martes, 17 de marzo de 2015

Por qué Nicolás López es el director chileno más bakán de todos


Ni Andrés Wood ni Pablo Larraín con sus películas sobre la dictadura. Eso ya pasó de moda. El cine chileno hace rato que funciona como lo que debe ser, una industria del entretenimiento de calidad. Eso fue posible en gran parte gracias a Nicolás López, niño prodigio del séptimo arte. Cualquier crítica en su contra, no es más que pura envidia. Hacen falta más cineastas como él para darle un auténtico impulso al cine nacional. He aquí las razones de porqué el público y la taquilla se llevan tan bien con él:

Las mejores construcciones que nunca se realizaron en Chile

1- El eje de de poder del Paseo Bulnes

 
A fines de los años '20, Santiago ya se estaba modernizando, dejando atrás el modelo que Benjamín Vicuña Mackenna le imprimió a la ciudad, de estilo colonial afrancesado. En ese entonces, comenzaron las primeras obras del Paseo Bulnes, y las autoridades debieron escoger entre dos arquitectos distintos para ello: Le Corbusier, y Karl Brunner. Los cuales representarían, respectivamente a dos corrientes distintas de la arquitectura. El movimiento moderno, que buscaba una visión más rupturista de la ciudad tradicional, en que los edificios se encontraban aislados y rodeados de áreas verdes. Y la otra, que buscaba ajustarse más al modelo neoclásico que predominaba en Santiago, con los edificios próximos entre sí, dando mayor unidad y continuidad. Finalmente, sería Karl Brunner el encargado de construir este espacio público. Era el auge de los fascismos en Europa, y la era del general Carlos Ibañez del Campo en Chile. Militar que se propuso a crear un "nuevo Chile" para lo cual buscó imprimirle al país una arquitectura que reflejara el poder del Estado en la sociedad. 

Luego, en 1934, aprovechando la bonanza económica del segundo gobierno de Arturo Alessandri, se diseñaría el Eje Cívico de Santiago, dejando el Paseo Bulnes como una Avenida Peatonal, hacia el sur de La Moneda, hasta el parque Almagro. La construcción derivaría en el paseo como lo conocemos actualmente. Paseo que no obstante, se encontraría incompleto. 

El fin de Chile



El 11 de septiembre debía ser el día definitivo. El día de la furia, de la muerte, de la destrucción total. Y así fue. Quedaría impreso con hierro caliente en la memoria de los chilenos. O al menos de los que sobrevivieron. Algunos le echan la culpa al cacique Michimalonko, y a la maldición que arrojó sobre Santiago el 11 de septiembre de 1541. Día en que si bien casi lo logra, no consiguió acabar con esa “maldita ciudad” y su detestable colonos, traídos por el loco de Pedro de Valdivia. Sería esa misma fecha, pero siglos después, que los dioses y pillanes de la tierra escucharían sus palabras.
Primero fue el golpe de Estado, temprano en la mañana del once de septiembre de 1973. El ejército polarizado, se dividió en dos facciones, y se enfrentó en una cruenta guerra civil. Nadie quedó indiferente, todo el país se movilizó para masacrarse entre sí.  
Coincidiría que ese mismo día, a las tres de la tarde, el megaterremoto más poderoso en la historia del planeta, sacudiría Chile. Se dice que el epicentro fue en La Moneda misma, con una intensidad de 9,9 grados Richter.