Hace poco tuve el privilegio de ir a ver Don´t
be afraid of the dark (cortesía de Canal Freak) película de terror que
verdaderamente me encantó, pero en lugar de hacer una reseña me ocuparé de
cierto dato que mencionan hacia el final del film:
Cuando el personaje de Katie Holmes busca
averiguar el origen de las criaturas que dice ver su hijastra, acude a la
biblioteca pública donde el bibliotecario le habla de unos duendes “anteriores
a la humanidad” (bastante lovecraftiana esa idea) que se alimentaban de huesos
y dientes de niños, por lo que era usual que estos los secuestraran hasta que
llegaron a una tregua con el Papa Silvestre II, en la cual se les darían
dientes (de leche, pues de adultos no le servían) a cambios de monedas de
plata, lo cual sería el origen de la tradición de dejar los dientes de leche
debajo de la almohada a cambio de dinero.
Contextualicemos un poco primero:
La película es un remake de un film para la
televisión de 1973, del mismo nombre, donde la protagonista es una mujer adulta
de nombre Sally, quien se muda a una antigua mansión de Nueva Inglaterra junto
a su esposo. La nueva casa resulta estar habitada por unos misteriosos duendes
que viven adentro de una chimenea en el sótano, que da a una caverna sin fondo.
Dichas criaturas son pequeñas, ágiles, se
mueven a lo largo de la casa como ratones y le temen a la luz (de allí el
título), le susurran constantemente a Sally hasta que finalmente la secuestran
y la convierten en una de ellas.
Dicha historia se convertiría en una de las
favoritas de Guillermo del Toro, quién años después dirigiría el remake. El cual, no puedo dejar de mencionarlo, asoma más bien como una ingeniosa combinación de dos grandes cuentos de H.P. Lovecraft: Las Ratas en la pared (Las criaturas son muy similares, y también viven en una enigmática y milenaria caverna que brota hasta el sótano) y el Modelo Pickman (como no notar la influencia de este relato en las pinturas del señor Blackwood).
En la versión de Del Toro, se añade a la trama el secuestro
de niños por parte de las criaturas, su necesidad de dientes de leche y a una
niña como protagonista (también llamada Sally).
La niña en cuestión percibe a los seres
inicialmente como amistosos, pero al poco tiempo se da cuenta de lo peligrosos
y horripilantes que son (otro plus que encuentro la vuelve mejor que la
original fueron los efectos especiales para diseñar a las criaturas, una suerte
de ratones humanoides, muy bien utilizados por cierto). Inicialmente ella
encuentra en la chimenea, en un pequeño pocillo, los dientes del desafortunado
señor Blackwood, por lo que los lleva a su habitación y los guarda debajo de su
almohada, y a la mañana siguiente ¡Sorpresa! encuentra en su lugar una moneda
de plata demasiado antigua y gastada para deducir su data. Claro que a nadie se
le ocurre relacionarlo con el ratón de los dientes en ese minuto. Quizás más
adelante cuando todo lo que susurran es “Child
Teeth” (Dientes de niños).
¿Pero es este el tétrico origen de la leyenda
del ratón de los dientes?
Dejemos los spoilers a un lado e investiguemos
un poco, punto por punto:
Silvestre II
Este papa es conocido como “El Papa del año
mil” y como “El Papa Mago” por razones que pasaré a explicar.
Como muchos habrán adivinado, gobernó desde el
año 999 al 1003, teniendo que hacer frente al pánico colectivo del temor al fin
del mundo (al que estamos acostumbrados hoy en día) condición que tristemente
coincidió con un período lleno de pestes y guerras para Europa.
Aunque su papado fue breve, fue conocido por
ser un sabio erudito en astronomía, matemáticas y diversas ciencias ocultas,
debido a su formación en España donde tuvo contacto con sabios árabes que lo
iniciaron en matemáticas y esoterismo (Gracias a esto le debemos que haya
insertado el número cero en el sistema numérico de la Europa medieval). Por este
antecedente, junto a un episodio que vivió de niño con un druida en una
caverna, fue un practicante del esoterismo además de cristiano, lo que generó
varios mitos en torno a su persona, como que había hecho un pacto con el diablo
para alcanzar su puesto, que había construido un golem de oro que lo guiaba en
su gobierno, y que su tumba en la actualidad “suda” cuando está próximo a morir
el papa.
Con todos estos datos es fácil entender porqué
Guillermo del Toro escogió a este personaje verídico para sumarle un pacto con
los duendes, cosa que no extrañaría nada dado su curriculum.
Si bien luce como el tipo de historias freakies
que suelen ser ciertas dentro de las sorprendentes curiosidades de la historia,
o sólo leyendas de las que tanto abundan, no es más que una invención de los
realizadores de la película para ensalzar un poco más la historia.
¿No me creen? Ya lo investigué:
Según algunas fuentes, el origen del Ratón de
los dientes se remonta a 1894; cuando el jesuita Luís Coloma recibió
el encargo de escribir un cuento para Alfonso XIII, que por aquel
entonces contaba con 8 años y recientemente había perdido un diente.
El cuento narraba la historia de un ratón que
vivía en una caja de galletas junto con su familia, en el número ocho de la
calle Arenal de Madrid. El pequeño ratoncito Pérez se escapaba
a través de las cañerías para llegar a la habitación de Bubi I -apodo
con que la Reina María
Cristina llamaba a su hijo Alfonso- y a la de otros niños más pobres. El
simpático roedor era descrito como un ratón muy pequeño, con sombrero de paja,
lentes de oro, zapatos de lienzo y una cartera roja colocada a la espalda.
Por otro lado, existe la teoría de que la
leyenda del ratoncito Pérez proviene del siglo XV.
En época de crisis, la gente que vivía en el campo comenzó a cazar
ratas para comérselas, ya que por un lado suponían un grave peligro
para sus cosechas y por otro tenían algo que llevarse a la boca. Sabiendo
que a las ratas les encantaba el queso, los campesinos empezaron a arrancarse
los amarillentos dientes para utilizarlos como cebo. Sin embargo, si seguían así
se iban a quedar sin muelas, así que comenzaron a coger los dientes de
leche de los niños. Como recompensa, los pequeños recibían un regalito
por parte de los mayores.
También cabe mencionar que en
Italia tienen el mito del “Duende de los dientes”, pero más allá de eso, no hay
más duendes en el origen del mito de este querido personaje.
No es la primera vez que se
inventan leyendas para efectos de una película, la trilogía de La Momia , de Stephen Sommers,
es el mejor ejemplo de ello. La gracia es que los realizadores sepan narrarla y
tratarla de forma que se pueda confundir con las demás leyendas que en verdad
se cuentan de boca de los ancianos o en base a jeroglíficos antiguos (ilusión de factualidad).
La iglesia católica ha cometido
sus locuras, como el juicio que se le hizo al cadáver del Papa Frondoso, pero
un pacto con supuestas criaturas demoníacas es una leyenda más ad hoc con
instituciones de religiones más esotéricas. Aunque si alguien tenía el valor y
la formación para hacerlo, ese era Silvestre II.
Puede que en la edad media creyeran muchas
cosas, pero leyendas de un pacto similar nunca han habido. En realidad, un
argumento recurrente de las historias de fantasía de hoy en día es afirmar que
todas estas criaturas mágicas, trolls, ogros, duendes, hadas, etc. En verdad
existieron, pero mediante pactos con los humanos estas se trasladaron a donde no las vieran
(como en HellBoy, que huían a los bosques y a un mundo subterráneo), sino,
argumentan que hoy en día son tan pocas que es difícil encontrarlas (Cazadores
de Trolls) o simplemente fueron extinguiéndose, entre otras cosas porque los
humanos dejaron de creer en ellas (como en el cuento de Asimov, Cosa de niños).
En cuanto a la idea de secuestrar niños, esta
parece inspirada en el mito de los ogros, que secuestraban niños humanos y los
criaban como suyos, según el folklore de Gran Bretaña.
Las pinturas y dibujos del personaje del señor
Blackwood actúan muy eficazmente como soporte de esta idea.
Probablemente muchos se acordarán de Lord
Blackwood, el villano de Sherlock Holmes para la película de 2009. Pero en este caso, según Del Toro, el apellido
está inspirado en el escritor de horror y fantasía Algernon Blackwood.
En todo caso, independiente de la inspiración
es solo cosa de ver el apellido.
Blackgood, en inglés quiere decir “Madera
negra”. Con que tenga la palabra Black ya es buen apellido para película de
terror. Y muy adecuado para un hombre que hace investigaciones sobre temas ocultistas y arcanos para recuperar a su hijo y que plasma en sus cuadros (costumbres casi calcadas del señor Pickman, del relato de Lovecraft).
Lo último que escuchó el señor Blackwood antes
de desaparecer fueron esas dos palabras “Child
Teeth” de unas criaturas que no aceptaron sus propios dientes a cambio de
su hijo. En lugar de eso lo raptaron también.
Como precaución, les aconsejo que sus niños
pequeños no sigan dejando dientes bajo la almohada, sólo porsiacaso…
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También publicado en Chile del Terror:
Brutal !
ResponderEliminarEspectacular, aclaraste mi duda
ResponderEliminarInteresante, tan solo un detalle: España como estado se constituye en el siglo XV.
ResponderEliminarEstupenda su aclaración,justamente estoi viendo dicha cinta y al escuchar el detalle de el papa Silvestre 11 me intrigó y de inmediato busque información.el invento de el siglo. Internet De otra manera abría pasado días en bibliotecas !!!!saludos y gracias dé nuevo.
ResponderEliminarAme esto, me aporto mucha más información gracias. Uwu
ResponderEliminarAme esto, me aporto mucha más información gracias. Uwu
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