domingo, 25 de agosto de 2013

Nuclear Falklands


Nuclear Falklands



I


El camino de tierra apenas estaba iluminado por los primeros rayos del crepúsculo. El frío carcomía hasta los huesos más fuertes, y Enzo Ripetti, sin otro abrigo que su uniforme, trotaba para llegar lo más pronto posible a su destino. Cada suspiro, incluso cada gota de transpiración que exhalaba, se transmutaba en vapor, el cual se sumaba a la brisa costera que le zumbaba en los oídos.
La improvisada base se ubicaba en las afueras del pueblo, consistía en una bodega acondicionada para la situación. Sobre ésta hondeaba desordenadamente la bandera argentina.
En el pórtico, un soldado raso efectuaba de guardia.
   -Nombre.
   -Teniente Enzo Ripetti, rama de tierra.
El soldado echó una rápida revisión visual a Enzo. Su uniforme corroboraba su identidad. Su pelo castaño, expresión juvenil y estatura media eran idénticos a los archivos que le habían mostrado de los militares que podía dejar entrar al recinto.
   -Pase- dijo al cabo de un instante.
Antes de entrar, le dedicó una última mirada al ambiente matutino. Más allá de las praderas de hierbas otoñales se distinguía el océano, pero curiosamente ningún buque.
En el interior lo esperaban tres coroneles, y un militar que le era particularmente familiar: el general Andollini, comandante en jefe de la operación de invasión. Alto, de ojos azules, y como siempre, con su impecable uniforme y gorra.
   -General- le saludó, con la mano sobre la frente.
   -Descanse, teniente.
   -¿Por qué estamos aquí?
   -Ni yo mismo lo sé, dicen que se trata de un prisionero- contestó, con su marcado acento porteño- Y necesitaremos un intérprete.
   -Eso pensé, mientras no sea un nepalés creo que podré ayudar.