-¿Estás seguro de que vamos por el camino correcto, verdad?
-Sé que es hacia el norte, que más hay que saber.
-… Eso de allá, parece que es un pueblo, deberíamos hacer una parada allí.
-Ya te dije mujer que no necesito indicaciones.
-De todos modos se nos esta acabando el agua, tenemos que conseguir más.
-Estamos haciendo muchas paradas, a este paso nunca llegaremos, además sabes que me gusta pasar la noche lejos de cualquier pueblo, donde nadie nos escuche amarnos- dijo acercando libidinosamente su mano libre hacia las partes privadas de su esposa.
-Ya te dije que acá no, nos pueden ver.
Luego de calmar las ansias de su esposo logró convencerlo de hacer otra parada, llevaba sentada horas junto a él, quien manejaba los caballos de la carreta, caminar un poco les haría bien.
Fabiola y Eduardo llevaban ya varios días viajando, su meta final era la capital, aquel Santiago en el cual parecía que sucedía todo, o al menos lo más importante, pero que por sobre todo, parecía ser el lugar más propicio donde conseguir un trabajo estable, un buen hogar y formar una familia feliz. Desde que ganaron la guerra que todos iban a parar a la capital, los soldados que originalmente iban al frente a pelear terminaron quedándose más de lo que esperaban en la ciudad, lo mismo paso con quienes volvían, venían tiempos de prosperidad y aquella pareja quería formar parte de ellos.
A medida que se fueron acercando un mal presentimiento los fue envolviendo a ambos de modo que la idea de parar en aquel pueblo se volvía cada vez menos atractiva, desde que habían llegado a sus afueras por ejemplo, divisaron un letrero corroído y destrozado donde según el marido decía “Bienvenidos a Santa algo, parece que empezaba con B”.
Luego se adentraron más en aquel lugar, pero en ningún momento divisaron ni una sola alma, ni en la calle, ni en la iglesia, ni en los negocios, ni en las casas, ya en la plaza pública no tardaron mucho tiempo en darse cuenta de lo que pasaba.
-Mujer, hemos atracado en un pueblo abandonado.
-¿Por qué abandonarían un pueblo como este, si debió ser muy bonito en su tiempo?
-Quien sabe, pero debió ser por algo, mejor vámonos antes que algo malo nos pase.
-Espera, creo que oí algo.
Ambos agudizaron el oído. El esposo dejó pasar unos instantes para decir:
-Es tu imaginación, mujer, ya vámonos.
-No podemos irnos, quizás podamos llevarnos algo de valor de aquí.
-Eso es robar.
-No es robar si esta abandonado, tenemos que encontrar comida o algo.
-¿En qué estas pensando, mujer? Este pueblo lleva años abandonado, además ¿Quién en su sano juicio abandonaría con comida este lugar?
-Mira eso.
Señaló a un bulto peludo en una fuente de agua, sólo que en lugar de agua esta estaba impregnada con sangre y hacia un rincón había un animal destrozado y muerto.
-Dios mío, que horror, tenemos que irnos de aquí.
-Es sólo un animal muerto, cuando tu cazas los dejas igual o peor.
-Si pero ya se esta descomponiendo, vámonos.
-No te das cuenta, no lleva mucho tiempo así, eso significa que tiene que haber alguien aquí.
Contra su voluntad, y para no parecer cobarde, siguió a su mujer en su búsqueda por encontrar vida en aquel desolado pueblo, primero sacó de entre sus cosas su escopeta, aunque su esposa lo tildó de exagerado se negó a adentrarse más en ese lugar sin ella. Fueron hasta una pequeña casa con la puerta entreabierta, adentro había muchos muebles, y varias cosas de valor.
-Que raro, se diría que la gente huyó de aquí apurada.
En la siguiente casa también hallaron varias cosas, luego fueron a la tercera, esta con las ventanas tapeadas y una puerta abierta sólo por unos centímetros.
-Fabiola, ya vámonos, este lugar me da escalofríos.
Sabía que su marido estaba asustado, pues su voz y el hecho de que la llamara Fabiola sin estar en la cama lo delataba.
-Si quieres sube algunas cosas a la carreta, yo entraré.
-Claro que no, el marido debe proteger a la mujer, quien sabe si allí adentro hay algo peligroso.
-¿Qué puede haber de peligroso en un pueblo abandonado?
No sabían lo que les esperaba.
Abrió la puerta tímidamente, los rayos del sol alumbraron con cierta reticencia, lo primero que divisaron fueron más animales destrozados, y un ruido cada vez más fuerte, el marido sujetaba con fuerza el arma y su mujer avanzaba tímidamente en aquella casa, en verdad era un chiquero, había manchas de sangre por todo el piso, el ruido parecía ser de un perro comiendo, pero luego fue reemplazado por uno repetitivo, de algo entrando y saliendo, luego el marido cansado de esperar abrió la puerta de par en par y se iluminó un rincón donde estaba de espaldas un anciano.
La impresión les hizo soltar un grito a ambos, recién en ese minuto pareció darse cuenta el hombre de que tenía visitas, en cuanto se dio vuelta casi les dio un infarto a ambos, era viejo, tenía largo y sucio el pelo y las barbas, pero lo más horrible era el hecho de que le faltaba un ojo y tenía la boca llena de sangre y un conejo entre las manos, se levantó a atacar a los intrusos, al hacerlo al marido le provocó asco el hecho de que estuviera sin pantalones, al parecer había llegado justo cuando se cansó de beber la sangre del roedor y se dedicó a holgar con el. Tenía una fuerza sobre humana, le agarró el arma y mientras el marido luchaba porque no se la quitará salieron dos disparos contra la pared, pero en poco tiempo se la había arrebatado y al marido lo había dejado inconsciente, luego se dirigió hacia la mujer, acurrucada y muerta de miedo en un rincón ¿Por dónde empezar?
Froilan llevaba más de diez años en la más completa soledad en aquel pueblo, le era difícil creer que todo hubiera terminado así, ni siquiera cuando había estallado la guerra civil entre vampiros y humanos se le ocurrió visualizar un futuro tan negro para Santa Bárbara.
Él mismo era uno de los responsables de que se rompiera tan irremediablemente la paz, pues lo que quería era poder, siempre fue así, poder, poder, poder, apoderarse del pueblo y todos sus alrededores, esperaba que la guerra lo ayudara a conseguirlo, pero los vampiros que fueron llegando le hicieron darse cuenta que el era el único que quería un gobierno, todos los demás sólo querían anarquía y destrucción.
Bebió hasta la última gota de sangre de aquel desgraciado, le sorprendió que aquello fuera lo primero que hiciera, supuso que su necesidad de sangre fue más fuerte que la carnal, alimentarse de la sangre de animales miserables durante tantos años no era ni saludable ni digno para “uno de los de su raza”.
Ahora la mujer, a diferencia de los humanos los vampiros no tienen moral, viven la vida prácticamente al máximo, y su apetito sexual es mucho más grande, cuánta falta le hacía una mujer, cuanto extrañaba a su amada, su amante ¿Dónde estaría ella ahora?
La mujer la tenía en una cama, atada a esta de cada extremidad, la había golpeado muy fuerte en la cabeza, parecía que estaba muerta, pero eso no le importaba, en ningún momento se había puesto los pantalones, sólo tubo que arrancarle algunas prendas a la mujer y liberar toda la energía que aún tenía, se aferró a su cuerpo como si fuera lo último del mundo y le dio todo lo que era capaz de dar… Pero no era lo mismo.
Victoria, cuantas barreras los mantuvieron separados durante tanto tiempo, fue una vez que se convirtieron en vampiros que mandaron al diablo el hecho de que él estaba casado y ella fuera monja, se dedicaron a vivir apasionadamente todos los años que no estuvieron juntos, sin importar lo que dijera la gente, ya no importaba nada, sólo ellos dos. Pero Froilan quería más, fue desde el principio uno de los vampiros más peligrosos del pueblo, pues el consideraba que la suya era una raza superior que debía dejar de esconderse y asumir el poder que por derecho les correspondía. Fue el dolor de cabeza del vampiro más viejo del pueblo por mucho tiempo, quien le repetía una y otra vez que el secreto de la perduración de su raza era precisamente la discreción. Jamás logró convencerlo.
En su búsqueda por desestabilizar las cosas y aliarse con los más poderosos y rebeldes cometió cosas, acciones que hicieron darse cuenta a Victoria que él era perfectamente capaz de cambiarla a ella con tal de lograr sus metas. Le tomó tiempo darse cuenta que ya no era el hombre del que se había enamorado.
Sin duda ya estaba muerta, la arrastraba de un pie por el suelo de tierra de la calle, pálida e inmóvil, si no fue el golpe fue la brutalidad con que Froilan la penetró por tantas horas seguidas, ya estaba aburrido de masturbarse al amanecer y anochecer, y sino hacerlo con animales, procuró gozar de aquel cuerpo hasta que lo aburriera.
Lo depositó en la fuente de la plaza pública, donde hace poco se le ocurrió la fantasía de bañarse en un baño de sangre, le tomó un buen rato reunir suficientes animales para poder llevar a cabo tan macabro propósito. Eso ya le estaba pasando la cuenta. Aún con sólo un vampiro en Santa Bárbara los animales ya estaban escaseando en el valle, pero era porque uno de sus pocos placeres era torturar a los pobres. “Y estos humanos llegaron a firmar una tregua con nosotros, ni en sueños los animales nos hubieran bastado” Cómo no olvidar la tregua, fue la última oportunidad que tuvo aquel pueblo de salvarse de la catástrofe, catástrofe que él inició.
Fue hasta la carreta, escarbando en ella fue tirando lejos las cosas que no le importaban hasta que encontró unas botellas de vino. “Ha, Ha, ¡Tendremos fiesta esta noche!”
Ya vencido el último vampiro rebelde los pueblerinos ya habían perdido mucho para entonces, por ello evacuaron en masa el pueblo, todos se dirigieron al mismo puerto donde un barco los esperaba para llevarlos a la capital, Santa Bárbara ya no tenía solución.
-¿Qué hiciste Froilan?
Su hermana, y ex esposa de Froilan yacía muerta sobre una mesa, con una estaca en el corazón.
-La maté, tuve que hacerlo, trató de matarme.
La fidelidad nunca fue un concepto muy arraigado entre los suyos, es más, juntos llegaron a violar a aquella mujer por el simple placer de verla sufrir, pero no le bastaba a Froilan, seguía siéndole infiel a su mujer más de lo necesario, aún cuando decía que la amaba. El mayor de los colmos fue cuando la resucitó iniciándola como vampira cuando fue asesinada en medio de los enfrentamientos entre humanos y vampiros. Fue la prueba final para Victoria, no sólo no la amaba, sino que aún sentía algo por ella.
-Tenemos que llegar a Playa blanca y alcanzar el último vapor.
-Ese barco es para humanos.
-No importa, fingimos… Victoria, vámonos de aquí, encontremos un lugar donde podamos ser libres para siempre.
Era un considerable cambio en Froilan, finalmente había renunciado a la idea de apoderarse del pueblo a toda costa, pues hace mucho tiempo que la situación se le había ido de las manos.
-No… no, Froilan, ya no eres el hombre que amaba.
-¿Qué estas diciendo, mi amor?
-… Olvídame, olvídame para siempre.
Agotó en poco tiempo las botellas que encontró, se dedicó a caminar y hasta bailar por la plaza pública, con una botella en la mano, y una de las prendas íntimas de la mujer en la otra, la olfateaba con gran placer, miró a su alrededor, el pueblo destruido, primero un terremoto, luego una guerra, era irónico, pues en la oración a la virgen del Carmen, que se sabía por todo el tiempo que se dedicó a pasar junto a Victoria rezando con ella cuando aún eran mortales, había un verso que decía “Protégenos de terremotos y guerras”, pero aquel pueblo no estaba encomendado a aquella virgen, sino a Santa Bárbara, incluso en las afueras de estas había un lugar dedicado a ella “Con razón Victoria se dedicó a invocar a Satán durante su transformación” pensó. Luego miró hacia el cielo, hacia el lado de la cordillera estaba el volcán Chiweau, había algo diferente en él, ahora salía una columna de humo.
-¡Miren que fiesta, hasta el volcán salió de su sueño de cien años para unírsenos!
-Déjenme pasar.
Dijo haciéndose paso entre la multitud de gente que se preparaba para abandonar el pueblo. Llegó apurado y con su maleta dispuesto a tomar el último coche como si fuera otro de tantos.
-Caballero, caballero, usted no puede entrar al coche, allí no se aceptan vampiros y lo sabe- le señaló su propio hijo, humano por cierto, sacándolo casi a la fuerza del coche.
-No me puedes quitar ese derecho, -reclamó indignado- también soy un refugiado, permiso.
-No, no, no, señor, usted no puede entrar.
-Soy tu padre… por favor, ¡Explícale!- le pidió a su hija, esta si vampira.
-¿Cómo se le ocurre aparecer después de todo lo que ha hecho?
- …Hijos, escúchenme, tuve que defenderme de su madre ¡Por favor créanme! ¡Ahora déjame pasar!
-¡No va a entrar!
-Déjalos Froilan, -Dijo Victoria metiéndose a la discordia- tus hijos ya saben toda la verdad. Y es mejor que te vallas haciendo la idea de que no serás aceptado ni en este coche ni en el barco de refugiados.
-¡No hay tiempo que perder, vamos!
Los últimos ya se habían subido, todos estaban listos para partir. Froilan estaba acorralado.
-… Te vas a arrepentir de haber traicionado a tu padre.
Fue lo último que le dijo a su hijo, este subió al coche y él se fue resignado con sus propias cosas.
-¡Viste Victoria, te dije que lo lograría! ¡AHORA ESTE PUEBLOES MÍO, CARAJO!
Gritó a los cuatro vientos con todas sus fuerzas, tomó un último trago y luego se lanzó al piso a masturbarse, a la luz de la luna, en medio de la plaza.
Sólo se quedaron los vampiros en el pueblo, los que pelearon del lado de los humanos (Respecto a Froilan, este se sumó a ellos cuando no le quedaba opción).
Luisa, una humana enamorada de un vampiro, también se había quedado con su amado Tadeo, huyeron al poco tiempo del pueblo, lejos de su desquiciada madre, la más peligrosa de los vampiros, caníbal y salvaje a más no poder, “Viajaremos como lo hacíamos cuando escapábamos de su padre, Luicita, seremos un pareja errante por un tiempo, pero le prometo que en algún momento, en algún lugar nos estableceremos, y le daré el hogar que se merece” le dijo Tadeo antes de partir.
En cuanto a la madre, Elena, por ser tan inestable emocionalmente no tardó en quitarse la vida al ver que había quedado tan sola, dos de sus hijos muertos en aquella guerra y la última huía lejos de ella. La encontraron con tres estacas clavadas en el corazón y una expresión de locura en el rostro dentro de su casa. A nadie le sorprendió.
Luego Úrsula, hija de Froilan, desde que impidió que su padre subiera al coche no se volvieron a hablar, a pesar de la poca gente que quedaba en el pueblo. La joven era lesbiana, todos lo sabían, y no tenía prejuicio en expresarlo. Su mayor amor era Emilia, una mortal enamorada de un vampiro, el maestro de todos, el más viejo y poderoso, el que había traído el vampirismo a Santa Bárbara. Por lo mismo siguió siendo algo inalcanzable para ella, a pesar de que llegó a descubrir que Emilia en verdad sentía algo por ella.
Cuando murió, junto con su hija recién nacida, en medio de la guerra, su marido se negó a transformarla para recuperarla. No era capaz de condenarla de ese modo. Optó por seguirla. Fue el primero en suicidarse mientras todos los demás evacuaban el pueblo. Los únicos que fueron a sus aposentos en su mansión a ver su ensangrentado cuerpo atravesado por una estaca fueron los pocos vampiros que se quedaron.
Úrsula se negó a resignarse a aquella muerte, contra la voluntad de su maestro profanó su cuerpo y la inició. Al poco tiempo una presencia inmaterial comenzó a acosarlas. Todos la percibían, nadie sabía lo que era. Por temor a que fuera el espíritu del enfurecido vampiro Úrsula y su confundida y recién iniciada pareja abandonaron el pueblo. Luego fue Victoria.
No necesitaba motivos. Se fue. Lejos. Lo suficientemente lejos, donde nadie supiera sus antecedentes, de seguro ahora estaba haciendo lo único que sabía hacer, atender enfermos en un hospital, era buena enfermera, y de seguro se alimentaba de los cuerpos recién fallecidos discretamente. Por lo demás era la ocupación más noble que la de cualquier otro vampiro.
Froilan quedó solo, un ermitaño, reducido a algo totalmente lejos de cualquiera de sus ambiciones, un viejo solitario y asqueroso que se alimentaba como un primitivo de roedores y se dedica a hacerle el amor a animales si se sentía con ganas.
Derrumbado en el piso, con ganas de nada, sin nada que hacer, sintió algo, no en su entrepierna, una presencia, algo lejano, pero a la vez cercano, era una cualidad de los vampiros, podían percibir seres cercanos, lentamente se levantó, caminó unas pocas casas hacia las praderas, su pene aún estaba erguido cuando se adentraba entre la maleza, cada vez más alta, algo se movía, era veloz, cuando menos lo esperaba lo sentía en una dirección opuesta, así lo fue siguiendo, corriendo cada vez más entusiasmado por lo que encontraría, deteniéndose, yendo por otra dirección, finalmente se detuvo, estaba a unos pocos metros, se le acercó, estaba en un punto donde no estorbaba la maleza, era una criatura, la luz de la luna la iluminaba perfectamente, parecía un animal salvaje, pero era una niña, como de doce años, todo su aspecto indicaba que se había criado en lo salvaje sin contacto alguno con los humanos, sin ropas, con el pelo largo y enmarañado abrigándole la espalda, estaba alimentándose de un roedor.
“Con razón se estaban acabando los animales, tu contribuiste a que se agotaran más rápido” le dijo Froilan.
Se dio vuelta, instintivamente, con poca confianza, lo observó, se le acercó poco a poco, en verdad tenía un comportamiento animalesco. Lo olfateó. En cuanto divisó el miembro de Froilan, algo con lo que había soñado últimamente, pero que nunca antes había visto, sin pensarlo dos veces se lanzó a su entrepierna.
Le demoró un poco a Froilan sacársela de encima, tiempo que aprovechó para gozar de sus genitales, al tenerla en sus brazos la observó unos instantes, ella lo miraba atentamente, su rostro estaba impregnado de tierra y sangre en la boca, pero no era difícil darse cuenta que limpia se vería hermosa, su cuerpo sólo cubierto por algunos de sus largos cabellos ya se estaba desarrollando, comenzó a considerar la opción de conservarla, ¿Tan bajo había caído?
-Una niña salvaje vampira, eso explica el monstruo que escuché estaba asustando a los campesinos y a su ganado… Espera… ¿Será posible?
Volvió corriendo a la iglesia del pueblo, donde estaba el féretro de Emilia, abierto por su salvadora, al lado estaba uno mucho más pequeño, el de su hija, Froilan quitó la cubierta, no había nada tampoco.
-Eres la hija de Domingo Vrolok.
Dijo a la criatura que sintió se asomaba tímidamente por las puertas, en cuanto asomó su cara y vio al cristo de el fondo, salió gritando, histérica.
Froilan la siguió, le fue difícil seguirle el paso, era mucho más rápida que él, finalmente la encontró en un punto muy alejado del pueblo acurrucada en un tronco.
-Ven… mírame… -se le fue acercando de a poco- No te voy a hacer daño.
Le puso su mano sobre su hombro, siendo cariñoso logró que esta agarrara confianza y se dispusiera a abrazarlo.
-¿Por qué viniste hasta aquí?
No muy lejos divisó una cueva donde iluminaba una fogata. Conocía esa cueva. Fue allí donde se refugiaron todos los vampiros cuando los humanos pretendieron echarlos del pueblo, Froilan se había dispuesto a guiarlos hacia una nueva era donde todos serían convertidos y el sería el amo y señor del valle, pero fue allí donde empezó a darse cuenta que era difícil que los vampiros siguieran las órdenes de alguien en particular. En eso llegó Vrolok a impedirlo, ellos volvieron al pueblo con una tregua firmada y Froilan se dedicó a contribuir a la guerra que vendría.
-¿Quién está allí?
Prudentemente se fue acercando con lentitud, dentro habían animales muertos y descuartizados, pero no dispuestos desordenadamente, alguien había hecho nudos con sus intestinos, puesto sus órganos en frascos y vasijas, y las paredes de la cueva estaban llenas de símbolos extraños y esotéricos, algunos dibujados con sangre.
Ya bien adentro dio a parar con la fogata y frente a ella a una figura encapuchada y no muy alta, con las manos alzadas y otros frascos cerca de ella.
-Te estaba esperando, hijo.
Conocía esa voz.
Era el padre Faustino, el hombre que investigaba a los vampiros desde las primeras mordeduras en el cuello encontradas en Santa Bárbara. El cura que contra todo pronóstico, cuando menos lo esperaban, pidió ser iniciado, según él para luchar y defender a su pueblo, pues ya estaba “aburrido de rezar sin resultados”, pero no sirvió de nada, la guerra ya casi había finalizado para entonces y el no tuvo ocasión alguna de pelear. Desapareció sin dejar rastro luego de la guerra.
-Faustino… ¿Qué esta haciendo aquí? ¿Dónde estuvo todo este tiempo?
-En Europa, partí a buscar más información, a conocer los secretos de mi condición.
Se dio la vuelta para mirarlo, ya no usaba sus clásicos anteojos, sino unos lentes oscuros bien gruesos y de estos brotaban por sus mejillas unos delgados tatuajes con forma de símbolos.
-¿Y qué esta haciendo ahora?
-Tuve varios de los mentores que tuvo Vrolok, me explicaron muchas cosas, y aprendí más de lo que debía en realidad, aprendí como realizar ciertos hechizos- dijo esto acercándose a un viejo libro abierto sobre un tronco que servía como mesa- para incrementar mi poder, ¿Envidia, Froilan?- le preguntó depositando unos polvos que sacó de un tuvo que guardaba bajo su manga.
-Y ella…
-Sí, yo la resucité, fue cuestión de un leve empujón en realidad, ya estaba casi revivida, verás, esa presencia que sintieron una vez que Úrsula le devolvió la vida a Emilia, era ella, tiene un lazo muy fuerte con su madre, no tenía porque morir en aquel accidente junto a ella, los vampiros no podemos morir así, si falleció fue porque su madre también lo hizo, y al resucitar ella estaba completamente dispuesta a seguirla.
-¿Cuánto tiempo lleva así?
-Algunos meses, yo ya llevo casi un año en esta cueva, y nunca se te ocurrió venir aquí, ¿Verdad Froilan? Otro de mis poderes, puedo bloquear tu capacidad de percibir presencias, algo que descuide esta noche.
-Formidable… Pero aún no me contesta ¿Qué demonios esta haciendo?
-Como dije antes de irme, este pueblo esta maldito, pero no se ha hundido todo lo que debía, yo he venido a completar ese trabajo.
-¿De qué esta hablando Faustino?
-Como ya dije, incrementaré mi poder invocando a las más oscuras fuerzas del demonio, para eso es este ritual.
-… Ha cambiado Faustino.
-En verdad lo he hecho hijo, en mi búsqueda de conocimiento adquirí mucho poder, el conocimiento es poder, hijo, pero el mío va mucho más allá de tus ingenuas ambiciones de dominar un miserable pueblucho.
-¡No me insulte!
Se le acercó para enfrentarlo, pero Faustino sólo tuvo que extender su mano para lanzarle una maldición que lo dejó ahorcado y sujeto contra la muralla.
-Soy el Doctor Faustino ahora, alquimista y de los más sabios.
Mientras Froilan luchaba por respirar Faustino volvió a su fogata.
-Presenciarás el surgir de algo enorme… te traje sólo por una razón, necesito un ingrediente más.
Usando sus poderes lo hizo levitar hasta posarlo sobre la intensa fogata, Froilan ya estaba casi inconsciente, su cuerpo se retorcía por inercia.
-Sabías que a los condenados a morir en la horca, en sus últimos segundos de vida su cuerpo reacciona activando distintos sistemas, entre ellos el reproductor, tienen sus últimas erecciones poco antes de morir.
Tal como lo predijo Froilan, eyaculó semen sobre la fogata, una vez que ya no surgía más Faustino lo lanzó contra el suelo.
-Te lo agradezco.
Mientras Froilan se esforzaba por recuperar el aire la hija de Vrolok se le acercó a abrazarlo.
-Salve Satanás, -comenzó Faustino en un largo conjuro en latín en el cual se podía distinguir la palabra Lucifer.
La tierra comenzó a temblar, todo se movía.
-He venido aquí, a este venusino país en el fin del mundo, invocando la weñulfe kushe, el lucero del alba, en esta cueva mágica de este valle maldito para invocar tu poder, Satán…
El volcán explotó, la tierra se abrió, los árboles, la maleza, los animales, todo fue arrasado por la lava y una gigantesca grieta creció y se expandió de tal modo que sus brazos surgieron por todo el pueblo y finalmente la tierra se fragmentó y todo se calló hacia una eterna fosa.
-Ahora en verdad, este pueblo se irá al infierno, la peor pesadilla para un vampiro como tú, Froilan.
Lo escuchaba, pero el seguía en el piso, abrazando a la pequeña, con los ojos cerrados y esperando que todo eso pasara pronto. Una grieta se formó frente a la fogata y de esta brotaba un brillo sólo atribuible al fuego.
“FROILAN…” Escuchó decir a una aterradora voz que surgió de la grieta. Abrió todo lo que pudo el ojo bueno que tenía y con horror vio a toda la furia del infierno surgir y consumirlo todo. Primero a él…
Pocos historiadores se molestan en seguir insistiendo en averiguar más detalles sobre “Santa Bárbara” algunos creen que es sólo una leyenda, y de todos modos el gobierno de la época se preocupó de no dejar registro alguno y el actual tampoco es favorable con ningún arqueólogo que quiera acercarse a las cercanías del volcán Chiweau, es junto con varias incógnitas y misterios sin resolver de la guerra del pacífico, algo a lo que nunca se le podrá encontrar explicación.
-Sé que es hacia el norte, que más hay que saber.
-… Eso de allá, parece que es un pueblo, deberíamos hacer una parada allí.
-Ya te dije mujer que no necesito indicaciones.
-De todos modos se nos esta acabando el agua, tenemos que conseguir más.
-Estamos haciendo muchas paradas, a este paso nunca llegaremos, además sabes que me gusta pasar la noche lejos de cualquier pueblo, donde nadie nos escuche amarnos- dijo acercando libidinosamente su mano libre hacia las partes privadas de su esposa.
-Ya te dije que acá no, nos pueden ver.
Luego de calmar las ansias de su esposo logró convencerlo de hacer otra parada, llevaba sentada horas junto a él, quien manejaba los caballos de la carreta, caminar un poco les haría bien.
Fabiola y Eduardo llevaban ya varios días viajando, su meta final era la capital, aquel Santiago en el cual parecía que sucedía todo, o al menos lo más importante, pero que por sobre todo, parecía ser el lugar más propicio donde conseguir un trabajo estable, un buen hogar y formar una familia feliz. Desde que ganaron la guerra que todos iban a parar a la capital, los soldados que originalmente iban al frente a pelear terminaron quedándose más de lo que esperaban en la ciudad, lo mismo paso con quienes volvían, venían tiempos de prosperidad y aquella pareja quería formar parte de ellos.
A medida que se fueron acercando un mal presentimiento los fue envolviendo a ambos de modo que la idea de parar en aquel pueblo se volvía cada vez menos atractiva, desde que habían llegado a sus afueras por ejemplo, divisaron un letrero corroído y destrozado donde según el marido decía “Bienvenidos a Santa algo, parece que empezaba con B”.
Luego se adentraron más en aquel lugar, pero en ningún momento divisaron ni una sola alma, ni en la calle, ni en la iglesia, ni en los negocios, ni en las casas, ya en la plaza pública no tardaron mucho tiempo en darse cuenta de lo que pasaba.
-Mujer, hemos atracado en un pueblo abandonado.
-¿Por qué abandonarían un pueblo como este, si debió ser muy bonito en su tiempo?
-Quien sabe, pero debió ser por algo, mejor vámonos antes que algo malo nos pase.
-Espera, creo que oí algo.
Ambos agudizaron el oído. El esposo dejó pasar unos instantes para decir:
-Es tu imaginación, mujer, ya vámonos.
-No podemos irnos, quizás podamos llevarnos algo de valor de aquí.
-Eso es robar.
-No es robar si esta abandonado, tenemos que encontrar comida o algo.
-¿En qué estas pensando, mujer? Este pueblo lleva años abandonado, además ¿Quién en su sano juicio abandonaría con comida este lugar?
-Mira eso.
Señaló a un bulto peludo en una fuente de agua, sólo que en lugar de agua esta estaba impregnada con sangre y hacia un rincón había un animal destrozado y muerto.
-Dios mío, que horror, tenemos que irnos de aquí.
-Es sólo un animal muerto, cuando tu cazas los dejas igual o peor.
-Si pero ya se esta descomponiendo, vámonos.
-No te das cuenta, no lleva mucho tiempo así, eso significa que tiene que haber alguien aquí.
Contra su voluntad, y para no parecer cobarde, siguió a su mujer en su búsqueda por encontrar vida en aquel desolado pueblo, primero sacó de entre sus cosas su escopeta, aunque su esposa lo tildó de exagerado se negó a adentrarse más en ese lugar sin ella. Fueron hasta una pequeña casa con la puerta entreabierta, adentro había muchos muebles, y varias cosas de valor.
-Que raro, se diría que la gente huyó de aquí apurada.
En la siguiente casa también hallaron varias cosas, luego fueron a la tercera, esta con las ventanas tapeadas y una puerta abierta sólo por unos centímetros.
-Fabiola, ya vámonos, este lugar me da escalofríos.
Sabía que su marido estaba asustado, pues su voz y el hecho de que la llamara Fabiola sin estar en la cama lo delataba.
-Si quieres sube algunas cosas a la carreta, yo entraré.
-Claro que no, el marido debe proteger a la mujer, quien sabe si allí adentro hay algo peligroso.
-¿Qué puede haber de peligroso en un pueblo abandonado?
No sabían lo que les esperaba.
Abrió la puerta tímidamente, los rayos del sol alumbraron con cierta reticencia, lo primero que divisaron fueron más animales destrozados, y un ruido cada vez más fuerte, el marido sujetaba con fuerza el arma y su mujer avanzaba tímidamente en aquella casa, en verdad era un chiquero, había manchas de sangre por todo el piso, el ruido parecía ser de un perro comiendo, pero luego fue reemplazado por uno repetitivo, de algo entrando y saliendo, luego el marido cansado de esperar abrió la puerta de par en par y se iluminó un rincón donde estaba de espaldas un anciano.
La impresión les hizo soltar un grito a ambos, recién en ese minuto pareció darse cuenta el hombre de que tenía visitas, en cuanto se dio vuelta casi les dio un infarto a ambos, era viejo, tenía largo y sucio el pelo y las barbas, pero lo más horrible era el hecho de que le faltaba un ojo y tenía la boca llena de sangre y un conejo entre las manos, se levantó a atacar a los intrusos, al hacerlo al marido le provocó asco el hecho de que estuviera sin pantalones, al parecer había llegado justo cuando se cansó de beber la sangre del roedor y se dedicó a holgar con el. Tenía una fuerza sobre humana, le agarró el arma y mientras el marido luchaba porque no se la quitará salieron dos disparos contra la pared, pero en poco tiempo se la había arrebatado y al marido lo había dejado inconsciente, luego se dirigió hacia la mujer, acurrucada y muerta de miedo en un rincón ¿Por dónde empezar?
Froilan llevaba más de diez años en la más completa soledad en aquel pueblo, le era difícil creer que todo hubiera terminado así, ni siquiera cuando había estallado la guerra civil entre vampiros y humanos se le ocurrió visualizar un futuro tan negro para Santa Bárbara.
Él mismo era uno de los responsables de que se rompiera tan irremediablemente la paz, pues lo que quería era poder, siempre fue así, poder, poder, poder, apoderarse del pueblo y todos sus alrededores, esperaba que la guerra lo ayudara a conseguirlo, pero los vampiros que fueron llegando le hicieron darse cuenta que el era el único que quería un gobierno, todos los demás sólo querían anarquía y destrucción.
Bebió hasta la última gota de sangre de aquel desgraciado, le sorprendió que aquello fuera lo primero que hiciera, supuso que su necesidad de sangre fue más fuerte que la carnal, alimentarse de la sangre de animales miserables durante tantos años no era ni saludable ni digno para “uno de los de su raza”.
Ahora la mujer, a diferencia de los humanos los vampiros no tienen moral, viven la vida prácticamente al máximo, y su apetito sexual es mucho más grande, cuánta falta le hacía una mujer, cuanto extrañaba a su amada, su amante ¿Dónde estaría ella ahora?
La mujer la tenía en una cama, atada a esta de cada extremidad, la había golpeado muy fuerte en la cabeza, parecía que estaba muerta, pero eso no le importaba, en ningún momento se había puesto los pantalones, sólo tubo que arrancarle algunas prendas a la mujer y liberar toda la energía que aún tenía, se aferró a su cuerpo como si fuera lo último del mundo y le dio todo lo que era capaz de dar… Pero no era lo mismo.
Victoria, cuantas barreras los mantuvieron separados durante tanto tiempo, fue una vez que se convirtieron en vampiros que mandaron al diablo el hecho de que él estaba casado y ella fuera monja, se dedicaron a vivir apasionadamente todos los años que no estuvieron juntos, sin importar lo que dijera la gente, ya no importaba nada, sólo ellos dos. Pero Froilan quería más, fue desde el principio uno de los vampiros más peligrosos del pueblo, pues el consideraba que la suya era una raza superior que debía dejar de esconderse y asumir el poder que por derecho les correspondía. Fue el dolor de cabeza del vampiro más viejo del pueblo por mucho tiempo, quien le repetía una y otra vez que el secreto de la perduración de su raza era precisamente la discreción. Jamás logró convencerlo.
En su búsqueda por desestabilizar las cosas y aliarse con los más poderosos y rebeldes cometió cosas, acciones que hicieron darse cuenta a Victoria que él era perfectamente capaz de cambiarla a ella con tal de lograr sus metas. Le tomó tiempo darse cuenta que ya no era el hombre del que se había enamorado.
Sin duda ya estaba muerta, la arrastraba de un pie por el suelo de tierra de la calle, pálida e inmóvil, si no fue el golpe fue la brutalidad con que Froilan la penetró por tantas horas seguidas, ya estaba aburrido de masturbarse al amanecer y anochecer, y sino hacerlo con animales, procuró gozar de aquel cuerpo hasta que lo aburriera.
Lo depositó en la fuente de la plaza pública, donde hace poco se le ocurrió la fantasía de bañarse en un baño de sangre, le tomó un buen rato reunir suficientes animales para poder llevar a cabo tan macabro propósito. Eso ya le estaba pasando la cuenta. Aún con sólo un vampiro en Santa Bárbara los animales ya estaban escaseando en el valle, pero era porque uno de sus pocos placeres era torturar a los pobres. “Y estos humanos llegaron a firmar una tregua con nosotros, ni en sueños los animales nos hubieran bastado” Cómo no olvidar la tregua, fue la última oportunidad que tuvo aquel pueblo de salvarse de la catástrofe, catástrofe que él inició.
Fue hasta la carreta, escarbando en ella fue tirando lejos las cosas que no le importaban hasta que encontró unas botellas de vino. “Ha, Ha, ¡Tendremos fiesta esta noche!”
Ya vencido el último vampiro rebelde los pueblerinos ya habían perdido mucho para entonces, por ello evacuaron en masa el pueblo, todos se dirigieron al mismo puerto donde un barco los esperaba para llevarlos a la capital, Santa Bárbara ya no tenía solución.
-¿Qué hiciste Froilan?
Su hermana, y ex esposa de Froilan yacía muerta sobre una mesa, con una estaca en el corazón.
-La maté, tuve que hacerlo, trató de matarme.
La fidelidad nunca fue un concepto muy arraigado entre los suyos, es más, juntos llegaron a violar a aquella mujer por el simple placer de verla sufrir, pero no le bastaba a Froilan, seguía siéndole infiel a su mujer más de lo necesario, aún cuando decía que la amaba. El mayor de los colmos fue cuando la resucitó iniciándola como vampira cuando fue asesinada en medio de los enfrentamientos entre humanos y vampiros. Fue la prueba final para Victoria, no sólo no la amaba, sino que aún sentía algo por ella.
-Tenemos que llegar a Playa blanca y alcanzar el último vapor.
-Ese barco es para humanos.
-No importa, fingimos… Victoria, vámonos de aquí, encontremos un lugar donde podamos ser libres para siempre.
Era un considerable cambio en Froilan, finalmente había renunciado a la idea de apoderarse del pueblo a toda costa, pues hace mucho tiempo que la situación se le había ido de las manos.
-No… no, Froilan, ya no eres el hombre que amaba.
-¿Qué estas diciendo, mi amor?
-… Olvídame, olvídame para siempre.
Agotó en poco tiempo las botellas que encontró, se dedicó a caminar y hasta bailar por la plaza pública, con una botella en la mano, y una de las prendas íntimas de la mujer en la otra, la olfateaba con gran placer, miró a su alrededor, el pueblo destruido, primero un terremoto, luego una guerra, era irónico, pues en la oración a la virgen del Carmen, que se sabía por todo el tiempo que se dedicó a pasar junto a Victoria rezando con ella cuando aún eran mortales, había un verso que decía “Protégenos de terremotos y guerras”, pero aquel pueblo no estaba encomendado a aquella virgen, sino a Santa Bárbara, incluso en las afueras de estas había un lugar dedicado a ella “Con razón Victoria se dedicó a invocar a Satán durante su transformación” pensó. Luego miró hacia el cielo, hacia el lado de la cordillera estaba el volcán Chiweau, había algo diferente en él, ahora salía una columna de humo.
-¡Miren que fiesta, hasta el volcán salió de su sueño de cien años para unírsenos!
-Déjenme pasar.
Dijo haciéndose paso entre la multitud de gente que se preparaba para abandonar el pueblo. Llegó apurado y con su maleta dispuesto a tomar el último coche como si fuera otro de tantos.
-Caballero, caballero, usted no puede entrar al coche, allí no se aceptan vampiros y lo sabe- le señaló su propio hijo, humano por cierto, sacándolo casi a la fuerza del coche.
-No me puedes quitar ese derecho, -reclamó indignado- también soy un refugiado, permiso.
-No, no, no, señor, usted no puede entrar.
-Soy tu padre… por favor, ¡Explícale!- le pidió a su hija, esta si vampira.
-¿Cómo se le ocurre aparecer después de todo lo que ha hecho?
- …Hijos, escúchenme, tuve que defenderme de su madre ¡Por favor créanme! ¡Ahora déjame pasar!
-¡No va a entrar!
-Déjalos Froilan, -Dijo Victoria metiéndose a la discordia- tus hijos ya saben toda la verdad. Y es mejor que te vallas haciendo la idea de que no serás aceptado ni en este coche ni en el barco de refugiados.
-¡No hay tiempo que perder, vamos!
Los últimos ya se habían subido, todos estaban listos para partir. Froilan estaba acorralado.
-… Te vas a arrepentir de haber traicionado a tu padre.
Fue lo último que le dijo a su hijo, este subió al coche y él se fue resignado con sus propias cosas.
-¡Viste Victoria, te dije que lo lograría! ¡AHORA ESTE PUEBLOES MÍO, CARAJO!
Gritó a los cuatro vientos con todas sus fuerzas, tomó un último trago y luego se lanzó al piso a masturbarse, a la luz de la luna, en medio de la plaza.
Sólo se quedaron los vampiros en el pueblo, los que pelearon del lado de los humanos (Respecto a Froilan, este se sumó a ellos cuando no le quedaba opción).
Luisa, una humana enamorada de un vampiro, también se había quedado con su amado Tadeo, huyeron al poco tiempo del pueblo, lejos de su desquiciada madre, la más peligrosa de los vampiros, caníbal y salvaje a más no poder, “Viajaremos como lo hacíamos cuando escapábamos de su padre, Luicita, seremos un pareja errante por un tiempo, pero le prometo que en algún momento, en algún lugar nos estableceremos, y le daré el hogar que se merece” le dijo Tadeo antes de partir.
En cuanto a la madre, Elena, por ser tan inestable emocionalmente no tardó en quitarse la vida al ver que había quedado tan sola, dos de sus hijos muertos en aquella guerra y la última huía lejos de ella. La encontraron con tres estacas clavadas en el corazón y una expresión de locura en el rostro dentro de su casa. A nadie le sorprendió.
Luego Úrsula, hija de Froilan, desde que impidió que su padre subiera al coche no se volvieron a hablar, a pesar de la poca gente que quedaba en el pueblo. La joven era lesbiana, todos lo sabían, y no tenía prejuicio en expresarlo. Su mayor amor era Emilia, una mortal enamorada de un vampiro, el maestro de todos, el más viejo y poderoso, el que había traído el vampirismo a Santa Bárbara. Por lo mismo siguió siendo algo inalcanzable para ella, a pesar de que llegó a descubrir que Emilia en verdad sentía algo por ella.
Cuando murió, junto con su hija recién nacida, en medio de la guerra, su marido se negó a transformarla para recuperarla. No era capaz de condenarla de ese modo. Optó por seguirla. Fue el primero en suicidarse mientras todos los demás evacuaban el pueblo. Los únicos que fueron a sus aposentos en su mansión a ver su ensangrentado cuerpo atravesado por una estaca fueron los pocos vampiros que se quedaron.
Úrsula se negó a resignarse a aquella muerte, contra la voluntad de su maestro profanó su cuerpo y la inició. Al poco tiempo una presencia inmaterial comenzó a acosarlas. Todos la percibían, nadie sabía lo que era. Por temor a que fuera el espíritu del enfurecido vampiro Úrsula y su confundida y recién iniciada pareja abandonaron el pueblo. Luego fue Victoria.
No necesitaba motivos. Se fue. Lejos. Lo suficientemente lejos, donde nadie supiera sus antecedentes, de seguro ahora estaba haciendo lo único que sabía hacer, atender enfermos en un hospital, era buena enfermera, y de seguro se alimentaba de los cuerpos recién fallecidos discretamente. Por lo demás era la ocupación más noble que la de cualquier otro vampiro.
Froilan quedó solo, un ermitaño, reducido a algo totalmente lejos de cualquiera de sus ambiciones, un viejo solitario y asqueroso que se alimentaba como un primitivo de roedores y se dedica a hacerle el amor a animales si se sentía con ganas.
Derrumbado en el piso, con ganas de nada, sin nada que hacer, sintió algo, no en su entrepierna, una presencia, algo lejano, pero a la vez cercano, era una cualidad de los vampiros, podían percibir seres cercanos, lentamente se levantó, caminó unas pocas casas hacia las praderas, su pene aún estaba erguido cuando se adentraba entre la maleza, cada vez más alta, algo se movía, era veloz, cuando menos lo esperaba lo sentía en una dirección opuesta, así lo fue siguiendo, corriendo cada vez más entusiasmado por lo que encontraría, deteniéndose, yendo por otra dirección, finalmente se detuvo, estaba a unos pocos metros, se le acercó, estaba en un punto donde no estorbaba la maleza, era una criatura, la luz de la luna la iluminaba perfectamente, parecía un animal salvaje, pero era una niña, como de doce años, todo su aspecto indicaba que se había criado en lo salvaje sin contacto alguno con los humanos, sin ropas, con el pelo largo y enmarañado abrigándole la espalda, estaba alimentándose de un roedor.
“Con razón se estaban acabando los animales, tu contribuiste a que se agotaran más rápido” le dijo Froilan.
Se dio vuelta, instintivamente, con poca confianza, lo observó, se le acercó poco a poco, en verdad tenía un comportamiento animalesco. Lo olfateó. En cuanto divisó el miembro de Froilan, algo con lo que había soñado últimamente, pero que nunca antes había visto, sin pensarlo dos veces se lanzó a su entrepierna.
Le demoró un poco a Froilan sacársela de encima, tiempo que aprovechó para gozar de sus genitales, al tenerla en sus brazos la observó unos instantes, ella lo miraba atentamente, su rostro estaba impregnado de tierra y sangre en la boca, pero no era difícil darse cuenta que limpia se vería hermosa, su cuerpo sólo cubierto por algunos de sus largos cabellos ya se estaba desarrollando, comenzó a considerar la opción de conservarla, ¿Tan bajo había caído?
-Una niña salvaje vampira, eso explica el monstruo que escuché estaba asustando a los campesinos y a su ganado… Espera… ¿Será posible?
Volvió corriendo a la iglesia del pueblo, donde estaba el féretro de Emilia, abierto por su salvadora, al lado estaba uno mucho más pequeño, el de su hija, Froilan quitó la cubierta, no había nada tampoco.
-Eres la hija de Domingo Vrolok.
Dijo a la criatura que sintió se asomaba tímidamente por las puertas, en cuanto asomó su cara y vio al cristo de el fondo, salió gritando, histérica.
Froilan la siguió, le fue difícil seguirle el paso, era mucho más rápida que él, finalmente la encontró en un punto muy alejado del pueblo acurrucada en un tronco.
-Ven… mírame… -se le fue acercando de a poco- No te voy a hacer daño.
Le puso su mano sobre su hombro, siendo cariñoso logró que esta agarrara confianza y se dispusiera a abrazarlo.
-¿Por qué viniste hasta aquí?
No muy lejos divisó una cueva donde iluminaba una fogata. Conocía esa cueva. Fue allí donde se refugiaron todos los vampiros cuando los humanos pretendieron echarlos del pueblo, Froilan se había dispuesto a guiarlos hacia una nueva era donde todos serían convertidos y el sería el amo y señor del valle, pero fue allí donde empezó a darse cuenta que era difícil que los vampiros siguieran las órdenes de alguien en particular. En eso llegó Vrolok a impedirlo, ellos volvieron al pueblo con una tregua firmada y Froilan se dedicó a contribuir a la guerra que vendría.
-¿Quién está allí?
Prudentemente se fue acercando con lentitud, dentro habían animales muertos y descuartizados, pero no dispuestos desordenadamente, alguien había hecho nudos con sus intestinos, puesto sus órganos en frascos y vasijas, y las paredes de la cueva estaban llenas de símbolos extraños y esotéricos, algunos dibujados con sangre.
Ya bien adentro dio a parar con la fogata y frente a ella a una figura encapuchada y no muy alta, con las manos alzadas y otros frascos cerca de ella.
-Te estaba esperando, hijo.
Conocía esa voz.
Era el padre Faustino, el hombre que investigaba a los vampiros desde las primeras mordeduras en el cuello encontradas en Santa Bárbara. El cura que contra todo pronóstico, cuando menos lo esperaban, pidió ser iniciado, según él para luchar y defender a su pueblo, pues ya estaba “aburrido de rezar sin resultados”, pero no sirvió de nada, la guerra ya casi había finalizado para entonces y el no tuvo ocasión alguna de pelear. Desapareció sin dejar rastro luego de la guerra.
-Faustino… ¿Qué esta haciendo aquí? ¿Dónde estuvo todo este tiempo?
-En Europa, partí a buscar más información, a conocer los secretos de mi condición.
Se dio la vuelta para mirarlo, ya no usaba sus clásicos anteojos, sino unos lentes oscuros bien gruesos y de estos brotaban por sus mejillas unos delgados tatuajes con forma de símbolos.
-¿Y qué esta haciendo ahora?
-Tuve varios de los mentores que tuvo Vrolok, me explicaron muchas cosas, y aprendí más de lo que debía en realidad, aprendí como realizar ciertos hechizos- dijo esto acercándose a un viejo libro abierto sobre un tronco que servía como mesa- para incrementar mi poder, ¿Envidia, Froilan?- le preguntó depositando unos polvos que sacó de un tuvo que guardaba bajo su manga.
-Y ella…
-Sí, yo la resucité, fue cuestión de un leve empujón en realidad, ya estaba casi revivida, verás, esa presencia que sintieron una vez que Úrsula le devolvió la vida a Emilia, era ella, tiene un lazo muy fuerte con su madre, no tenía porque morir en aquel accidente junto a ella, los vampiros no podemos morir así, si falleció fue porque su madre también lo hizo, y al resucitar ella estaba completamente dispuesta a seguirla.
-¿Cuánto tiempo lleva así?
-Algunos meses, yo ya llevo casi un año en esta cueva, y nunca se te ocurrió venir aquí, ¿Verdad Froilan? Otro de mis poderes, puedo bloquear tu capacidad de percibir presencias, algo que descuide esta noche.
-Formidable… Pero aún no me contesta ¿Qué demonios esta haciendo?
-Como dije antes de irme, este pueblo esta maldito, pero no se ha hundido todo lo que debía, yo he venido a completar ese trabajo.
-¿De qué esta hablando Faustino?
-Como ya dije, incrementaré mi poder invocando a las más oscuras fuerzas del demonio, para eso es este ritual.
-… Ha cambiado Faustino.
-En verdad lo he hecho hijo, en mi búsqueda de conocimiento adquirí mucho poder, el conocimiento es poder, hijo, pero el mío va mucho más allá de tus ingenuas ambiciones de dominar un miserable pueblucho.
-¡No me insulte!
Se le acercó para enfrentarlo, pero Faustino sólo tuvo que extender su mano para lanzarle una maldición que lo dejó ahorcado y sujeto contra la muralla.
-Soy el Doctor Faustino ahora, alquimista y de los más sabios.
Mientras Froilan luchaba por respirar Faustino volvió a su fogata.
-Presenciarás el surgir de algo enorme… te traje sólo por una razón, necesito un ingrediente más.
Usando sus poderes lo hizo levitar hasta posarlo sobre la intensa fogata, Froilan ya estaba casi inconsciente, su cuerpo se retorcía por inercia.
-Sabías que a los condenados a morir en la horca, en sus últimos segundos de vida su cuerpo reacciona activando distintos sistemas, entre ellos el reproductor, tienen sus últimas erecciones poco antes de morir.
Tal como lo predijo Froilan, eyaculó semen sobre la fogata, una vez que ya no surgía más Faustino lo lanzó contra el suelo.
-Te lo agradezco.
Mientras Froilan se esforzaba por recuperar el aire la hija de Vrolok se le acercó a abrazarlo.
-Salve Satanás, -comenzó Faustino en un largo conjuro en latín en el cual se podía distinguir la palabra Lucifer.
La tierra comenzó a temblar, todo se movía.
-He venido aquí, a este venusino país en el fin del mundo, invocando la weñulfe kushe, el lucero del alba, en esta cueva mágica de este valle maldito para invocar tu poder, Satán…
El volcán explotó, la tierra se abrió, los árboles, la maleza, los animales, todo fue arrasado por la lava y una gigantesca grieta creció y se expandió de tal modo que sus brazos surgieron por todo el pueblo y finalmente la tierra se fragmentó y todo se calló hacia una eterna fosa.
-Ahora en verdad, este pueblo se irá al infierno, la peor pesadilla para un vampiro como tú, Froilan.
Lo escuchaba, pero el seguía en el piso, abrazando a la pequeña, con los ojos cerrados y esperando que todo eso pasara pronto. Una grieta se formó frente a la fogata y de esta brotaba un brillo sólo atribuible al fuego.
“FROILAN…” Escuchó decir a una aterradora voz que surgió de la grieta. Abrió todo lo que pudo el ojo bueno que tenía y con horror vio a toda la furia del infierno surgir y consumirlo todo. Primero a él…
Pocos historiadores se molestan en seguir insistiendo en averiguar más detalles sobre “Santa Bárbara” algunos creen que es sólo una leyenda, y de todos modos el gobierno de la época se preocupó de no dejar registro alguno y el actual tampoco es favorable con ningún arqueólogo que quiera acercarse a las cercanías del volcán Chiweau, es junto con varias incógnitas y misterios sin resolver de la guerra del pacífico, algo a lo que nunca se le podrá encontrar explicación.
Isabel Dhampir ◊ 06-06-2010 0:17:29 Lei que en la segunda parte, La sangre de los Vrolok, aparece una misteriosa , poderosa y cruelisima vampiresa que podria ser la hija de Emilia y Domingo, por eso el titulo. Ella aumentara su poder bebiendo la sangre de su familia, y por eso, seduce al joven que investiga lo acontecido en Santa Barbara un siglo antes, el cual dsciende de su tio Santiago. Atravez de el llega a Emilia, Juan Dios y Luisa..........
Isabel Dhampir ◊ 05-06-2010 22:57:33
El personaje de Ursula esta asegurado para la segunda parte, que se llamara La sangre de los Vrolok, ahi ella regresa a Chile desde Inglaterra en el año 1981, acompañada por Emilia, a quien, en efecto, vampiriso luego de muerta y se llevo con ella fuera del país tras quemar el cadáver de Domingo.
Isabel Dhampir ◊ 05-06-2010 22:57:33
El personaje de Ursula esta asegurado para la segunda parte, que se llamara La sangre de los Vrolok, ahi ella regresa a Chile desde Inglaterra en el año 1981, acompañada por Emilia, a quien, en efecto, vampiriso luego de muerta y se llevo con ella fuera del país tras quemar el cadáver de Domingo.
Comentarios así salían en la página de TVN de la teleserie Conde Vrolok, y cómo no, si en verdad el argumento tiene mucho potencial, así como la estructuró el Pablo Illanes perfectamente se podría hacer una saga, una crepúsculo a la chilena (en realidad ya existe, pero eso es otra historia). El final de Conde Vrolok en verdad dejó mucho que desear, a leguas se nota que acortaron hartas partes por el mundial, dejaron cabos sueltos y escenas que simplemente no convencen. Así, quise atar todos los cabos sueltos con este pequeño epílogo, ojalá sean ciertos los comentarios que encontré y se haga otra de Vrolok, se le podría dar una leyenda bien interesante a su ficticia Santa Barbara, como que arrastra una leyenda presisamente relacionada con los vampiros, algo bien freak como la paranoia que tiene el Jorge Baradit con el sincretismo entre la virgen de carmen y la weñulfe kushe indígena, y para los que se fijaron el Faustino que puse esta en cierta medida inspirado con El Doctor Fausto, igual si se fijan, un doctor europeo que busca poder invocando al diablo, mefistófeles específicamente, quizás pude meter ese nombre en sus maleficios, y si se fijan la Teresa Salvatierra (o Elena) esta inspirada en la Quintrala, que bonitos mitos tenemos. En una de Vrolok actualizada yo pondría a Faustino como Teósofo, por cierto, pues se nota que aún tiene una relación con Dios, pero quien sabe que Concepto de Dios se halla formado en estos ciento treinta años...
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