que su padre, y el de sus antecesores, además de ser militar.
Esto, sumado a su obsesión con el tiempo, y el reloj que heredó de su padre (con la hora exacta a la que él murió), lo ligan directamente al mítico titán, conocido hoy en día por su papel de amo y señor del tiempo.
Idea que se vuelve aún más explícita cuando Ofelia irrumpe en la morada del “Hombre pálido”. La extraña criatura con ojos en las manos, interpretado por Doug Jones, él mismo actor tras la piel del Fauno. Ofelia debe realizar su misión en el poco tiempo que tiene antes de que un reloj de arena se vacíe. En sus dominios, encontraría al ser, inerte, y sentado frente a una mesa con un opíparo banquete. Y tras de sí, grotescos cuadros que representan al ser devorando niños. Estos últimos estarían notablemente inspirados en las pinturas del pintor español Francisco De Goya, quien inmortalizaría en su estilo barroco a la leyenda de Cronos (Saturno en mitología romana).
Todos estos elementos, el reloj de arena, y los cuadros, ligan inextricablemente a la criatura con la leyenda de Cronos. Y el banquete del cual Ofelia no puede tocar bocado alguno por orden del Fauno, viene a retomar la crítica al acaparamiento de alimentos, relacionándolo con la figura del capitán Vidal. Y Ofelia, con un innato instinto rebelde, no puede evitar sacar un par de uvas. Como consecuencia, despertaría a la grotesca y hambrienta criatura, la cual devoraría las hadas que acompañan a la pequeña Ofelia, arrancándoles las cabezas con su boca. Referencia prácticamente explícita al Saturno de Goya. Sin lugar a dudas, estamos ante el mismísimo Cronos.
Así, el Hombre Pálido vendría a ser una representación más surrealista de Vidal del fascismo español. Los ojos en sus manos pueden ser una alusión a que él sólo puede ver las cosas palpables, sin ver más allá, al igual que el resto de los mortales y el mismo Vidal que no puede ver al Fauno.
El círculo vicioso se rompe hacia el final de la película, cuando los insurgentes vencen a Vidal. Éste, rendido, les entrega a su hijo recién nacido y exclama:
“Decidle a mi hijo a qué hora murió su padre. Decidle…” a lo que el personaje de Mercedes le interrumpe con un rotundo: “No… ni siquiera sabrá tu nombre”. Acto seguido, recibe un disparo abajo del ojo izquierdo.
La dinastía de los Vidal se ha acabado, al igual que el complejo de Cronos.

Saturno devorando a su hijo,
por Francisco de Goya

Ésta no sería la primera vez que el director mexicano trabajó con la figura del dios greco-romano. Pues la película con la que saltó a la fama fue La invención de Cronos (filme donde trabajó por primera vez con el argentino Federico Luppi). Su Ópera Prima, en la cual un alquimista del siglo XVI encerró a un escarabajo inmortal en un pequeño artefacto de oro, con la misma forma que el insecto. Dicho dispositivo tenía la facultad de volver inmortal a quien lo utilizara, pero a costa de convertirlo en un vampiro sediento de sangre, y dependiente del artefacto para subsistir. El alquimista viviría cuatrocientos años, escondido en las tinieblas, y devorando seres humanos, para luego morir a causa de un derrumbe. Sus últimas palabras serían Suo Tempore (Frase latina que significa “A su tiempo”). Años después, el protagonista, Jesús Gris, cuyo nombre tendría un significado irónico muy potente en el film, encontraría el artefacto, y de forma accidental lo transformaría en vampiro.  Se obsesionaría con él de forma igual que su creador. Pero en lugar de hacerle daño a su nieta (la figura de la niña pequeña que deambula entre dos mundos es un recurso recurrente en los films de Del Toro) para extender su propia vida, toma consciencia de su maldición y destruye el escarabajo, asegurando así su inminente muerte.
Buscando una continuidad en el discurso de la obra de Del Toro, se puede apreciar su aversión a extender las cosas más allá de lo que la naturaleza estima conveniente. Y de la valentía necesaria para cortar de forma definitiva estos excesos que cometen los hombres.


Análisis semiótico y esotérico

Esta es sólo una de las tantas metáforas y simbolismos, algunos de corte más esotérico, que abundan en esta brillante y conmovedora cinta. Siguiendo con las ideas de Jung, el film hecha mano de todos los arquetípicos clásicos del mito y del inconsciente colectivo. Presentándonos a un villano despiadado, una princesa en peligro, universos paralelos, criaturas fantásticas, y la clásica batalla entre el bien y el mal. No por nada el mismo Del Toro describió a esta historia como una “Parábola”. Vale decir, hay mucho que analizar.

Tener ojos para ver

En la película, la idea de lo que podemos ver y lo que no, está presente de principio a fin. De hecho, la acción de la historia parte al poner Ofelia un ojo derecho en su lugar (en la estatua de un Fauno). Y termina al recibir Vidal una bala bajo su ojo derecho.
Sería a partir de poner este ojo de piedra en la antigua estatua, que se le aparcería por primera vez un ser mágico: un hada con más reminiscencias de insecto en su apariencia, que acompañaría a la protagonista en la aventura que acababa de emprender.
"Después de haber mencionado la vista, la película tiene mucho que decir al respecto. Guillermo Del Toro casi parece presuponer que el espectador necesita una tercer ojo "Zen" para captar las verdades por excelencia enterradas profundamente dentro de los márgenes arquetípicos de la película” (Psico-Análisis crítico de "El laberinto del fauno": El mito, la psicología, realismo perceptivo, los ojos y sentimientos de la decepción traumática).
De hecho, la importancia de los ojos es de suma importancia en el simbolismo oculto y se remonta al antiguo Egipto, con el mito del ojo de Horus siendo restaurado por Toth. Mientras que el ojo derecho se asocia con la percepción de la información concreta y objetiva (lado masculino del cerebro), el ojo izquierdo de Horus percibe lo místico, el plano espiritual y la intuición (el lado femenino del cerebro). Al colocar de nuevo los ojos en su lugar, Ofelia restablece el equilibrio de suma importancia necesaria para embarcar en su transformación alquímica, de mortal en princesa del infamando.
Ofelia se da cuenta, sin embargo, que los adultos que la rodean no creen en lo que no puede ser visto físicamente. Para su madre, lo que debió ver su hija no debió ser más que un insecto muy grande en lugar de un hada, por lo que su búsqueda es muy solitaria.

El Fauno y la Luna



Luego vendría su primer encuentro con el Fauno en el laberinto. No es menor el hecho de que la estatua que restauró haya sido la de dicha criatura.
Para el mundo anglosajón, la película recibió el título de Pan´s Labyrinth. O sea, El Laberinto de Pan. En la mitología antigua, faunos, sátiros y el dios griego Pan eran algo similar, ya que tienen todos los cuartos traseros, piernas y cuernos de cabra. Pan es un prototipo de energía natural, y el Fauno de la película se presenta como:

 “He tenido muchos nombres... Viejos nombres que solo el viento y los árboles pueden pronunciar. Yo soy la montaña, el bosque y la tierra. Yo soy. Soy… Un Fauno”.

Vale decir, da entender que los hombres le han dado distinto nombres. Este ser, Fauno o Pan, está en absoluto contacto con el bosque, el mundo natural, ancestral y mágico. Otra interpretación, un poco más rebuscada, está en la raíz griega de la palabra “Pan” que significa “Todo”. Así, estaríamos ante “El laberinto de Todo” lo que volvería a la obra de Del Toro una metáfora aún más ambiciosa.
Sea como sea, el fauno se convierte en una especie de guía espiritual de Ofelia, ayudándole a través del laberinto real y figurativo que tienen que pasar. Esto, a pesar de su monstruosa apariencia, lo que lleva a los espectadores a pensar en un primer momento, que él es el malo de la película. En realidad es el único ser en la vida de Ofelia que entiende su deseo de "ser más" y alcanzar su máximo potencial. El verdadero "chico malo" en la película no es la criatura horrible, sino el cruel padrastro.
Se deduce que el fauno está conectado a lo animal. Lo animal pertenece al mundo diurno, y está asociado con su movimiento y su manera de vivir. Estos componentes llevan connotaciones negativas y son conectados con el arquetipo del caos. El simbolismo del animal refleja dos tipos de angustia. La primera es la angustia ante el cambio por influencia del tiempo, y la segunda ante la muerte devoradora. Es decir, lo animal produce miedo y se trata normalmente de relacionar con lo bestial.
El fauno es además siempre representado con la luna. Y éste no oculta la importancia de dicho astro en las pruebas que debe realizar Ofelia. De hecho, la marca en el hombro izquierdo de la niña, señal de que pertenece a la realeza del infamando, tiene la forma de una Luna menguante. Dicho astro aparece durante la oscuridad, lo que apoya el temor a la imagen animal. Las tinieblas nocturnas son el primer símbolo del paso del tiempo (la mayor preocupación del Fauno es que falta cada vez menos tiempo para la Luna llena). La luna está pues unida con la muerte. El fauno y la luna se conectan así con lo transitorio de la vida y el temor de la muerte y la existencia. Y la muerte sería precisamente el destino final del cuerpo humano de Ofelia, y del mismo Vidal, volviendo a la idea del tiempo y de Cronos.
Sin embargo, se puede ver la combinación del fauno y la luna de otra manera. El fauno es una criatura de la mitología griega. Es el hijo de un dios y una ninfa, por consecuencia una divinidad y el dios del bosque y los instintos animales. La luna es también un símbolo cíclico que pertenece al mundo nocturno. La existencia de la luna es una repetición de crecer y decrecer e indica pues un círculo. La repetición cíclica permite dominar el paso del tiempo, porque lo cíclico se repite y se puede comprender. El fauno es una divinidad lunar y los dioses siempre llevan algo contradictorio en sí. El fauno provoca miedo, pero al mismo tiempo puede ofrecer amparo contra lo terrorífico del bosque. Según Durand, estos contrarios unidos en un dios son un reflejo de las fases del ciclo lunar y lleva por lo tanto algo positivo. La luna muere, pero siempre vuelve a renacer. Ofelia está en duda constantemente durante la historia sobre la apariencia del fauno. No sabe si puede tener confianza en esta criatura contradictoria (incluso su forma de hablar denota ironía e intereses ocultos), pero al final encuentra protección a través de este ser.

Del Toro también juega con ciertos elementos básicos del lenguaje visual a la hora de mostrarnos el mundo de sus personajes. Ofelia se encuentra normalmente cerca del laberinto, cuya puerta tiene un diseño basado en círculos, al igual que la escalera por la que desciende; también se le suele mostrar frente a ventanas circulares. Vale decir, los círculos aparecen solo cuando el Fauno entra en la vida de la niña. Los contornos redondos indican una dominación del tiempo. El círculo lleva en sí una repetición infinita y por su forma un consuelo ante el paso del tiempo.

En cambio, en la vida del general Vidal no aparecen círculos, ruedas u otras imágenes que indican algo redondo (su obsesión con el tiempo contrasta con el control que parece dominar el Fauno). Todo es rectangular y por lo tanto finito. El uso de los círculos es un indicación hacía adelante, de que sólo en la vida del fauno se encuentra esperanza y consuelo.



El Laberinto
                                 

"Los laberintos fueron lugares privilegiados de la iniciación de los muchos cultos antiguos. Restos de estos laberintos místicos se han encontrado entre los indios americanos, hindúes, persas, egipcios y griegos”.
Manly P. Hall, enseñanzas secretas de todas las edades

Los laberintos eran símbolos de las participaciones y las ilusiones del mundo inferior a través del cual se pasea el alma del hombre en su búsqueda de la verdad. El laberinto del fauno es sobre todo una alegoría de como Ofelia debe evitar las trampas y los callejones sin salida del mundo material, con el fin de reunirse con sus verdaderos padres.
Es donde entra de lleno en su aventura al comienzo de la historia, y donde la terminaría también, siendo perseguida por Vidal para asesinarla (posible reminiscencia del mito de Teseo y el Minotauro, donde la criatura mítica, similar a un Fauno, devoraba a las vírgenes en su laberinto).

La Mandrágora

Ofelia, acongojada por lo enferma que se encuentra su madre por el embarazo, pide ayuda al Fauno para remediarla, el cual le entrega una extraña planta llamada mandrágora, la "planta que soñaba con ser un hombre".
Su presencia en la película es un recordatorio de que la magia no es de los cuentos de hadas, y el conocimiento oculto puede tener aplicaciones reales en la vida real.
La mandrágora es una planta importante en la tradición oculta, debido principalmente al hecho de que sus raíces son a menudo como la forma de un cuerpo humano, con brazos y pies.
"Las propiedades ocultas de la mandrágora, aunque poco comprendidas, han sido responsables de la adopción de la planta como un talismán capaz de incrementar el valor o la cantidad de cualquier cosa con la que estaba asociada. Como un amuleto fálico, la mandrágora era considerada como un remedio infalible para la esterilidad. Fue uno de los símbolos que los Caballeros Templarios fueron acusados de adorar. La raíz de la planta se asemeja a un cuerpo humano y, a menudo llevaba el contorno de la cabeza humana, los brazos o las piernas. Esta similitud entre el cuerpo del hombre y de la mandrágora es uno de los enigmas de la ciencia natural y es la base real de la veneración que se llevó a cabo esta planta. En "Isis sin velo", Madame Blavatsky señala que la mandrágora parece ocupar en la tierra el punto del que los reinos vegetales y animales se encuentran, como los pólipos zoophites. Este pensamiento abre un vasto campo de la especulación sobre la naturaleza de este animal-planta".

- Manly P. Hall, las enseñanzas secretas de todas las edades


La primera prueba: Encontrar el Sagrado Femenino

La primera tarea dada por el fauno a Ofelia es recuperar una llave de un sapo gigante que está chupando la vida de un árbol antiguo. Aquí se inicia la búsqueda de "volver a la matriz" y la reactivación de la feminidad oprimida. El interior del árbol es hueco y húmedo. Y su forma es similar a la de un útero, simbolizando el vientre-dador de la vida.



El trauma de Ofelia, o fascinación con el principio femenino, se expresa muchas veces, principalmente a través de su madre débil y embarazada, que en última instancia tiene que dar su vida para dar a luz. En una escena perturbadora, Ofelia ve en su libro mágico la silueta de un útero que explota en sangre, predicción de las complicaciones de su madre.


También, otra lectura sobre la forma del árbol, es que ésta hace referencia nuevamente a la forma de la cabeza de un Fauno. De hecho, uno de los afiches de la película exalta esta cualidad. Así, el árbol es el símbolo por antonomasia del bosque, del lugar sagrado y mágico.
En ésta primera aventura, Del Toro aprovecha de jugar con algunos clichés de los cuentos de hadas, y nos muestra a Ofelia portando una versión negra del vestido usado por la protagonista de Alicia en el país de las maravillas. Quizás queriendo reforzar la idea de que estamos ante un cuento de hadas con un tono más oscuro de lo habitual. De hecho, siguiendo con el guiño a la historia de Lewis Carroll, Ofelia se interna en el interior de un misterioso árbol, tal cual haría Alicia tras el conejo blanco.
Ya adentro, debe realizar su prueba: hacer tragar al sapo tres piedras, y recuperar una llave dorada que tiene en su vientre; sólo así, el árbol volverá a florecer. Al hacerlo, el sapo expulsa una enorme masa gelatinosa que, al parecer, era su relleno, sobre la cual se encuentra la llave.
Esto nos remite nuevamente al mito de Cronos. En el cual, Rea engaña a su marido haciendo pasar una roca envuelta en frazadas por su hijo, para que la devore a ésta en lugar del retoño. Acción que se puede analogar a lo hecho por Ofelia, que engaña al sapo haciéndole creer que las tres piedras son bichos para que las coma. Como consecuencia, la criatura “expulsa” su contenido, lo cual representa a los hijos de cronos (quienes fueron finalmente “regurgitados” por su padre) y también a la criatura que está por nacer, enlazándolo con la figura de Vidal.
Otra posible interpretación, es que las tres piedras signifiquen la estabilidad, y el árbol represente el devenir. De forma que Ofelia estaría asegurando la base del árbol de la vida, y por tanto su futuro. Al final de la película se ve una flor en una de las ramas del árbol, convirtiéndolo no solo en un símbolo de perennidad (sobrevive a todas las historias y tiempos), sino que también en una imagen de esperanza.
Sobre la transformación del sapo, también se puede hacer una doble lectura. Su “muda de piel” se asemeja bastante más a la de una serpiente que a un sapo. En las culturas antiguas, matar a una serpiente era uno de los ritos o vías para llegar a la inmortalidad. Cosa que Ofelia finalmente logra.

La segunda prueba: El Hombre Pálido

Esta prueba esta caracterizada por la visita a la morada del mismísimo Saturno/Cronos, concepto que ya ha sido desglosado. Pero también cabe señalar la función que cumplió la prueba en sí, y lo que de verdad estaba testeando el Fauno en Ofelia.
Cumplida su primera tarea, aparece el fauno para dar las próximas instrucciones, comiendo y dando de comer a una de las hadas… No es banal que esté con un trozo de comida en la boca, pues la segunda prueba, en teoría, pondrá a prueba la capacidad de la niña de aguantar su hambre y no comer.
El Fauno le dice que ella deberá usar la llave muy pronto.
Hay que decir que la actitud de fauno es extraña a propósito. Se trata de poner a prueba, no la obediencia de la niña, sino su capacidad para ir más allá de la apariencia. Pues el fauno gesticula y habla interpretando ambigüedad, como si fuese interesado y maquiavélico.
La niña parte al comedor del Hombre Pálido, usa la llave, y extrae la daga del interior de la bóveda. Pero antes de partir de regreso, come unas uvas. Aparentemente ha sido derrotada, pues no obedeció al fauno. Sin embargo, estaba hambrienta y  no sintió miedo.
Nótese que el sentido común usado por Ofelia es el mismo que los rebeldes republicanos usan cuando toman la llave y la comida de la despensa.


La tercera prueba: el sacrificio final

El Fauno revela el propósito de la daga y de traer a su hermano: derramar una gota de su sangre a la luz de la luna. No más que eso, una gota, y Ofelia podrá escapar de Vidal y convertirse en princesa. Pero ella se niega a hacerle daño a un recién nacido. Ante esta segunda desobediencia, el Fauno estalla en ira. Aparenta que la ha abandonado a merced de Vidal, y deja que éste le mate.
Pero no es el fin. Gotas de sangre de Ofelia entran en el laberinto, cumpliendo así la tarea final necesaria para su inicio: el sacrificio de sí mismo.
Mientras vemos a Ofelia ensangrentada en el suelo, ella también se muestra en otro reino, el inframundo, el reencuentro con sus verdaderos padres (Interpretados por Ariadna Gil, misma actriz que desempeñaba el papel de su madre en el mundo terrenal; y por Federico Luppi, mismo actor de La Invención de Cronos).
Según su padre el rey, esa prueba, la tercera y más importante, consistía precisamente en optar por derramar su propia sangre antes que la de un bebé inocente. El Fauno se aparece y la felicita, esta vez sin trucos, por su correcta elección.

                                     


El palacio al que ha llegado Ofelia tiene dos elementos que conviene analizar detenidamente: el diseño del piso y los tres pilares.
El primero posee la forma de una vesica piscis, un antiguo símbolo que fue muy empleado en las antiguas civilizaciones de Mesopotamia, África y Asia, donde representaba la silueta de un eclipse.
También está presente en el mundo católico, apareciendo en aureolas del arte cristiano y sellos de organizaciones eclesiásticas.
En este último, se trataría de una forma geométrica que goza de un profundo significado religioso, dado que el cociente 265:153 da raíz cuadrada de 3, o sea, la razón matemática de su altura por su anchura. En las creencias pitagóricas, esto se ha relacionado con la pesca milagrosa, en el evangelio de San Juan, donde Jesús capturaba 153 peces. Razón por la cual se consideró un número sagrado, con el nombre de La medida del pez, o la Vejiga del pez (vesica piscis).
La interpretación más tradicional es que hace referencia a los genitales femeninos, debido a que en el arte cristiano surgió primero en las representaciones de las caderas de la virgen María (anchas para simbolizar su fertilidad), para luego derivar, de forma vertical, en las aureolas de los cuadros. Así que representaría a la vulva, retomando la idea de la entrada a la matriz y la puerta a otro mundo.
Esta figura geométrica se obtiene al combinar dos círculos entrelazados (nuevamente se estarían empleando de forma sutil estos elementos en el film), siempre en expansión, formando al centro la vesica piscis, lo que crea el símbolo de la flor de la vida. Los dos círculos serían el Dios Padre y la Diosa Madre, unificados como dos aspectos del supremo creador, y representados en los padres reyes de Ofelia, generando ésta matriz cósmica, su hija, en el centro. Para numerosos autores del New Age, este cruce generaría un portal, un camino entre el mundo espiritual y material, al cual habría accedido finalmente Ofelia.
Así, bajo una óptica cristiana-católica (más complejo de inferir, puesto que la crítica de Del Toro va tanto a la derecha como a la iglesia católica española), el palacio ostentaría tres pilares que representan a la trinidad Padre-Hijo-Espíritu Santo. Describiendo la pasión de un Mesías un tanto más mágico-ocultista y menos religiosa a la que estamos acostumbrados, reutilizando su idea de un “Jesús-Gris” presente en La Invención de Cronos.
De hecho, una fuerte voluntad, el sacrificio y el renacimiento en el reino del padre, son sólo algunos de los varios elementos que podemos analogar entre la pasión de Ofelia y la de Cristo.
Otro posible análisis es que el símbolo se agarre de la concepción egipcia en que la Vesica Piscis representaba a un eclipse lunar, retomando la idea de la Luna, pero esta vez con su luz obstruida, quizás marcando el fin del ciclo lunar y del recorrido de Ofelia.


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En perspectiva, podemos apreciar que las tres pruebas hablan de lo mismo: enfrentarse al fascismo, encarnado en el personaje de Vidal, y representado de distintas formas. Primero como un sapo, luego el Hombre Pálido, y finalmente con él mismo Vidal como verdugo. Basta con comparar la narración mágica con la terrenal.
La llave dorada (o cósmica) obtenida por la niña del estómago del sapo, la llevará a la despensa del Hombre Pálido en el comedor de su banquete, donde encontrará una daga, que la llevará a su última prueba.
Esta simple, y aparentemente ilógica, secuencia de hechos mágicos se revela como la analogía de lo realizado por los seres humanos en el mundo real: Vidal controla la distribución de alimentos y la llave de la despensa del molino donde los guarda. Indiferente al hambre y penurias que pase el resto del pueblo, el sigue acaparando los alimentos. Igual que el sapo (también Cronos) que devoraba los bichos del árbol, debilitándolo y matándolo. Poco después, Mercedes (Maribel Verdú) entregaría la llave a los insurgentes, para que estos saqueen la despensa, y de paso llevarse algunas armas. Lo que los fortalecería lo suficiente para enfrentarse a los hombres de Vidal. Acción representada en la daga que obtiene Ofelia.
Y por si nos quedaba alguna duda, como consecuencia de haber faltado a la cena de su padrastro, Carmen (Ariadna Gil) castiga a su hija mandándola a la cama sin cenar. Mismo castigo que aplica Vidal contra los republicanos: privarlos del alimento.
En resumen, el Laberinto del Fauno cuenta dos historias: una real, y una fantástica que no es más que una alegoría de la primera. Ambas narraciones, ambos mundos convergerían finalmente en un solo mensaje, y un catártico desenlace.


Conclusiones


El laberinto del fauno es una película rica en simbologías y metáforas, que junto con mostrar una auténtica y conmovedora parábola, lleva inserto en sí un mensaje humano muy potente. Describe la búsqueda de una joven incapaz de enfrentarse a la dureza del mundo físico, donde la deshumanización y la represión aplastan su espíritu inocente y juguetón. De hecho, experimentos sicológicos han demostrado que los niños a menudo responden a una realidad insoportable con disociarse en un mundo de fantasía, donde la magia, la aventura y el asombro se encuentran. 
Esta película también habla de opuestos y reversos: la realidad versus la ficción, el bien contra el mal, inocencia, frente a la edad adulta, femenino versus masculino, supramundo frente al inframundo, etc. Incluso el mismo fin se puede interpretar de dos maneras opuestas: o bien Ofelia crea un mundo de cuento de hadas en su cabeza para escapar de la vida real y en última instancia cometer una forma de suicidio; o se trata simplemente de un ser "despierto" que vio lo que las masas del mundo material no puede ver, y que finalmente terminó su proceso de "iluminación" para convertirse en un inmortal verdadera.
La historia es también una inversión del paradigma habitual de la auto-realización: la transformación de Ofelia sucede en las sombras y en la oscuridad. Mientras que la iluminación, como su nombre lo dice, está asociado con la luz. Idea invertida en esta película, en que fue la luz del sol fue la causa de su degradación en mortal. La iluminación de Ofelia pasa en el mundo terrenal, mientras que la transformación espiritual se asocia generalmente con el cielo. El mismo iniciador, Pan (o Fauno), es una deidad conocida por emborracharse en el bosque y festejar con ninfas. Mientras que la iluminación se basa en el dominio de los impulsos más bajos, la consumación de la iniciación de Ofelia le exige arrastrarse en el fango, ser perseguida por un hombre pálido y finalmente derramar su propia sangre como sacrificio ritual.
El final era inesperado por donde se le mirara, a pesar de conocer el deceso de Ofelia. Si bien todos sabemos que la insurrección republicana fue totalmente aplastada por el franquismo, Del Toro se dio el lujo de enfocarse en uno de los pocos pelotones de la guerra de guerrillas que si tuvo éxito en vencer a un escuadrón del ejército enemigo, durante sus últimos años de existencia. Mientras que Ofelia muere, a manos de su padrastro. Pero logra completar las tres pruebas, y retornar en espíritu al inframundo donde la esperaban el Fauno y sus verdaderos padres, reyes de ese mundo de fantasía. A los ojos del espectador, queda la duda de si todo lo contado no fue más que una fantasía de Ofelia. No obstante, el mismo Del Toro ha negado esto en entrevistas, afirmando que toda la historia fue real.
Lo cual, también nos puede remitir a cierto poema de Goethe, El rey de los Elfos. En él, Goethe nos hablaba de un niño que veía claramente al rey de los elfos ofreciéndole ir a su “palacio azul de ensueño” a jugar. Pero su padre no lo veía, insistiendo en que sólo era el sonido de las ramas lo que escuchaba. El rey lo seduce con distintas ofertas, pero el padre del niño sólo siente el rumor del viento y la sombra de las nubes. Finalmente, ante las negativas del niño, el rey se lo lleva por la fuerza. Pero el padre sólo ve como súbitamente su hijo muere.
¿Coincidencia? Quizás. O también puede ser otra posible inspiración.
Y la voz en off del narrador finaliza la película con un bello epílogo:

" Y se dice que la princesa descendió al reino de su padre y que ahí reinó con justicia y bondad por muchos siglos, que fue amada por sus súbditos y que dejó detrás de sí pequeñas huellas de su paso por el mundo, visibles sólo para aquel que sepa donde mirar... "

Así, en contraste del monstruo de Jean Babtiste Grenouille (El Perfume), que no dejó rastro de sí ni de ninguna de sus fechorías, Ofelia dejó un cuerpo mortal como cualquier otro, pero también pistas de su aventura maravillosa que, nuevamente, sólo son visibles para aquellos que saben ver con el corazón.


Este artículo fue sugerido por Omar Ernesto Vega, autor de "Mensajes Ocultos en el Cine Fantástico". También se encuentra disponible en su blog El Futuro Imaginado:
http://anticipacion.blogspot.com/2013/04/todos-los-caminos-del-laberinto.html

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